Cada noche, Luciana se sumerge en la quietud de su habitación, cierra los ojos y permite que los ruidos del silencio la envuelvan. En ese espacio sereno, su percepción se afina y descubre un universo oculto de sonidos sutiles: el suave zumbido de su propia respiración, el palpitar rítmico de su corazón y el roce delicado de las hojas en el viento. Así, experimenta una sinfonía única y personal, donde cada nota expresa su conexión consigo misma y su entorno; una armonía que solo ella puede disfrutar.
¿Es posible escuchar el sonido del silencio? La Agencia de Noticias Científicas de la UNQ accedió a un reciente estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, que sugiere que los seres humanos pueden “escuchar” la ausencia de sonido.
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Durante décadas, la ciencia se viene preguntando cómo reacciona la mente ante la ausencia de información sensorial. Sin embargo, estos debates se centraron, principalmente, en cómo se interpretan las señales sensoriales que el ser humano recibe de sus ojos, oídos y otros sentidos, dejando de lado el estudio de cómo se perciben las ausencias. Esto llevó a tratar las ausencias como algo abstracto y exótico, y no como una parte integral de la experiencia perceptiva.
En ese sentido, la investigación realizada por un equipo interdisciplinario de la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos, se propuso indagar sobre cómo las personas responden al silencio y si realmente pueden percibirlo en lugar de simplemente inferir su presencia.
Silencios que engañan
Para llevar a cabo el trabajo, los participantes seleccionados fueron sometidos a una serie de preguntas y pruebas auditivas, así como a ilusiones visuales.
En una de las pruebas auditivas, se preguntó a las personas si creían que un tono continuo era más largo o más corto que dos tonos separados por un breve silencio. Aunque la duración total de los dos tonos separados era igual a la del tono continuo, la mayoría de los participantes afirmaron que el tono continuo sonaba más largo. Cuando los investigadores cambiaron la ilusión y pidieron a los participantes que midieran la duración de un silencio continuo en medio de un tono o dos pausas silenciosas discretas, encontraron resultados similares: las personas percibían el silencio continuo como más largo que los silencios discretos.
En otra ilusión, los participantes escuchaban simultáneamente un órgano tocando una nota sostenida y un motor en marcha. Repentinamente, uno de los sonidos se detenía, creando un silencio parcial. Después de repetir esta situación varias veces, los investigadores encontraron que el último silencio parecía más largo que los anteriores, a pesar de tener la misma duración. Esto sugiere que la percepción del silencio puede ser manipulada de la misma manera que nuestra percepción del sonido.
Los hallazgos
Según explica el psicólogo Chaz Firestone, uno de los científicos que participó del estudio, los resultados sugieren que el cerebro puede procesar tanto los sonidos como el silencio utilizando mecanismos similares. “Nuestro trabajo pone en evidencia que la mente considera los silencios como entradas válidas para el procesamiento auditivo y los trata de manera similar a los sonidos”.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el ser humano puede experimentar el silencio de diferentes maneras. “Algunas personas pueden tener sonidos en su mente durante períodos de silencio, en lugar de experimentar un silencio “verdadero””, asegura el psicólogo.
Tras estos resultados, los investigadores planean continuar estudiando las ausencias en otras experiencias sensoriales, como la falta de estímulos visuales o táctiles. De esa manera, esperan comprender mejor cómo el cerebro lucha con la falta de estímulos sensoriales y cómo se pueden percibir cosas que no existen físicamente.
“Si bien este tipo de investigación nos ayuda a entender la forma en que percibimos el mundo, tiene implicaciones importantes en términos de supervivencia, ya que la capacidad de detectar ausencias puede ser crucial en situaciones cotidianas, como cruzar la calle o vigilar a un bebé dormido”, enfatiza.
La investigación en neurociencia revela cómo los circuitos neuronales interpretan y codifican los estímulos auditivos, brindando información valiosa sobre cómo se percibe el mundo acústico que rodea al ser humano.
Con todo, a medida que se avanza en comprender cómo el cerebro procesa tanto los sonidos como el silencio, se abren nuevas puertas para explorar el campo de la percepción humana.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas