Dos argentinos construyeron una casa con lana: cómo lo hicieron

Los arquitectos Alejandra Nuñez Berté y Ernesto Bermudez lograron realizar construcciones con lana de descarte y revelaron el secreto sobre cómo hicieron para poder reutilizar el material.

29 de julio, 2023 | 14.16

La lana es bien conocida por su uso en la industria textil, para elaborar tejidos que puedan mantener abrigadas a las personas. Pero no toda la lana puede ser utilizada con este fin. Es el caso de la lana de las razas ovinas que se crían para la obtención de carne. Los productores deben esquilar anualmente a sus animales para evitar inconvenientes en su desarrollo y su salud, y luego deben deshacerse de ella, ya sea quemándola, enterrándola o dándola como parte de pago de la esquila. Según datos del SENASA, se estima que en el país se generan 3,8 millones de kilos anuales de lana de descarte. El 97% de ellos correspondiente a pequeñas unidades productivas, que en territorio bonaerense son alrededor de 24.000.

 

“La lana tiene valor textil hasta 27 micrones de espesor”, explica la arquitecta Alejandra Nuñez Berté, que conoce de cerca esta situación ya que desde hace más de cinco años se dedica a estudiar posibles usos de lana de descarte en la construcción. Junto con su colega Enrique Benavidez que es ingeniero en zootecnia, desarrollaron el proyecto AbrigA, un emprendimiento arquitectónico que lleva procesados más de 30.000 kilos de lana sucia, que se han convertido en mantos aislantes termoacústicos, que ya pueden ser utilizados en la construcción.

La idea inicial de trabajar con estos materiales surgió en el año 2019, como tema de estudio para la elaboración de la tesis de la Maestría en Sustentabilidad en Arquitectura y Urbanismo, que Nuñez estaba cursando en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (FADU/UBA) desde el año anterior. La idea salió del papel y se convirtió en un emprendimiento de la denominada economía circular, que no solo involucra a pequeños productores de la provincia sino también a otras pymes y especialistas de distintas universidades y organismos públicos.

“El objetivo final es social, tiene que ver con tratar de desarrollar el programa vinculado a mejorar las prácticas de agricultura y ganadería, es un mega trabajo de red”, dice Nuñez Berté, y advierte que, además de ayudar a los pequeños productores con la lana de descarte, también están haciendo ensayos en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora para que los desechos que se generan durante la elaboración de estos materiales también puedan ser utilizados como mejoradores del sustrato hortícola, por ejemplo. “También estamos trabajando con un lavadero, para poder comprar a los productores y mandarla en lavar, porque para producir se necesitan como mínimo 30.000 kilos de lana, que no las genera un único productor”, agrega la especialista.

Actualmente, AbrigA ofrece tres líneas de desarrollos, una que lleva el mismo nombre, que incluye mantos de aislación térmica y acústica para techos y muros, otra llamada AcústicA, que incluye paneles y equipamiento para acondicionamiento acústico, y una última denominada EnvuelvE, que son protectores térmicos para envases.

El material es similar al fieltro, de distintos espesores, y sus propiedades térmicas han sido probadas y avaladas por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Actualmente, además, se están realizando ensayos para especificar la capacidad de aislamiento acústico en el Laboratorio de Acústica y Luminotecnia (LAL) de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la provincia de Buenos Aires. Además, junto a este último instituto, también están trabajando en el desarrollo de paneles acústicos externos, similares a los que se utilizan actualmente pero con un material que sea ignífugo y estéticamente más agradable.

Cómo lograron el proyecto

Para lograr todo esto, no solo fueron ampliando las redes de colaboradores con las que trabajan, sino que también contaron con distintos financiamientos e incentivos económicos. “Los primeros 100 kilos de lana los procesamos con nuestro dinero, con eso hicimos la muestra en diciembre 2019”, recuerda Nuñez Berté y destaca el apoyo posterior que obtuvieron por parte de la Unidad Ejecutora Provincial Buenos Aires de Ley Ovina, mediante la cual obtuvieron un crédito de 750 mil pesos (a reintegrar en 3 cuotas anuales sin interés), con el cual pudieron comprar y procesar 1000 kilos de lana, ajustar el producto y hacer los ensayos de calidad térmica en el INTI y acústica en el LAL-CIC. “Se ensayaron cinco tabiques de una de las partes de su tratamiento acústico y ahora vamos a ensayar la parte de entre pisos y los paneles acústicos para bajar reverberación”, detalla Núñez Berté.

Previamente, además, el proyecto había obtenido premios e incentivos como el de Fundación INVAP, a través del cual fueron incubados por un tiempo, y dos aporte no reembolsables (ANR)  del Ministerio de Economía, uno de “Producir con equidad” y el otro que se otorga a emprendedores de impacto. “Los ANR se usaron para comprar materia prima y producir con la fórmula particular que necesitamos para aprobar los ensayos del INTI”, afirma Núñez Berté y agrega que el año pasado también recibieron el premio Empretec, con el cual están trabajando en el patentamiento de estos desarrollos, por un lado, y en nuevos ensayos de resistencia al fuego.

La primera edificación que incluyó estos materiales se hizo en 2022, fue una casa bioclimática en la localidad de 25 de Mayo, en Buenos Aires, conocida como La escocesa. “Estamos haciendo un paper sobre ese trabajo que hicimos en una obra de la arquitecta Angie Dub, que tiene un estudio sustentable”, adelanta Núñez Berné, y destaca que todos los desarrollos que hacen “siempre fueron acompañados por la parte de investigación académica, como ejemplo de transmisión de conocimientos”.

Ahora, además, están produciendo 12.000 metros cuadrados de rollos que la semana próxima serán enviados a los depósitos de Ley Ovina en la provincia de Buenos Aires, que licitó la compa de mantos termo-acústicos que se distribuirán en forma gratuíta entre los municipios de Buenos Aires que están adheridos al cambio climático, para que los instalen en escuelas, comedores y oficinas. “El acuerdo incluye capacitaciones de eficiencia energética que voy a dictar para la comunidad, en un lenguaje comprensible, para que se entienda la importancia de la aislación térmica y envolvente”, adelanta la arquitecta y concluye: “Haber estudiado una maestría y terminar con esto, que no estaba en los planes, fue como una aventura”.

Con información de la Agencia TSS