Investigadoras del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Salta crearon una variedad de poroto negro con características culinarias superiores al tradicional. Denominada “Cegro INTA”, la legumbre obtuvo resultados sobresalientes en cuanto a su densidad, la cantidad de sedimento y el color del caldo que deja en el agua.
El objetivo es que el producto tenga mayor rendimiento que los que se utilizan en la actualidad y que se adapte tanto a las nuevas demandas del mercado como a las condiciones climáticas cada vez más extremas como las lluvias, las sequías, las altas y las bajas temperaturas.
“Tenemos un programa de mejoramiento que tiene más de 30 años y lo que se hace es buscar plantas que tengan características superiores para ciertos aspectos que necesita el cultivo como la producción, el rendimiento y la calidad post cosecha”, señala María Elisa Maggio, investigadora en Mejoramiento Genético de Legumbres Secas del INTA.
A partir de esas plantas superiores se obtienen ejemplares descendientes que se autofecundan hasta formar una familia con la misma composición genética, un proceso que dura entre cinco y seis años. Recién en ese momento se puede evaluar en los distintos lugares de cultivo cuáles especies son más estables, cuáles tienen mejor adaptación y cómo se comportan ante enfermedades. Hasta elegir la mejor opción y registrarla, el trabajo puede llevar 15 años.
“Lo que se hace en el mejoramiento es obtener nuevos materiales más adaptados a las condiciones climáticas que son cambiantes. No es lo mismo una variedad que se sigue sembrando pero que ya tiene 20 años de su creación a una nueva que ha sido expuesta a las condiciones actuales”, cuenta Maggio.
Argentina es uno de los países que menos consumo de legumbres tiene a nivel mundial. Mientras que el promedio global es de ocho kilos per cápita por año, el país oscila entre 250 y 800 gramos. Es decir que se come entre 90 y 95 por ciento menos si se compara con los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
“Como en nuestro país se consumen muy poco por una cuestión de hábito, entonces tenemos que mirar las preferencias de los consumidores de otros lugares. Sin embargo, fomentar su consumo interno es muy importante. Más allá de que este poroto se adapta a una demanda en el exterior, somos capaces de producir alimentos de excelente calidad para nuestro propio consumo interno”, destaca Marcela Fili, investigadora del INTA Salta.
En este sentido, el 95 por ciento de los porotos que se producen en el país son exportados a Brasil, Centroamérica, Europa y parte de Asia. Según el Consejo Agroindustrial Argentino, se exportaron 174 mil toneladas de legumbres en el primer cuatrimestre del año por un valor de 123 millones de dólares, lo que significó un crecimiento del 25 por ciento con respecto a 2022.
“La producción de poroto en la provincia de Salta es muy importante y es nuestra principal fuente de ingresos. La mayoría de lo que se produce se exporta y en el caso del poroto negro hablamos de 200 mil hectáreas aproximadamente”, destaca Fili.
Por otro lado, la disponibilidad de nuevas variedades de semillas superiores a las existentes permite generar convenios con empresas que las producen a nivel comercial y obtener regalías correspondientes a la propiedad intelectual para que el INTA pueda seguir trabajando a través de estos ingresos y amplíe sus investigaciones.
* Nota publicada originalmente en Página 12
Con información de la Agencia de Noticias Científicas