La creciente población mundial y los recursos alimentarios limitados están planteando un gran desafío para el futuro: ¿cómo alimentar a 10 mil millones de personas en 2050? Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas, la producción de alimentos tendrá que aumentar en un 70 por ciento para poder satisfacer las necesidades de toda la población. Ante esta situación, los científicos y la industria alimentaria trabajan activamente en la búsqueda de soluciones que sean sostenibles y eficientes. Desde la Agencia de noticias científicas de la UNQ, realizamos un repaso al respecto.
Una de las opciones que gana fuerza es el consumo de insectos como fuente alternativa de proteínas. En muchos países, se presentan como una elección viable debido a su bajo costo de producción y los beneficios ambientales que conlleva, ya que utilizan menos agua que el ganado convencional y su cría requiere menos tierra
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En cuanto a su valor nutricional, son ricos en proteínas y pueden desempeñar un papel importante en la alimentación de niños desnutridos. También contienen fibra y micronutrientes esenciales. A nivel de salud, plantean un riesgo reducido de transmisión de enfermedades zoonóticas. Actualmente, el consumo por parte de los seres humanos se practica en diversas regiones de Asia, África y América Latina, complementando la dieta de aproximadamente 2 mil millones de personas.
Otra opción que está tomando protagonismo es el cultivo de microalgas como fuente de nutrientes y proteínas de alto valor nutricional. Ante la sobreexplotación de los recursos terrestres, la industria alimentaria está centrando su atención en el mar, que ocupa dos tercios de la superficie terrestre. Las microalgas contienen lípidos, proteínas y carbohidratos en cantidades elevadas, y se están considerando como una alternativa prometedora.
Se utilizan principalmente como suplementos alimenticios, pero su potencial como ingrediente alimentario está despertando el interés de las compañías de alimentos. Muchas empresas ya están explorando su uso en la creación de nuevos productos alimenticios.
Del laboratorio a la mesa
En un contexto donde la conciencia sobre la sostenibilidad, el bienestar animal y la salud está llevando a un descenso en el consumo de carne tradicional, la alimentación del futuro está tomando un rumbo revolucionario.
Una de las tendencias más notables, quizás la innovación más revolucionaria, proviene del desarrollo de carne artificial cultivada in vitro. Este proceso implica la extracción de células de un animal vivo, seguido de la selección de células madre, que luego se cultivan en un medio de suero fetal. Aunque existe polémica en torno al uso de suero fetal, este enfoque demostró ser una vía prometedora para obtener carne real, sin necesidad de criar o sacrificar animales.
Esta tecnología ofrece la posibilidad de crear una amplia variedad de productos, desde hamburguesas y salchichas hasta bifes de chorizo que son prácticamente indistinguibles de aquellos obtenidos de animales convencionales.
Otra línea de vanguardia en la alimentación del futuro es la producción de alimentos ricos en proteínas a partir de electricidad, aire, agua y bacterias. Esta tecnología, aún en fase de desarrollo, ofrece un enfoque novedoso y prometedor para abordar la creciente demanda de proteínas de alta calidad de manera más sostenible y eficiente.
El cultivo de frutas y hortalizas en condiciones extremas también está emergiendo como una solución para enfrentar desafíos ambientales, como la desertificación y la escasez de agua. Gracias a la aplicación de tecnologías avanzadas, es posible cultivar estos alimentos en zonas desérticas, brindando opciones nutricionales a regiones que anteriormente cuidarían de ellas.
Comida impresa en 3D
En plena transformación del sistema alimentario hacia un modelo más respetuoso con el ambiente, la sostenibilidad y la tecnología resultan claves en el desarrollo de nuevos alimentos. Así, la impresión 3D de alimentos, abre nuevas posibilidades en el mundo de la nutrición personalizada y la creación de alimentos saludables basados en necesidades individuales.
En este proceso de fabricación controlado, se construyen productos capa por capa y ofrece ventajas potenciales que podrían cambiar la forma en que se concibe la dieta diaria.
Esta tecnología tiene el poder de diseñar y fabricar alimentos con un contenido nutricional específico, adaptado a las necesidades individuales de cada persona. Esto podría ser de gran beneficio para grupos con requisitos particulares, como atletas, mujeres embarazadas, personas con condiciones médicas específicas y más.
Además, permite el uso de nuevos ingredientes funcionales que podrían mejorar la calidad nutricional de los alimentos. Desde harinas de insectos, que son ricas en proteínas, hasta cáscaras de frutas, que ofrecen una alta cantidad de fibra dietética, se trata de ingredientes pueden ser incorporados de manera eficiente en las formulaciones de alimentos impresos.
Con todo, la ciencia en la cocina abre un mundo de posibilidades para los alimentos de las próximas décadas. Desde cultivos más resistentes y sostenibles hasta carne cultivada en laboratorio, pasando por envases inteligentes y alimentos personalizados, estas innovaciones son fundamentales para garantizar una alimentación sostenible y nutritiva para las generaciones futuras.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas