“Nos quitan el trabajo”, “vienen a atenderse gratis en los hospitales públicos y los colapsan”, “viven de los planes sociales”, “ no quieren laburar y son todos delincuentes”, “son los que entran la droga”, son algunas de las ideas y frases sobre migrantes que circulan en las redes sociales y medios de comunicación permanentemente. Pero también estas expresiones son reproducidas por los sectores más regresivos de la política que los utilizan en medio de un período de campaña electoral como el que nos atraviesa por las elecciones 2023. El carácter discriminatorio y estigmatizante de estas afirmaciones sienta las bases de un sentido común xenófobo y un discurso que se extendió a lo largo de los años, a pesar de las políticas públicas integracionistas y el fortalecimiento de los vínculos con los países de la región.
La semana pasada fueron Patricia Bullrich y Luis Petri, precandidatos a presidenta y vice de Juntos por el Cambio, quienes introdujeron de lleno la temática en la campaña. Primero fue la exministra quien, en el marco de su presentación en el XVI Foro del Atlántico, afirmó que en las universidades argentinas “tenemos casi la mitad de la matrícula de alumnos extranjeros que vienen y toman las posibilidades que la Argentina da”. Y posteriormente fue el exdiputado nacional por Mendoza quien eligió a los inmigrantes como blanco de sus críticas en relación a la salud pública: "La Argentina está destinando recursos a extranjeros que vienen en tours sanitarios y en muchos casos a hacerse operaciones programadas. No estamos hablando de operaciones de emergencia. Ese servicio de salud lo estamos pagando con nuestros impuestos".
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Las reacciones de repudio generalizado no se hicieron esperar, y rápidamente salieron a responderle funcionarios del gobierno nacional y referentes políticos, pero también directivos universitarios, investigadores especialistas y miembros de organizaciones de migrantes. En Argentina, según datos de la ONU, en 2019 la población migrante era de 2 millones de personas, lo que representa un 4,9% del total. El 76% de lxs migrantes tiene una residencia permanente en la Argentina, frente al 8% con un permiso de residencia temporaria. Demás esta decir que en nuestro país las personas migrantes y refugiadas están contempladas en legislaciones vertebrales como la Ley de Migraciones Nº 25.871 y la Ley General De Reconocimiento y Protección al Refugiado N° 26.165, que garantizan el derecho y el acceso a servicios sociales, bienes públicos, salud, educación, justicia, trabajo, empleo y seguridad social, desde una perspectiva intercultural y de derechos humanos.
El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación Daniel Filmus manifestó al respecto que “en su afán por cerrar y volver a ajustar la universidad pública, Bullrich despliega tremenda ignorancia", y compartió los datos oficiales sobre estudiantes extranjeros que contradicen lo enunciado por la precandidata cambiemita. Según información del Ministerio de Educación de Nación en Argentina, de los 2,5 millones de estudiantes que realizan estudios de pregrado, grado o posgrado en las universidades nacionales del país, solamente 108 mil son extranjeros, lo que representa total el 4,4% del total de la matrícula.
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Con respeto a la salud, lo primero que hay que advertir en discursos como el de Petri es la imagen falsa del colapso general como detonante de estigmas y prejuicios sobre el abuso que hacen los extranjeros, sobre todo de países limítrofes, de los hospitales públicos y del sistema de salud. La idea que sobrevuela por detrás es que "los argentinxs pagamxs, con nuestros impuestos, la salud de los inmigrantes". Las cifras indican que no es cierto que vengan a usar y abusar de los servicios públicos. Por ejemplo en CABA, según las estadísticas del Anuario del Ministerio de Salud de la Nación de 2016, de los egresos hospitalarios sólo el 0,04% de las personas egresadas tenía su residencia habitual en el extranjero. Según un estudio publicado en el diario La Nación, en el Hospital Posadas, uno de los más importantes de la Provincia de Buenos Aires, entre enero y octubre de 2018 se atendieron a 638.702 pacientes, de los cuales solo el 3,47% eran extranjeros.
Pero esta situación además es dinámica, personal y depende del nivel del integración de las personas. Según surge de la 1° Encuesta Nacional Migrante en relación al tipo de cobertura a la que accede esta población, sucede generalmente que son los migrantes recientes quienes dependen del sistema de salud público, situación que luego cambia con su permanencia y el acceso a empleos formales que les permiten tener obras sociales o prepagas.
“Usted es una mentirosa pero además es una xénofoba”
Una de las respuestas más categóricas fue la de Camila Espinola, una joven nacida en Paraguay que vive en Argentina, quien le respondió a Bullrich a partir de un hilo de tuits en los que contó parte de su historia como migrante y su paso por la educación pública, gracias a la cual está pronta a recibirse de Licenciada en Comunicación de la Universidad Nacional de Moreno. En su relato subraya el orgullo de ser migrante y recuerda además a la vida su abuelo quien trabajó labrando la tierra y “ni se hubiese imaginado una nieta universitaria con un promedio por encima de 9”.
Mientras termina su carrera, Camila además es becaria de Investigación y auxiliar de cátedra. “Lo que usted dijo no solo que no es cierto, también es aberrante. Usted es una mentirosa pero además es una xénofoba. Sé que la aclaración no es novedosa, es que me falta decir que usted es una clínica y siniestra. Que no sirve que le hable de esfuerzo, porque usted tiene apellido y nació en cuna de oro. Que no sabe lo que es migrar. Menos lo difícil y doloroso que es dejar el suelo propio por tener la osadía de soñar con un futuro mejor”, indica en un fragmento de su testimonio que se viralizó y llegó a todos los medios.
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“Lo primero que uno siente es indignación ante la mentira, ante la construcción de un discurso de odio y un contenido xenófobo”, expresa Camila sobre este tipo de discursos. En este sentido no le causan asombro ya que son coherentes con la política que lleva a cabo Juntos por el cambio como partido político. “Los migrantes aparecemos como excusa porque es más fácil apelar a un sentido construido que problematizar y resolver. Pero también por la propia incapacidad política que tienen de proponer soluciones y hacerse cargo de las deficiencias que tenemos. Y porque es más fácil siempre buscar un enemigo que no nos es propio, es el otro, y esa construcción de la otredad vienen a responder a eso”, agrega.
Además entiende que, en medio de un año electoral, es un discurso demagógico, pensando como marketing político: “Creo que tiene como objetivo hablarle a un interlocutor que está de acuerdo y piensa de esa manera. Son sentidos comunes que están instalados y determinadas fuerzas políticas los representan y refuerzan. Pero no tiene que ver solo con algo electoral sino que es un sinceramiento político. Juntos por el cambio no solo representa esas ideas, también lo piensa”.
Lxs inmigrantes como chivo expiatorio
Históricamente lxs inmigrantes han funcionado como un chivo expiatorio de diferentes problemáticas y mucho más en procesos electorales o períodos de crisis económica. Lourdes Rivadeneyra es peruana y vive en Argentina hace 30 años. Es coordinadora Nacional de la Red de Migrantes y del Departamento de Trabajadores Migrantes de la CTA. Señala que lo que dijeron Bullrich y los candidatos de Juntos por el cambio no es solo un discurso, sino algo que creen y militan: “La derecha siempre nos ha usado como chivo expiatorio de todos sus problemas. Tiene que tener un culpable o un enemigo interno, y quién mejor que nosotros los migrantes, los que no somos nacionales, y no tenemos los mismo derechos que un argentino, somos la parte más débil de la cadena. Cuando gobernó Macri, por ejemplo, nosotros teníamos la culpa de que el sistema de salud era cada vez más deplorable, que no haya trabajo, de la delincuencia. Cuando en realidad cada vez ponían menos presupuesto para la salud, la educación y las políticas que ellos instalaron eran políticas de hambre para el pueblo”.
Esta dinámica de representar a quienes viene de afuera como un problema reivindica una tradición restrictiva, contradiciendo el espíritu de la ley de migraciones 25.871, que los demoniza sobre la base de datos falsos: "Nos dicen que venimos a robar el trabajo, la salud y la educación, que somos delincuentes, que alguna mujeres migrantes de algunas colectividades son prostitutas. La realidad es hay un racismo estructural en parte de la sociedad argentina que no podemos desconocer, y después los medios de comunicación hegemónicos que son un gran motor para que todo esto se cree y se reproduzca”, explica la militante peruana.
No casualmente, durante el gobierno de Mauricio Macri se firmó un polémico decreto, el DNU N° 70/2017, que amplió los mecanismos para expulsar personas extranjeras del país, incluso en casos en los que no tuvieran una condena en el fuero penal. En 2021 el Presidente Alberto Fernández derogó dicha medida, devolviendo la vigencia de la Ley de Migraciones a su estado previo, y marcando un quiebre con la política migratoria restrictiva y anti derechos humanos de Juntos por el cambio. “Por eso también nuestra lucha como migrantes, o al menos desde nuestro espacio, es por entendernos como sujetos y sujetas políticos, ocupar lugares de decisión y lograr el voto a nivel nacional”, concluye la militante por los derechos de lxs migrantes.
Julieta Nicolao es Investigadora de la Comisión de Investigaciones científicas de la Provincia de Buenos Aires, y sostiene que este tipo de discursos se asentaron en los imaginarios a partir de la década de los 90 y desde entonces aparecen recurrentemente. El objetivo según la investigadora tiene un fin político ligado a “colocar la responsabilidad sobre distintas problemáticas sociales en un enemigo externo, para capitalizar o de promover el resentimiento económico, la frustración social, en un sector donde la población migrante es percibida como una carga”. El diferencial de estas expresiones es que no tienen costo político para las derechas: “los migrantes no votan y no tienen el derecho político a poder elegir autoridades nacionales. Entonces no hay manera de poder castigar esta práctica. Fijémonos que los en los espacios subnacionales, provinciales y municipales en aquella jurisdicciones donde la población migrante ya tiene mayores derechos políticos, esto ha comenzado a mermar”.
Cerca de la situación a nivel mundial analiza que, sobre todo los países desarrollados, atraviesa hace dos décadas un período de control y criminalización de la migración que la pandemia vino a potenciar particularmente: “El fracaso de estas prácticas lo percibimos a diario cuando vemos, por ejemplo, la crisis humanitaria en las costas de los estados europeos donde mueren miles de familias en una situación tremenda. Y lo que sucedió en la pandemia en este marco es que básicamente se fortaleció y se apeló con contundencia un discurso nuevamente nacionalista que coloca a la amenaza a la seguridad de la población en quién viene de afuera, en el extranjero, en el eventual portador del virus y esto habilitó un ciclo intenso de mayores controles y restricciones ahora bajo un fundamento más estrictamente sanitario. Esto acarrea ante todo estos discursos que no solo son inofensivos, sino que además se materializan en abusos, en maltrato, en violencia institucional y generan como clima sociales del fuerte xenofobia y racismo”.
La internacionalización educativa es un factor de prestigio y reconocimiento
Con respecto a la cantidad de migrantes que estudian en Argentina, Nicolao explica que los recursos discursivos de Bullrich demuestran falta de información y omisiones significativas sobre la internacionalización de la educación superior que es un salto cualitativo y cuantitativo para nuestras universidades: “La movilidad estudiantil a nivel internacional constituye un fenómeno global del que Argentina forma parte. Por este proceso, las universidades adquieren dimensiones internacionales, crece el número de intercambios a través de su fronteras, en la de formación, la investigación y la producción científica. Argentina forma parte de esta tendencia porque tiene una amplia oferta educativa superior de calidad, tiene su sistema público de gran prestigio, pero también el sistema privado que recibe mucha afluencia de estudiantes internacionales”.
Las manifestaciones de referentes de Juntos por el Cambio no solo ignoran que la educación superior para la población migrante es un derecho adquirido, sino que denotan una mirada meramente utilitarista, que mide la ecuación costo – beneficio: “Si pasamos a una lectura más utilitaria, que analiza qué ganamos y qué perdemos, con la presencia de estudiantes internacionales en nuestro país, también hay mucho para decir porque hay que considerar el aporte económico indirecto que hacen los estudiantes internacionales en las economías locales, de las ciudades donde se insertan, a las universidades en las que se incorporan: las personas y estudiantes migrantes alquilan, se alimentan, se visten, se movilizan, hacen turismo al interior del país, tienen esparcimiento, reciben visitas etcétera. Muchas de estas personas van a universidades privadas aranceladas, hacen cursos de posgrado pagos”.
Al mismo tiempo, la presencia de migrantes en las instituciones educativas enriquece los procesos de enseñanza y aprendizaje, fortalece las redes profesionales que después se crean en esos ámbitos, es un factor de prestigio y de reconocimiento externo, y hace que quienes estudian en la universidad en Argentina generalmente se conviertan en embajadores del sistema todo y retroalimenten esta movilidad: “en los rankings de las mejores universidades del mundo se observa cada vez más la categoría de cantidad de docentes y alumnos internacionales que reciben de distintas nacionalidades”.
“Lo que a mí me parece clave es enfatizar en la importancia de combatir mitos y prejuicios con información certera, fidedigna, representativa que los va deconstruyendo, y eso es justamente lo que estamos haciendo quienes participamos de la Encuesta Nacional Migrante de Argentina, que se está desarrollando este año por segunda vez y lo que busca es producir información actualizada sobre cómo se insertan las poblaciones migrantes a nuestros países en todos los ámbitos y órdenes sociales”, enfatiza la investigadora.