La activista porteña de la comunidad LGBTINB+ Manu Mireles denunció días atrás en redes sociales dos ataques de odio en la misma semana. "Me pegaron al grito de 'put0'", escribió en sus redes sociales. Más tarde, en una entrevista sostuvo que "crecieron los ataques contra personas LGBT porque los agresores se sienten legitimados por la derecha". Esa problemática fue advertida, también, por les integrantes del Equipo de Investigación Política (EdiPo) de la Revista Crisis con apoyo del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) y, para abordarlo, armaron un mapa llamado Radar para comenzar a llevar el registro de manera colaborativa de los hechos de violencia que se cometen contra actores políticos, dirigentes, militantes o en sus locales o casas..
"Sabemos que este hecho no es aislado, sino producto de los discursos de odio que circulan de manera constante y que nos ponen en peligro", es el análisis que hicieron desde el Bachillerato Mocha Celis, del que Manu es secretaria académica. Desde el equipo de investigación coincidieron con esa mirada. "Venimos viendo estas reacciones desde hace unos años, pero sobre todo desde el intento de magnicidio de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que operó como emblema y punta de lanza de los ataques y violencia de la derecha radicalizada", dijo ante El Destape, el integrante del EdiPo Nicolás Pohl.
Si se mira el mapa del Registro de Ataques de la Derecha Radicalizada (Radar), se puede notar el aumento de los hechos: en 2020, fueron registrados 16 ataques; en 2021, 49; en 2022, 51; y en este año, 64. Los hechos se pueden reportar por cuenta propia, pero también son relevados a través de sondeos en medios de comunicación, que son constatados. Cuenta, además, con un semáforo que indica, en amarillo, ataques a símbolos y lugares; en naranja, actos de intimidación y hostigamiento; y por último, en rojo, atentados contra la integridad física y la vida.
“Llamamos derechas radicalizadas a aquellos sectores de la ultraderecha que apelan directa o indirectamente a la violencia como método de acción política. No se trata de un calificativo orientado al contenido de sus ideas, sino a las agresiones y ataques desplegados con intención de silenciar, amedrentar, disciplinar o aniquilar reivindicaciones de derechos individuales y/o colectivos, instaurar miedo e influir en la discusión pública”, explicaron en un comunicado.
Pohl explicó que el mapa permite ver las "zonas calientes", así como en qué tipos de espacios y territorios es más común o más "vulnerable", sobre todo para pensar en medidas de seguridad, dijo, que pueden ir desde la organización y seguridad en marchas, hasta la disposición de infraestructura que se utiliza (como, por ejemplo, si un local da a la calle o si conecta con determinados espacios). Por eso, sostuvo, lo apropiado es comprender este mapa como "una herramienta de autocuidado".
Cuando se habla del aumento de los hechos registrados, la lectura que hizo Pohl es que el ataque contra la vicepresidenta funcionó como "un acto disciplinario" contra la militancia que "quedó perpleja, un poco inactiva y un tanto paralizada" porque -dijo- el miedo produce un "efecto paralizante". Ahora bien, visibilizar estos hechos, no tiene que ver con esparcir el miedo, sino con generar información y conocimiento, ya que la idea es abrir la red colaborativa para analizar las distintas dimensiones del fenómeno de la violencia. En ese sentido, Pohl sumó al análisis que con estas acciones quienes se podían identificar como "antagonistas políticos", ahora pasan a ser "enemigos por su forma de manejarse con expresiones radicalizadas" en la vida pública.
El escenario actual no es menor: meses después del intento de magnicidio de la vicepresidenta, llegaron las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), cuyos resultados dejaron en primer lugar al candidato ultraderechista Javier Milei. Más allá de eso, la mirada es propositiva: "Esto puso en debate cuestiones que pensábamos políticamente naturalizadas en la democracia como el proceso de memoria, verdad y justicia y, sobre todo, reflotó el negacionismo. Creemos que este mapeo puede llegar a aportar los insumos no sólo a una reflexión sino a una inspiración para volver a reorientarse políticamente sobre el avance del fascismo y de la derecha radicalizada con iniciativa y ganas de que Radar funcione como una red, una comunidad en la que quienes se involucren a investigar, participar y relevar la información puedan presentar dimensiones propositivas, nuevas claves de lectura, aportes significativos".
El objetivo, afirmaron desde Radar, es "fortalecer la democracia y la defensa de los derechos humanos" y sumaron: “Buscamos aportar herramientas que enriquezcan con información y análisis colaborativos el debate público democrático hacia la construcción de respuestas jurídicas, políticas y comunitarias a la altura del desafío".