Finalmente, a más de una década de que fuera concebido, hoy a las 11 y media se inauguró un nuevo y deslumbrante edificio en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA: “Cero + Infinito”. Allí se mudarán los departamentos de Computación y Ciencias de la Atmósfera y los océanos, y el Instituto de Cálculo. También albergará un nuevo Instituto Insterinstitucional de Ciencia de Datos.
“La alegría es inmensa, no solo la siento como ministro, sino también como investigador del Conicet y graduado de la UBA –dijo Daniel Filmus durante el acto en el que se cumplió con la entrega formal–. Este edificio es para la construcción de conocimiento y para mejorar las condiciones de vida de nuestra gente, no es solamente para la formación de quienes van a transitar por acá Esto demuestra que las políticas de ciencia y tecnología necesitan del largo plazo. Einstein decía hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo tenía sus dudas… No repitamos la estupidez de no tener políticas de Estado. Construyamos sobre la base de la ciencia y la tecnología”.
Por su parte, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof coincidió: “Conozco este edificio como quien ve una ecografía y después ve al niño cuando nace. Seguimos su gestación y vimos montones de maquetas. Un proyecto hermoso, pero muy caro y los fondos no alcanzaban. Fuimos a pedir auxilio a la Corporación Andina de Fomento (CAF). Tenía no solo muchas virtudes por lo edilicio, por lo simbólico, sino también por sus propósitos. Se resolvió apoyarlo y verlo hoy concluido es mucho más lindo que lo que prometía el proyecto Va a ser un emblema del desarrollo de la ciencia en la Argentina, del vínculo entre Estado y Universidad, del aparato productivo, tecnológico… Estoy muy emocionado. Es importante que las cosas se concreten y se cierren ciclos”.
El nuevo complejo es una construcción trapezoidal de 17.000 metros cuadrados, con planta baja y primer piso, aulas y laboratorios, dos patios interiores con forma de elipse y el signo del infinito especialmente diseñados para preservar los árboles nativos que ya había en el terreno. Está anexo al Pabellón 1 de la Ciudad Universitaria con el que conforma una unidad.
Es de bajo mantenimiento, amigable con el ambiente, integra en un mismo ámbito la docencia y la investigación, y se espera que promueva la colaboración entre la universidad, el aparato productivo y el Estado. El área perimetral externa de la planta baja está destinada a las aulas. Las áreas restantes, a salas de reuniones, de servidores, bibliotecas, bares y áreas de lectura. Dispone de 10 salas de computadoras, para 50 máquinas cada una; 19 aulas con capacidad para 60 alumnos, y mesas y sillas móviles, y cinco de seminarios en forma de anfiteatro para 100 personas. Su sistema de climatización termomecánica le permite un ahorro del 70% en el uso de la energía.
Por su diseño, acaba de ser incluido entre los finalistas del Festival Mundial de Arquitectura, que se realizará en Lisboa, entre el 1º y el 3 de diciembre.
Su historia es singular. Pudo levantarse gracias a la tarea incansable del ex decano de esa casa de estudios, Jorge Aliaga, y al aporte del matemático Sebastián Ceria y el arquitecto Rafael Viñoly, ambos egresados de la UBA. Viñoly donó el diseño (calculado en un 4% del valor de la obra, que costaría unos 30 millones de dólares) y Ceria, los costos netos del proyecto, equivalente a unos 150.000 dólares. Lino Barañao y Axel Kicillof, en el momento de su inicio ministros de Ciencia y Economía, respectivamente, gestionaron un préstamo de la Corporación Andina de Fomento que permitió avanzar con las obras.
La construcción terminó hace más de un año, pero fue objeto de tiras y aflojes entre la Facultad y el rectorado de la UBA. Ahora, finalmente, se inaugura y como dice Ceria, matemático graduado de la UBA y Presidente de Fundar, es “una bandera de las ciencias exactas y naturales que tienen mucho que ver con el futuro”. Y agrega: "Dado que la computación creció muchísimo en estas décadas, se nos ocurrió la idea de crear un nuevo ámbito que atraiga tanto a los científicos como al público en general. Ojalá que tengamos muchos imitadores y que este ejemplo se multiplique. No importa el tamaño de la donación, la universidad necesita de todos sus graduados".