Ser mujer trans y sobrevivir a la dictadura: la historia de Julieta González, sinónimo de memoria y lucha

En díalogo con El Destape, contó detalles del calvario que pasó en la última dictadura cívico-militar. Su historia de vida y por qué es importante preservar la memoria: "Hay muchas mujeres trans mayores que ya no viven. Muchas amigas han muerto y muchas quedaron en estados de indigencia".

02 de diciembre, 2022 | 13.47

La sangrienta dictadura cívico-militar ocurrida entre 1976 y 1983 dejó un sinfín de historias que todavía generan un gran dolor en la Argentina. Las heridas siguen abiertas, tanto para aquellas personas que se salvaron como así también para familiares y amigos de víctimas o desaparecidos. Y entre tantas historias, las que quizás menos fueron visibilizadas son las de las mujeres trans que fueron torturadas, perseguidas, desaparecidas y asesinadasEl Destape dialogó con Julieta González, que compartió detalles del calvario que pasó tan sólo por ser mujer trans y la importancia de conservar la memoria.

A modo de introducción, Julieta resalta, sobre el Día Internacional de la Memoria Trans: "Tendría que ser todos los días. Es una lucha constante y es muy importante visibilizarlo para que la gente tome más conciencia porque a veces hay mucha gente que no le cae bien". En tanto, agregó que "hay que tratar de que esa gente que tiene un pensamiento equivocado se empiece a dar cuenta de que nosotros también somos personas". Y pese a que resaltó que la sociedad de a poco "va cambiando para bien", indicó que es consciente de que las mujeres trans no tienen mucha esperanza de vida debido a la violencia de género y a que la gran mayoría no le permiten el acceso al trabajo por su identidad"Hay muchas mujeres trans mayores que ya no viven. Muchas amigas han muerto y muchas quedaron en estados de indigencia", manifestó.

Si bien se ha repasado una y otra vez qué es lo que pasó en la dictadura cívico-militar, poco se puso el foco qué pasó con la comunidad LGBTIQ+, que sin dudas estuvo mucho más desprotegida. El ensañamiento era absoluto, ya que el modelo del gobierno golpista que llevaban adelante los militares y la policía era el de Dios, el de la Iglesia que tan sólo comulgaba con el prototipo de familia heterosexual. Es clave tener en cuenta que de acuerdo a las denuncias que recopiló la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (CONADEP) hubo 400 personas de la comunidad LGBTIQ+ desaparecidas por la última dictadura.

Las mujeres trans fueron perseguidas durante la dictadura cívico-militar que tuvo lugar en Argentina entre 1976 y 1983.

En ese contexto, las mujeres trans debían vivir con cuidado y con miedo. Con miedo a ser agredidas, golpeadastorturadasabusadas, violadas, asesinadas o desaparecidas. Lamentablemente, como también le ocurrió a otras tantas personas, Julieta estuvo detenida de manera clandestina en el Pozo de Banfield. "Fue terrorífico lo que escuché ahí... gritos de hombres y mujeres", recordó. Y agregó un dato estremecedor: "Esos coches siempre venían llenos, manchados con sangre, con ropa rota... venían llenos de sangre...". Justo 40 años después volvió a dicho sitio, donde confesó que sintió "escalofríos". "En ese momento, cuando estuve detenida, no me dio escalofríos, pero cuando volví sí. Qué loco, ¿no? Lo que es la inconciencia, la rebeldía de la edad. Fue espantoso volver a ese lugar...", reflexionó.

La historia de vida Julieta González como mujer trans

- ¿Cuál es tu historia personal?

"Yo nací el 10 de junio de 1958 a las 9.20 de la noche. Nací en Tigre y sigo viviendo acá. Empecé el colegio acá y después me di cuenta de que yo quería ser una nena. Yo pensaba que era una nena y me hacía ropita. Siempre recuerdo que cuando era chica me habían regalado una pelota y no era lo que yo quería, ja. No la quise, pero después bueno, mi familia que son divinos... a los 9 años mi papá murió. Y en el colegio ya empezaba a travestizar. Yo no quería cortarme el pelo, me gustaba jugar con mis amigas. Yo a esa edad pensaba que era una mujer... y después empecé a trabajar en la calle. Mi familia me ayudó mucho para que yo no trabajara en la calle. Somos siete hermanos y ellos se fueron casando, yo fui cuidando a mis sobrinas. Iba a plancharle a una hermana o a la otra y ella me pagaba con tal de que yo no saliera a la calle a trabajar. Ahora voy a cumplir 65 años. Después la policía, los calabozos, las detenciones por ganas de venir a joder... en el '76 subieron los militares el 24 de marzo y yo tenía 17 años. Iba a cumplir los 18 en junio, pero ya tenía el pelo largo. Ya me travestizaba. Después vino la democracia, que seguían las mismas leyes. Los códigos policiales eran lo mismos. El abuso de autoridad estaba, pero en esa época más todavía. Ahora existe la policía mala, pero no tanto ya... en esa época era muy duro".

Julieta González, mujer trans que sobrevivió a la dictadura cívico-militar.

Durante un tiempo, Julieta González fue trabajadora sexual. Sin embargo, y gracias a la ayuda de familiares y amigos, pudo desempeñarse como empleada doméstica y trabajar durante varios años. "Dejé la calle y empecé a limpiar casas. La primera persona que me abrió la puerta de su casa fue Gogó Rojo, una vedette conocida. Después empecé a ir a otras casas, a cuidar abuelos". Y agregó: "Me empezaron a recomendar en otras casas, pero nunca me quedé sin trabajo. Gracias a Dios..., pero era cansador porque me iba a las 5 de la mañana y volvía a las 11 de la noche. Hubo momentos en los que iba a tres casas porque me recomendaban. Nunca tuve obstáculos para tener trabajo". 

El testimonio de Julieta González sobre la dictadura cívico-militar: el día que intentaron aprovecharse de ella en la colimba

- Desde tu experiencia, ¿cómo fue vivir los tiempos de la dictadura cívico-militar? ¿Fuiste perseguida?

"La época de la dictadura fue espantosa. Toda la juventud de mi adolescencia se la llevaron esos desgraciados. Me acuerdo cuando fui al servicio militar y yo ya estaba con el pelo largo. Yo estaba linda y más con esa edad, ja. Y mi mamá me preparó la ropa. Yo no quería que me peguen. Yo no le contaba las cosas que pasaban en la comisaría porque sino se preocupaba. Y me acuerdo que mi mamá me dejó mi ropa guardada y yo me fui de mujer, toda pintadita. Ella no creía que yo era una chica trans porque tampoco había muchas. Estaban los milicos en el poder y muchas no salían a la calle porque tenían miedo. Y yo no sé por qué, pero en la rebeldía de la adolescencia me fui vestida de mujer a la colimba de San Martín. Y me acuerdo que en la fila para entrar a la colimba venía uno que decía 'pónganse en fila, ¿qué se piensan? ¿Qué están en su casa? Acá van a cambiar, acá se van a hacer hombres'.

-¿Cómo fue ese episodio?

Estaba lleno de chicos varones... y me acuerdo que a mí me dijeron 'señorita, ¿usted qué está haciendo acá?'. Y yo dije 'no, estoy acá...'. Y me dijeron 'pero mujeres acá no pueden estar, vaya para allá'. Y me fui. El tipo seguía gritando... yo me volví a poner en la fila y al rato veo que me ve de nuevo en la fila para decirme 'Señorita, ¿no le dije a usted que las mujeres no pueden estar?'. Y le dije 'mirá, a mí me llegó esto, este es mi documento y me llegó esta carta a mi casa'. Yo se lo dije en voz baja... y me dice 'Pero esta no sos vos'. Y me miraba, me miraba... me sacó el documento y la carta. Se va para el cuartel y vuelve con un montón de milicos. Y uno me mira y me dice: '¿Usted es esta persona?'. 'Sí, soy yo', le digo. Se sentía el ruido de las botas... y me llevan a una pieza en la que estaban varios chicos jovencitos haciendo el servicio. Se sentó en una oficina grande de madera y me empezó a hacer preguntas, como por ejemplo con quién vivía yo, qué hacía de mi vida... yo no le decía que trabajaba en la calle. Me miraba y me miraba... y en un momento me dijo 'yo te voy a aplicar una inyección, una vacuna...'. Después de eso, llama a otro colimba para que llame a una enfermera. Me saqué el corpiño porque yo tomaba hormonas. Yo tenía tetas y me preguntaba por qué las tenía. '¿Quién te las pone?'. 'Yo me las pongo', le dije. Yo tomaba unas pastillas y también me inyectaba, por eso tenía tetas a los 17 años. Las hormonas me mejoraban la piel, la cara, la voz... todo me hacía la hormona. Me pusieron una vacuna y me dijo 'te voy a firmar el documento para que no vuelvas a retirarlo'. Y me dijo 'te voy a pasar un teléfono porque quiero que me llames'. Y le dije que no tenía teléfono. Había uno cerca de mi casa, por una estación de servicio. Nunca fui a llamarlo. Y a los tres meses sentí en la casa un golpe. ¡Blum! Era la puerta. Teníamos dos piezas y un baño. Yo dormía en la cama de mi mamá, miraron y pensamos que era algo que solía hacer la policía de entrar a las casas. Me acuerdo de que me querían llevar.

-¿Qué sentiste en ese momento?

Mi mamá y mi hermana lloraban hasta que me llevaron a San Martín. Los vigilantes me llevaron y tenían una amabilidad... había soldados, milicos y me recibió el comisario. El comisario me hizo sentar y me sorprendió que fueran amables. Esperé como una hora y pico... no entró nadie ni nada. Pasó el tiempo, abren la puerta y era el milico que me había recibido el documento. 'Yo a vos te dije que me llames', me dijo. Y le dije que no tenía teléfono. Y me dijo 'vos me tendrías que haber llamado' y 'ahora te vas a tener que quedar acá como 90 días'. Y como que en ese momento era normal que te quedaras en el calabozo entre 30, 60 o 90 días... y le dije: '¿Puedo avisarle a mi mamá?'. Me dijo que no, se fue y a la hora vino un comisario para decirme 'tomátelas de acá, dale, dale...'. Salí corriendo de la brigada y me tomé el 343 que me traía a mi casa. Mi mamá lloraba...".

 

Qué libertad encuentra Julieta González en la actualidad en comparación con la época de la dictadura

- ¿Qué libertades encontrás en la actualidad que en la dictadura no había? ¿Considerás que en la sociedad argentina se está avanzando en materia de derechos humanos? ¿Qué derechos hacen falta conquistar?

"Ahora todas las libertades están, gracias a Dios. La libertad es algo que no tiene precio, estar libres después de estar presa, pisar ahí afuera cambia en uno... lo que habrá sido para esa gente, pobre... que han estado y la han matado. La libertad es algo que no tiene precio. A la sociedad argentina le falta un poco, le falta un poco..., pero se logró mucho. Yo soy parte de ese cambio porque si en ese momento no hubiéramos hecho lo que éramos... desde los 14 años me llamo Julieta y yo soy Julieta González. Gracias a Dios vino el documento... fue una cosa muy importante. Lo más importante fue mi documento de identidad (NdeR: gracias a la Ley de Identidad de Género, sancionada el 9 de mayo de 2012 por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner). No sabés... cuando lo tuve en mis manos y decía Julieta Alejandra González, ay... hasta ahora me emociono, te juro... era tocar el cielo con las manos. Nadie ya me iba a llamar por el nombre que ya tenía, que era un nombre de hombre. Para mí fue lo más".

Julieta González, mujer trans que sobrevivió a la dictadura cívico-militar, fue reconocida por la Provincia de Buenos Aires en agosto de 2022.

Las desigualdades que aún persisten 

- ¿Qué hace falta para que las personas trans puedan ser mucho más reconocidas y aceptadas por la sociedad?

"Gracias a Dios estamos aceptadas, aunque falta todavía... Yo veo que se trabaja en los municipios. He ido a pedir aunque sea un bolsón de mercadería porque también he pasado momentos en los que no tenía para comer. No tenía trabajo ni nada. Si no iba a prostituirme, no podías conseguir plata. La mentalidad de la gente ha cambiado, pero todavía falta. Sería bueno que haya una ley integral trans. Hay muchas chicas grandes que hoy no tienen una pensión ni nada para que puedan sobrevivir. Yo nunca me fui de mi casa, pero sí sé que a muchas las echaron de sus casas por ser mujeres trans. Tenía amigas a las que no podía visitarlas porque los padres no querían que fuera a las casas".

 

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