Para quienes lo conocen, Gerónimo Alberto “Wey” Zapata Bacur (23) es sinónimo de fortaleza, entereza y optimismo. Su pasión por las motos fue una marca que, según su padre, tuvo desde muy chiquito. Comenzó a competir con 8 añitos y marcó la diferencia desde temprana edad, aprendiendo de los consejos de su mentor e involucrándose en cada vuelta, en cada vuelo. Aunque la vida de Wey estuvo marcada por grandes éxitos en el motocross, a fines de 2020, no le jugó una buena pasada.
Wey sufrió un terrible accidente el pasado noviembre, cuando transitaba en un auto por Ruta 40, en Pocito. El joven perdió el control porque, según pudo contar, se quedó dormido. Fueron varios los tumbos que dio el vehículo, que quedó destrozado; casi irreconocible. Fue gracias a una médica que pasaba por el lugar, que le hizo un torniquete en el brazo y lo salvó de no desangrarse. Fue su ángel de la guarda, le salvó la vida; pero la pérdida del brazo fue inevitable.
Las posibilidades que auguraban los médicos y psiquiatras, de que volviera a subirse a una moto eran casi nulas; sin embargo, el joven se repuso de manera casi milagrosa y volvió a subirse a una moto.
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Para que él pudiera volver a correr, los chicos del semillero de motocross organizaron una recaudación, para lograr el cometido. Así fue como en Chubut, el 15 de marzo pasado ganó el MX2. Emocionado en la última carrera de su vida, el joven brindó una nota llorando. Agradeciendo a la gente, agradeciendo a la vida.
Este domingo en San Agustín, Córdoba, todo terminó muy mal. Había dicho que el mejor regalo que tuvo en la vida fue la ovación que recibió cuando volvió a subirse a la moto. “Por lo general te ovacionan cuando ganás, ese día yo gané en todas las vueltas”. Cuando Wey murió, su despedida fue tan multitudinaria que quizás nunca se lo hubiera imaginado. La ovación se multiplicó por mil, pero esta vez las lágrimas alcanzaron a gran parte del pueblo sanjuanino. “Soy feliz acá”, dijo antes de subirse a su moto, por última vez.
Con Scioli, un vínculo inimaginable
Se fue del despacho de Scioli el día anterior a su muerte. Estuvo dos horas usando su gimnasio particular, adaptado. Había pasado tres días con él, recorriendo lugares con el embajador y aprendiendo de sus vivencias, consumiendo sus consejos. Nada fue suficiente para desistir. Al día siguiente, Wey se subió a una moto para competir y una mala maniobra terminó con una caída fatal. Dos motos los embistieron y su deceso fue inminente.
Su muerte causó tal conmoción que desacomodó estructuras mentales al respecto de lo que se debe hacer y lo que no, tras un accidente reciente que ocasiona una discapacidad. Los cercanos al entorno de Wey aseguran que el chico corría como una luz y saltaba más alto que muchos sin su brazo, pero hay otro sector que se pregunta si este accidente pudo haberse evitado.
Enterado de lo ocurrido, el embajador Daniel Scioli, quien convivió con él durante tres días, previo al accidente, brindó su testimonio. “Wey se ganó el cariño de la gente que trabaja conmigo, mi familia, mis amigos. Era muy querible, un carisma tremendo. Le dije que lo iba a acompañar en la rehabilitación y en todo lo que pueda. Siempre le vi nuevos objetivos, pero trataba de bajarlo a la realidad, para que entienda a asuma lo que había ocurrido. Que no valía la pena renegar con lo que pasó, aunque siempre le vi mucha grandeza y una entereza impactante”.
El embajador contó su vivencia juntos, “ese día fuimos a la cancha de Boca y el presidente le regaló una camiseta de recuerdo. Todo transcurría, pero yo quería bajarlo a la realidad, comprendiendo la euforia que se siente después de un accidente de esas características”, comentó.
“Uno trata de salir adelante como si nada hubiese pasado, pero pasó algo grave. Tenés una limitación, tenés una discapacidad. Perdiste nada más y nada menos que un brazo. Y se involucró en un deporte nada más y nada menos que el motocross, tan sensible, tan al límite. Venía en su Instagram, esos saltos que pegaba con un solo brazo y era realmente impresionante. Pero en todo momento dije, ojo… que esa euforia baja. Lo que te rodea va disminuyendo y quedás vos con tu alma”.