Nuevo informe de la OMS: qué revela la radiografía de las drogas a nivel mundial

En este reporte, el psicólogo Gustavo Irazoqui aporta una lectura crítica sobre el consumo de cannabis, cocaína y opioides en el planeta.

05 de julio, 2022 | 14.12

De manera reciente, la Oficina de Drogas y Crimen de la OMS publicó el Informe Mundial de Drogas: un trabajo de relevancia para todos los que trabajamos con consumos problemáticos, en la medida en que arroja datos sobre epidemiología, accesibilidad, problemas de narcotráfico y crimen, y el estado actual de los tratamientos, tanto a nivel regional y mundial.

El informe, de entrega anual, puede asimilarse a una radiografía del estado de situación de las drogas a nivel mundial. Puede ayudarnos a pensar en posibles intervenciones, a diseñar nuevas estrategias para los consumos problemáticos  actuales y a repensar cómo podemos hacer tratamientos más accesibles para aquellos grupos de personas que se encuentren subrepresentadas en los sistemas de tratamientos actuales. Este informe suele ser de lectura obligatoria también para las personas que desde los organismos de salud diseñan políticas públicas para la sociedad y para quienes legislan respecto a los consumos problemáticos.

Epidemiología: cifras que hacen ruido

Durante 2020, aproximadamente, 284 millones de personas alrededor del mundo (de entre 15 a 64 años, la mayoría hombres), accedieron al consumo de drogas. Representa un 26 por ciento de incremento con respecto a 2010. De ese total, 209 millones consumieron cannabis (la más empleada a nivel mundial), 61 millones optaron por opiáceos; 34 millones anfetaminas, 21 millones cocaína, y 20 millones éxtasis.

La producción de cocaína a nivel mundial sigue en aumento desde hace una década, y se encuentra actualmente en su récord de producción de todos los tiempos.

Por su parte, el consumo de cannabis aumenta a nivel global. El 40 por ciento de los países informan que esta droga es la que ha causado más trastorno por uso de sustancias, mientras que el 33 por ciento ha informado que es la droga que más conduce a los pacientes a buscar tratamiento. Asimismo, el informe advierte sobre el aumento de trastornos psiquiátricos y hospitalizaciones debido al consumo frecuente de cannabis.

El informe marca también la alarmante situación de América del Norte, respecto al consumo de analgésicos opioides. Nos informa que en este continente se consumieron 7.500 veces más analgésicos que en África central y del Oeste; y se constituye en la región que presenta mayor número de consumo de estos fármacos.

Respecto a las muertes por consumo de sustancias, el tabaco sigue siendo la droga más mortal, seguida por el alcohol. El uso de drogas ilegales, representa solo el 5 por ciento del total de las muertes relacionadas con drogas. Dentro de este 5 por ciento, la droga ilegal más letal son los opioides que ocasionan el 69 por ciento de las muertes.  

En relación a la pérdida de años de vida saludable (dato que mide la cantidad de años que pierden las personas debido al consumo de sustancias), el orden no se altera: el tabaco está en primer lugar y luego le siguen el alcohol y las drogas ilegales.

Por último, si se tiene en cuenta el consumo por edades, el informe refleja que los jóvenes (15 a 16) usan más drogas que la población general (15-64).

Accesibilidad

Respecto a la accesibilidad el informe arroja tres datos. En primer lugar, de las personas que sufren un trastorno por uso de sustancias, una de cada cinco recibe tratamiento.

En segunda instancia, las mujeres tienen menor acceso a un tratamiento que los hombres: uno de cada dos individuos que consume anfetaminas a nivel mundial es mujer; sin embargo, solo una de cada cinco llega al tratamiento. En efecto, si observamos el consumo de todas las drogas (incluidos los fármacos no prescriptos), las mujeres representan el 40 por ciento de los consumidores; no obstante, constituyen apenas el 20 por ciento de los tratamientos a nivel mundial.

El tercer dato de accesibilidad es que la capacidad de implementar tratamientos para el trastorno por uso de sustancias sigue siendo baja en promedio, y que si nos centramos en tratamientos basados en evidencia científica son aún más bajos, sobre todo en países de mediano a bajo ingresos. Esto quiere decir que mientras menos recursos tiene el país, es peor calidad de tratamientos brinda a su ciudadanía.

Los impactos de la pandemia

El Informe también releva el impacto que tuvo la pandemia de la covid y los efectos del confinamiento en diversas partes del mundo. Algunos de los datos que vale la pena relevar son los siguientes:

  • Aumentó el consumo de cannabis a nivel mundial (sobre todo porque se consumieron más dosis, y no tanto porque hayan comenzado a fumar más personas).
  • Disminuyó el consumo de sustancias en adolescentes (por el aislamiento en las casas, teniendo en cuenta que los adolescentes viven con adultos).
  • Las personas con trastorno por uso de sustancias experimentaron más síndromes de abstinencia y recaídas.
  • Hubo más voluntad para iniciar tratamientos por parte de los usuarios, pero no se encontraron con una mayor oferta de tratamientos.
  • Las personas con trastorno por uso de sustancias se vacunaron menos que el ciudadano promedio (por desconfianza en el sistema de salud y por tener menos acceso al mismo).
  • Aumentó la automedicación con sedativos y benzodiacepinas no prescriptas.
  • Disminuyó el consumo de drogas recreativas, sobre todo del MDMA.
  • Muchos servicios de salud y tratamiento para el uso de sustancias fueron interrumpidos, cerrados, y se limitó la capacidad de atención.
  • La innovación en los servicios de salud (como la telemedicina), probablemente continúe una vez finalizada la pandemia, pero se necesita aportar nuevas evidencias que confirmen su eficacia.  

Desde el Dispositivo Pavlovsky creemos que la población que sufre consumo problemáticos de sustancias, sufre estigmatización en varios ámbitos: son condenados y señalados socialmente, son perseguidos y enjuiciados por el sistema judicial-policial, y en el ámbito de la salud, existen múltiples servicios de salud que al día de hoy no dan tratamiento a personas con Trastorno por uso de sustancias. También sufren estigmatización por parte de los medios de comunicación al relacionar en todo momento al adicto con alguien que delinque, con una especie de paria social.

Esta estigmatización, luego podemos verla reflejada en falta de interés de la sociedad en que las personas con esta problemática mejoren o sanen. Como resultado, se traduce en el aporte de escasas partidas presupuestarias para tratar la problemática, una pobre oferta de tratamientos y muchas veces inaccesibles para la población. Es por eso que desde el Dispositivo Pavlovsky bregamos por la desestigmatización de las personas con consumo problemático, y alertamos que se necesita ampliar el presupuesto destinado a crear más y mejores tratamientos basados en evidencia científica.

Por Gustavo Irazoqui *Licenciado en Psicología, Master en Terapia Cognitiva Conductual de las Adicciones. Miembro del Dispositivo Pavlovsky.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas