La pandemia ya terminó, ¿cierto?
Falso. Aunque se avanzó mucho y el número de casos, hospitalizados y muertes notificados en el país por suerte es muy bajo en este momento, sigue habiendo brotes en distintos lugares del planeta. Además, las variantes altamente transmisibles continúan propagándose, los riesgos de reinfección no se entienden bien y pueden agravarse por las bajas tasas de vacunación y disminución de la inmunidad, la regulación sobre infraestructura edilicia para reducir el riesgo de transmisión en ambientes cerrados es insuficiente (o directamente inexistente), y los efectos del Covid largo siguen incomprendidos. En definitiva, no podemos darnos el lujo de dar vuelta la página sin más.
Tal es el consenso al que llegaron 386 expertos (investigadores, médicos, integrantes de organizaciones no gubernamentales y gubernamentales) de 112 países, entre los que hay cinco argentinos y que hoy se publica en la revista Nature (https://www.nature.com/articles/s41586-022-05398-2) con recomendaciones para “poner fin a este problema mundial persistente que es una amenaza para la salud pública”.
Para elaborarlo, los autores utilizaron una metodología llamada “Delphi”. “Consiste en plantear una lista de declaraciones y recomendaciones que se van modificando en varias rondas o etapas de acuerdo con el feedback de los participantes hasta que se estabilizan y quedan las que reúnen un alto nivel de coincidencia”, explica una de los coautores locales, la investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA), Andrea Pineda, de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. En la mayoría de las diez recomendaciones con mayor aprobación del trabajo, una sola persona no estuvo de acuerdo; hubo otras que se aceptaron por unanimidad.
Los especialistas formularon 41 declaraciones y 57 recomendaciones en seis dominios: comunicación; sistemas de salud; vacunación; prevención; tratamiento y atención; e inequidad. Entre las de mayor grado de conformidad figuran involucrar a las comunidades en la gestión de las respuestas a la pandemia, utilizar un enfoque que enfatice la vacunación, pero no como única medida preventiva, y mejorar la comunicación para reconstruir la confianza pública en los gobiernos y en la ciencia.
“La idea dominante hoy, sobre todo en el mundo occidental, es que la pandemia terminó, y no hay nada más que aprender –destaca el sociólogo e investigador del Conicet, Daniel Feierstein, otro de los coautores locales, junto con el bioinformático de la Universidad Nacional de Córdoba, Rodrigo Quiroga, el físico Jorge Aliaga, de la Universidad Nacional de Hurlingham, y el economista de la salud, Daniel Maceira, investigador del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes) y la Fundación para el Desarrollo Argentino (Fundar)–. En términos de construcción de relatos colectivos tiende a caracterizarse como pacto ‘denegativo’: sin explicitarlo nunca, decidimos que hay algo de lo que no hablamos más. O en todo caso, hay ‘desaprendizajes’, porque lo que aparece como conclusión bastante generalizada en muchos de nuestros países es que el mayor error fue que estuvimos mucho tiempo encerrados innecesariamente o que se perdieron clases. El hecho de que en este contexto Nature publique un consenso de estas características tiene un enorme valor. Porque siguen pendientes muchas cuestiones, como la inequidad (quiénes lograron acceso a las políticas de vacunación y quiénes no), las patentes (continúa prevaleciendo la lógica que pone la ganancia como premio de primera prioridad en las políticas de salud)…”
Según los participantes, hay fatiga de información y un cumplimiento decreciente de las medidas sociales y de salud pública que siguen vigentes, en particular las que afectan la vida cotidiana.
“La recomendación clasificada en primer lugar es expandir la colaboración y tener un enfoque hacia toda la sociedad, que incluya múltiples disciplinas, actores y sectores, ya que es la sociedad como conjunto la que debe encarar la respuesta –explica Quiroga–. La segunda subraya que debe mantenerse la prevención de la transmisión del virus en lugares de trabajo, instituciones educativas y centros comerciales con medidas sociales, intervenciones estructurales, por ejemplo políticas de clases y trabajo a distancia, cuando sea posible, ventilación, filtración de aire y uso de mascarillas. Y la tercera indica que todos los países deben adoptar un enfoque de ‘vacunas plus’; es decir, una combinación de inmunización sumada a medidas de prevención, tratamiento y apoyo económico".
La intención del trabajo es ofrecer herramientas para pensar y planificar una solución a largo plazo no solo en lo sanitario, sino también en otras áreas. Algunas pueden parecer obvias, pero a poco de analizarlas se ve que en la práctica no se están cumpliendo. “Por ejemplo, una de las recomendaciones es que ‘Las medidas que ya no sean válidas científicamente para la prevención deben eliminarse de inmediato de las políticas públicas’ –ilustra Aliaga–. Sin embargo, seguimos hablando de lavarse las manos como si la principal via de transmisión del SARS-CoV-2 fuera por superficies, cuando se sabe que es aérea”. Y agrega Quiroga: “La semana pasada, sin ir más lejos, la OMS puso como principal recomendación para prevenir el Covid-19 la higiene de manos”.
En materia de prevención, el consenso también afirma:
- El SARS-CoV-2 es un virus transportado por el aire que presenta el mayor riesgo de transmisión en áreas interiores con poca ventilación.
- La vacunación por sí sola es insuficiente para poner fin a la pandemia de COVID-19 como una amenaza para la salud pública.
- Cuando el riesgo de daño a otros es lo suficientemente grave, los gobiernos pueden determinar que el derecho de todos los individuos a una buena salud anula la autonomía de cualquier individuo para optar por no vacunarse.
- La suposición de que la endemicidad automáticamente significa que las variantes tendrán menor virulencia no tiene evidencias sólidas y no debe ser una base para la toma de decisiones de política pública.
- Las tasas de infección tienden a aumentar cuando los gobiernos interrumpen las medidas sociales, incluidas las intervenciones no farmacéuticas, independientemente del nivel de vacunación.
- El uso generalizado de máscaras faciales de alta filtración y bien ajustadas (p. ej., N95, KF94, KN95, FFP2/3) es importante para reducir la transmisión; en particular, en entornos de alto riesgo.
- Confiar en el cumplimiento voluntario e individual de las medidas de prevención de la transmisión no es suficiente para acabar con el COVID-19 como una amenaza para la salud pública.
“Me parece que gran parte de estas ideas trascienden el Covid-19 y les caben a muchas otras enfermedades respiratorias que también se propagan por el aire –opina Pineda–. Sobre todo, las que se refieren a medidas estructurales de ventilación y filtrado”. Y aclara que hay que tener en cuenta que “Por supuesto, la ventilación permanente no siempre es posible por distintas razones, como ruidos o mal tiempo. Pero además, en áreas urbanas, la calidad del aire exterior agrega una limitación y es que en lugares que se encuentran cercanos a las avenidas tendría que verificarse que al abrir las ventanas no aumente la concentración de los contaminantes que produce el tráfico vehicular. Algunas guías desarrolladas en el exterior (por ejemplo, en los Estados Unidos y el Reino Unido) lo aclaran. Este es uno de los aspectos por el cual puede ser difícil reglamentarla, pero al menos debería promoverse”.
Algunas recomendaciones en materia de comunicación:
- Líderes comunitarios, expertos científicos, y autoridades de salud pública deben colaborar para desarrollar mensajes de salud pública que mejoren la confianza individual y comunitaria, además de utilizar los medios de comunicación preferidos para diferentes poblaciones y comunidades.
- Los profesionales y autoridades de la salud pública deben combatir anticipadamente la información falsa y la desinformación en base a mensajes claros, directos y adaptados a cada cultura, con la menor cantidad posible de terminología científica que resulte difícil de comprender.
- Instituciones e individuos que deseen fortalecer la confianza pública deben: (i) basarse en evidencia sobre cómo se crea y recupera la confianza; (ii) proveer capacitación y desarrollo profesional, enfatizando las habilidades y aptitudes que generen confianza; y (iii) desarrollar, aplicar y evaluar estrategias comunicativas que tengan como objetivo construir o recuperar la confianza.
- Los gobiernos deben exigir responsabilidad a quienes publiquen información de salud falsa, manteniendo simultáneamente un equilibrio con las libertades civiles.
El trabajo fue muy bien recibido en el plano internacional. Según el servicio SMC España, Manuel Franco, epidemiólogo y profesor e investigador en la Universidad de Alcalá, opina que “Este estudio es interesantísimo por la temática clave en salud pública que aborda y (…) es interesante ver las coincidencias con otros paneles como el del Lancet o las ideas que propusimos otros investigadores para evaluar la pandemia”.
Por su parte, Rafael Cofiño, profesor asociado de la Escuela Andaluza de Salud Pública, también lo considera valioso, pero apunta que “habría que ver si se tuvieron en cuenta todas las miradas y si hubo una buena representación de las ciencias sociales”.
“Creo que estamos en una situación peor que en marzo de 2020 –reflexiona Feierstein–. Si apareciera un nuevo virus o una nueva amenaza de características similares o peores, las condiciones de nuestras sociedades para enfrentarla se vieron más bien destruidas que enriquecidas. Este consenso es una advertencia con respecto a la falta de voluntad de aprender de la experiencia pandémica. Tal vez, en sí mismo no vaya a producir una respuesta inmediata, pero puede dar una guía de orientación de hacia dónde hay que marchar”.
“Muchas de estas cosas las venimos charlando durante estos años, pero lo contundente es que 386 expertos del mundo piensen que hay ciertas cosas que podríamos estar haciendo mejor para garantizar una mejor salud comunitaria”, dice Quiroga.
Y concluye Aliaga: “Tiene sentido seguir reflexionando sobre estas cosas, porque pensar que nunca más nos va a pasar algo así es bastante irreal”.