Este miércoles 28 de agosto, la Iglesia Católica celebra a San Agustín. Aurelio Agustín de Hipona, un hombre célebre que vivió en el siglo IV, dejó un legado inmortal a través de sus escritos y enseñanzas. Este hombre, conocido como Agustín de Hipona, nació en Numidia, una provincia del Imperio Romano en lo que hoy es Argelia, el 13 de noviembre del año 354.
A lo largo de su vida, Agustín tuvo experiencias turbulentas y una personalidad fuerte que no se dejaba influenciar fácilmente. Sin embargo, la influencia de su madre, Santa Mónica, su búsqueda constante de la verdad y su inquietud espiritual lo llevaron a un profundo cambio. Llevó una vida licenciosa y despreocupada, con relaciones extramaritales y disfrutando de los placeres mundanos. Aunque tenía talento para el estudio, no se enfocó en ello y se sumergió cada vez más en los placeres carnales.
Sin embargo, su sed de conocimiento y búsqueda de la verdad lo llevaron a explorar distintas corrientes filosóficas, como el maniqueísmo y las escuelas neoplatónicas, donde encontró cierto consuelo intelectual, pero seguía insatisfecho. Agustín abrió su corazón a la gracia y se sumergió en la fe cristiana después de un encuentro con el obispo Ambrosio de Milán.
Dejó atrás su vida anterior y se retiró a Casiciaco, una finca en las afueras de Milán, donde se dedicó al estudio filosófico desde una perspectiva cristiana. Fue en este momento de aislamiento y reflexión que Agustín experimentó una profunda transformación espiritual y decidió entregarse por completo a Dios. Fue bautizado el 24 de abril de 387, a los treinta y tres años de edad, marcando el inicio de una nueva etapa en su vida.
Después del fallecimiento de su madre en el puerto de Ostia, Agustín regresó a África y se entregó a la vida monacal. Vendió sus bienes y se dedicó al estudio, la oración y la penitencia. Durante este tiempo, también escribió diversos textos, entre ellos su famosa Regla. Sin embargo, el destino tenía otros planes para él. A pesar de su resistencia inicial, Agustín fue nombrado obispo de Hipona y se vio obligado a aceptar este nuevo desafío.
Durante los 36 años de su episcopado, Agustín desplegó una intensa actividad como líder religioso y pensador. Escribió numerosos libros, participó en concilios, resolvió disputas y se convirtió en una figura influyente tanto en Oriente como en Occidente. Su búsqueda incansable de la verdad, respaldada por su fe y su razón, se refleja en su famosa frase "Cree para que puedas entender y entiende para que puedas creer".
Oración a San Agustín
¡Oh gran Agustín,
nuestro padre y maestro!,
conocedor de los luminosos caminos de Dios,
y también de las tortuosas sendas de los hombres,
admiramos las maravillas que la gracia divina
obró en ti, convirtiéndote en testigo apasionado
de la verdad y del bien,
al servicio de los hermanos.
Al inicio de un nuevo milenio,
marcado por la cruz de Cristo,
enséñanos a leer la historia
a la luz de la Providencia divina,
que guía los acontecimientos
hacia el encuentro definitivo con el Padre.
Oriéntanos hacia metas de paz,
alimentando en nuestro corazón
tu mismo anhelo por aquellos valores
sobre los que es posible construir,
con la fuerza que viene de Dios,
la "ciudad" a medida del hombre.
La profunda doctrina
que con estudio amoroso y paciente
sacaste de los manantiales
siempre vivos de la Escritura
ilumine a los que hoy sufren la tentación
de espejismos alienantes.
Obtén para ellos la valentía
de emprender el camino
hacia el "hombre interior",
en el que los espera
el único que puede dar paz
a nuestro corazón inquieto.
Muchos de nuestros contemporáneos
parecen haber perdido
la esperanza de poder encontrar,
entre las numerosas ideologías opuestas,
la verdad, de la que, a pesar de todo,
sienten una profunda nostalgia
en lo más íntimo de su ser.
Enséñales a no dejar nunca de buscarla
con la certeza de que, al final,
su esfuerzo obtendrá como premio
el encuentro, que los saciará,
con la Verdad suprema,
fuente de toda verdad creada.
Por último, ¡oh san Agustín!,
transmítenos también a nosotros una chispa
de aquel ardiente amor a la Iglesia,
la Catholica madre de los santos,
que sostuvo y animó
los trabajos de tu largo ministerio.
Haz que, caminando juntos
bajo la guía de los pastores legítimos,
lleguemos a la gloria de la patria celestial
donde, con todos los bienaventurados,
podremos unirnos al cántico nuevo
del aleluya sin fin. Amén.
Santoral del 28 de agosto
- San Alejandro de Constantinopla
- San Edmundo Arrowsmith
- Santa Florentina de Sevilla
- San Hermes de Grecia
- San Julián de Brivet
- San Moisés Etíope
- San Pelagio de Constanza
- San Restituto de Cartago
- San Vicinio de Sarsina
- San Viviano de Saintes
- Beato Alfonso María Mazurek
- Beato Carlos Arnaldo Hanus
- Beatos Guillermo Dean y compañeros
- Beato Junípero Serra