Un último lengüetazo de agua y la cabina se cerró. Afuera, una explosión cilíndrica iluminó el cosmos, mientras la pequeña cosmonauta ascendía más allá de la estratósfera. Se llamaba Laika y fue el primer ser vivo en orbitar la tierra y uno de los perros más famosos del mundo.
En la historia de la ciencia, el mejor amigo del hombre fue un pilar en los avances de la humanidad. Las razones por las que ganaron notoriedad son diversas. Algunos fueron héroes anónimos cuyas hazañas se conocieron y difundieron. Otros salvaron vidas o dieron ejemplo de gratitud y valentía. Todos demostraron una lealtad incondicional y un gran amor por los seres humanos.
La misión espacial de Laika
Laika fue el primer ser vivo enviado al espacio, en 1957, a bordo del Sputnik 2, cuando los soviéticos la lanzaron en la cápsula espacial. Pasó de ser una perra callejera, a convertirse en una perra astronauta tras dos meses de entrenamiento. No sobrevivió, pero su sacrificio sirvió para comprobar que los soviéticos sí podían enviar seres vivientes al espacio exterior. Por eso, en 1960, el Sputnik-5 fue lanzado con una tripulación integrada por un conejo, ratones, ratas y Belka y Strelka, dos perritas, también callejeras, que regresaron sanas y salvas, no presentaron afectaciones por el viaje e incluso tuvieron descendientes. El hecho de que hayan retornado sanas sirvió para asegurar el viaje del astronauta ruso Yuri Gagarin.
Los perros de Pávlov y los reflejos condicionados
Iván Pávlov fue un científico ruso, que recibió el premio Nobel de Fisiología y Medicina a principios del siglo XX. Entre sus experimentos, realizó uno con perros como protagonistas: consistía en asociar la respuesta fisiológica de salivación, consecuencia de la presentación de un estímulo concreto (comida), a la aparición de un estímulo neutro (el sonido de una campana).
Para ello, expuso a varios perros callejeros a un plato de comida, lo que les producía la respuesta fisiológica involuntaria de salivar. Pávlov observó que estos animales salivaban al ver la comida, una reacción producida por un estímulo directo. Más tarde, llegaría a la conclusión de que los perros también salivaban simplemente al ver al asistente que normalmente les traía la comida.
Se propuso, entonces, condicionar el reflejo natural de la salivación mediante la introducción de un estímulo neutro. Pavlov hacía sonar un metrónomo antes de alimentar a los perros y, después de varias repeticiones, los perros salivaban por asociación, simplemente al oír el metrónomo, sin necesidad de ofrecerles comida. Demostró, así, la existencia de los reflejos condicionados. El investigador realizó otros experimentos de psicología del comportamiento y fisiología con sus perros, lo cual le valió el premio Nobel de Medicina en 1904.
Hola, Trouve
La historia del teléfono comienza con el perro de la raza Terrier perteneciente a Alexander Graham Bell. El perro de Bell respondía al nombre de Trouve y fue famoso porque ayudó al científico a desarrollar su primera “máquina de hablar” (la precursora del teléfono).
Bell entrenó a su can para apretar su mandíbula cada vez que ladraba, de tal forma que los sonidos que emitiera se confundieran con una voz humana. Con mucho trabajo de por medio, logró que el can ladrara algo parecido a las palabras «How are you, grandma?» (¿Cómo estás, abuela?). El experimento dio resultado.
Marjorie, la diabetes y la insulina
Los estudiantes de medicina Frederick Banting y Charles Best descubrieron la insulina en 1921. El 6 de agosto de ese año, fue una perra llamada Marjorie el primer animal diabético del mundo que recibió extracto de páncreas o insulina en su estado más primitivo, con alentadores resultados: su nivel de glucosa en sangre bajó, y parecía más saludable y más fuerte.
A las pocas semanas, Marjorie tuvo que ser sacrificada, debido a complicaciones relacionadas con el mal filtrado de la hasta entonces poco conocida insulina. El 11 de enero de 1922, Leonard Thompson, de 14 años y diabético desde los 12, recibió una inyección de extracto de páncreas, una versión purificada para eliminar contaminantes tóxicos, y se logró una mejoría sorprendente.
Togo y Balto, valientes y solidarios
Gracias a un largo viaje, los perros siberianos Togo y Balto lograron salvar las vidas de muchas personas. En 1925, una epidemia de difteria atacó al pueblo de Nome, en Alaska, y puso en peligro la vida de sus habitantes. Para evitar que pasara a mayores, varios grupos de 20 perros debieron recorrer, guiados por sus dueños, diferentes zonas de Alaska para irse pasando la única cura disponible y llevarla de regreso al poblado. Aunque era débil, Togo logró correr el trayecto entero.
Balto estuvo presente en la misma carrera que Togo, pero solo corrió el último cuarto del trayecto. Aún así, es uno de los perros más famosos de la ciencia y suele ser muy recordado por su logro, pues él llegó en el grupo final con los medicamentos.
La perra Tasha y la revolución del ADN
A principios del siglo XXI se secuenció el genoma completo de Tasha, un perro de raza bóxer, lo que supuso el primer genoma completo de la especie. Los investigadores explicaron que el perro tiene 20 mil genes, algo menos que el hombre. El equipo descifró unos 2.400 millones de nucleótidos de ADN en los 39 cromosomas de Tasha. En ese sentido, comparado con el genoma humano y otros organismos, el del perro es una gran ayuda para identificar factores genéticos para la salud del hombre.
Con todo, estos y otros tantos perros más, dejaron una huella en la humanidad que, después de muchos años, aún permanece inalterable.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas