Vivir después del femicidio de un familiar: "Los que estamos sentenciados a la pena perpetua somos nosotros"

Sobrevivieron al asesinato de sus hijas, madres y familiares; y lo hacen, en parte, gracias al acompañamiento de Atravesadxs por el Femicidio, una agrupación que fue creada en el 2018 con el objetivo de brindar contención. Cómo sigue la vida cuando, entre abogados y la búsqueda de justicia, hay que traspasar un duelo.

03 de junio, 2023 | 00.05

Atravesadxs por el Femicidio es una agrupación que fue creada el 12 de enero del 2018. Se trata de un grupo constituido por casi 200 familias de víctimas de femicidios, que tienen como objetivo contenerse y contener a los demás familiares que atraviesen una situación de violencia de género. "Éramos ocho familiares, en la mesa de un bar, cuando decidimos crearla ante la falta de empatía y falta a la verdad del Instituto Nacional Argentino de la Mujer", recuerda uno de los fundadores, Hugo Capacio, papá de Dayana Soledad (17), víctima de femicidio en 2012, en un nuevo aniversario de Ni Una Menos.

"Nos empezamos a preparar, a capacitar. Cada uno se destaca, dentro de Atravesadxs, en un área específica. Creo yo que lo hacemos bien, con mucho amor. Tratamos a veces de olvidar el dolor que nos desgarra, de lo personal, para poder asistir y contener al resto, brindar una escucha activa y asesoramiento", cuenta a El Destape. Cada uno tiene una función vital para que funcione la organización, que se autogestiona y autosolventa a pesar de tener creado un 'cafecito' (hacé click acá para ayudarlos) para quien quiera colaborar con la causa.

"El femicidio es un tsunami, una fuerza tremenda que cuando entra te destruye y rompe todo a tu alrededor. Te rompe a vos como mamá, como papá, rompe familias, desarma todo lo que encuentra. Es una hacha que te parte el corazón en dos", define Hugo.

Más allá de la asistencia y el acompañamiento, con lo que consiguen y lo que cada uno aporta de su bolsillo, llevan a cabo jornadas de visibilización, concientización, su presencia al Congreso en fechas importantes, apoyo a las víctimas de familiares a los juicioscharlas contando experiencias personales y se involucran en cómo prevenir. "Cuando vos ves la impericia que tiene la Justicia, sin capacitación y sensibilización... Pedimos la humanización del sistema judicial y también la perspectiva de género de las áreas que investigan el femicidio", sostiene.

Tienen un grupo de WhatsApp donde, entre todos, sin diferenciar los casos según cada provincia, intentan contenerse y contener principalmente a quien ingresa. "Todos los días, lamentablemente, tenemos un nuevo femicidio y una familia más que se integra al grupo. Tras cada ingreso hay un dolor destructivo que una familia conlleva dentro de su alma. Día a día, vamos creciendo. Sería lindo poder decir que no tenemos más nada que hacer y desarmar ese grupo, dedicarnos a vivir, pero no podemos", añade Capacio. "Uno se conforma con una pena como un aliciente pero, ¿de qué me sirve la pena si me falta lo más sagrado que la vida me regaló, que es mi hija? La extraño, la amo, la sueño, le hablo. En cada cumpleaños, cada fiesta, cada aniversario... Tenés una silla vacía en tu casa, siempre te está faltando algo", concluye.

Marcela Morera, fundadora del colectivo y madre de Julieta Mena (asesinada en Ramos Mejía), explica a El Destape que no actúan de la misma manera con las diferentes familias que se acercan a Atravesadxs, depende mucho el estadío en el que están y cuánto hace que pasó el femicidio. "Tratamos de explicarles, de a poco, que es un proceso largo. Cuando a mí me explicaban las cosas los abogados, en ese momento, no las retenía. Estamos lejos de convertirnos en abogados pero ahora entendemos vocabulario, significados, a qué te estás ateniendo", cuenta. 

"El duelo y el dolor siempre es el mismo. Una vez que encontrás justicia, necesitás un motivo para seguir. Ya está preso y sentenciado, ¿y ahora? Ahí estamos nosotros, que ayudamos y contenemos a los otros", sostuvo. Más allá del después de la condena, Marcela explica que los meses especiales siguen -y seguirán- siendo difíciles. El día de la madre, cada cumpleaños, cada aniversario. En su caso, octubre y diciembre son los más complicados de atravesar.

"Es devastador... Este año se van a cumplir ocho años, el dolor no merma ni cambia. Capaz lo sentís de otra manera. Por ejemplo, cuando me cantaban el 'feliz cumpleaños' después del asesinato de Juli, me sentía culpable de estar viva y ella no. No tenemos la culpa, pero lo sentimos así. Ya no es feliz cumpleaños, ya no es feliz navidad. Todo eso cambia y te cambia, te atraviesa de tal forma que te transforma", cerró.

El duelo por un femicidio, en primera persona

Paula Meléndez tenía 88 años y vivía en Ingeniero Maschwitz cuando el domingo 7 de febrero del 2016 salió de su casa y nunca más volvio. Un desconocido la atacó sexualmente, quedó internada a causa de la agresión y falleció dos meses más tarde. A siete años del hecho, la investigación a cargo del fiscal Christian Fabio, de la UFI N° 4 de Escobar, no presenta ningún avance ni tampoco detenidos o sospechosos. "Nunca me explicaron por qué no se siguieron los protocolos, yo guardé la ropa que llevaba ese día y el fiscal nunca me la pidió. Nunca me dieron una pista de nadie, mi mamá se los describió perfectamente y nunca tuvimos respuesta, cuando les preguntás no contestan", nos cuenta su hija, Adriana Cufre, integrante de Atravesadxs por el Femicidio.

La excusa del fiscal Fabio, a cargo de una UFI con -supuestamente- perspectiva de género, fue que "no había cámaras" y que por eso era "muy difícil" agarrar al femicida que sigue libre por las calles de Escobar. Por ese argumento, la impunidad se mantiene hasta el día de hoy. "Uno también tiene que llevar adelante su vida. Se necesita de mucha fuerza para seguir con esto y la Justicia apuesta a que la gente se canse. Para mí era un desgarro cada vez que entraba en la Fiscalía, un lugar siniestro, revivís toda la situación, vivís controversias familiares porque una hermana quería seguir la cuestión y otra no… Todo se hace muy difícil", recuerda.

En un principio, nos cuenta, las sensaciones son de enojo y de culpabilizar a todos; con el paso del tiempo, el desgaste y el "tragar tanta amargura" los termina enfermando. "Hoy por hoy, después de 7 años, no sé qué ir a decirle a la fiscalía. Si no hicieron nada en el momento en que lo tenían que hacer, cuando estaba todo fresco, menos lo van a hacer ahora", expresa. Y añade: "La tristeza es la misma para las personas que tienen justicia y para las que no. Es igual la pelea, probablemente consiguieron justicia porque ellos mismos consiguieron sus propios testigos, investigaron y buscaron pruebas... Terminamos haciendo la tarea del funcionario judicial". Más allá de la pena, la vida sigue y la lucha también. "Te cambia la vida para siempre", sentenció.

Por último, sobre AtravesadxsCufre nos confía que cayó "de casualidad" al contactarse con la productora de cine Alejandra Perdomo a través de las redes sociales. "Este grupo fue el único incondicional, el que me contiene. En un aniversario de la muerte de mamá quise hacer un video y ella enseguida me contactó, recibí más de 50 videos pidiendo justicia por mi vieja desinteresadamente. Ahí todos pasamos por lo mismo, no hace falta explicarles el dolor", cuenta. Y agrega: "A las familias les digo, antes de hablar con un abogado, ingresen a una red de contención, van a saber cómo actuar".

 

Tres años más tarde, a fines de junio del 2019 y a tan solo 66 kilómetros de distancia, Melisa Kumber (27) -agente de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires- era brutalmente asesinada de un balazo en la cabeza por su expareja, también efectivo pero de la Policía Federal, Mauricio Nicolás Sánchez (33), en la localidad de Quilmes. A días de un nuevo aniversario del crimen, su mamá nos contó que, el año pasado, el Tribunal definió la fecha de inicio del proceso judicial: para la semana del 20 al 24 de mayo del 2024, en un juicio por jurado como solicitó el femicida.

Sobre el detenido pesaban cuatro denuncias por violencia familiar erradicadas entre noviembre del 2018 y abril del 2019. A causa de ello, estaba con licencia por la División de Conductas Violentas de Asuntos Internos de la PFA y no estaba autorizado legalmente a portar la pistola Taurus calibre 9 milímetros con la que asesinó a Melisa. Sánchez aseguró que su disparo fue en "legítima defensa", ya que ambos se encontraban heridos y debieron ser hospitalizados: ella por un balazo en la cabeza, debido al cual murió horas después en el Hospital Iriarte; él por el roce de una bala en su hombro. Pero, a pesar de su defensa, el dermotest arrojó que solo se hallaron restos de pólvora en la mano del imputadoella no tenía rastros en niguna de las dos. Detenido en la Unidad N° 31 de Florencio Varela y con el caso a cargo de la titular de la UFI N° 4 de Quilmes, Karina Gallo, su familia sigue pidiendo justicia.

En diálogo con  El Destape, su mamá, Claudia Vallejos, cuenta sobre el proceso judicial interminable: "Es una agonía, una sensación desde la Justicia de que si todo se olvida es mejor... Una quisiera olvidarse de cómo se fue de este mundo, pero tenés que refrescar todo y la Justicia tampoco ayuda en nada. Es todo demasiado lento y te genera la sensación horrible de que todo va a quedar en el olvido". Claudia se hizo cargo de su nieto, de casi cinco años y por el cual sigue teniendo miedos y temores relacionados con la tenencia -que todavía, a pesar del tiempo que lleva detenido, no es definitiva-.

"La vida después de un femicidio es aguantarte las lágrimas todo el tiempo. Para los demás, la vida sigue. Lo que va pasando es que en los primeros tiempos está todo el mundo encima tuyo y después, la vida sigue para todos ellos. En mi familia no la quieren nombrar porque les duele demasiado y yo la tengo presente en cada minuto, en cada segundo, entre mis ojos. Con el tiempo entendés que enterraste su cuerpo pero que ella está, sigo siendo su mamá y la veo en su hijo", recordó.

A pesar de los años, Claudia asegura que la ve y la siente constantemente, pero no le pasa lo mismo al resto de su entorno: "Vas quedándote sola, te quedas sola porque pensás que no te entienden. Atravesadxs es el único lugar en el que voy a poder estar, en el que siento que me entienden y puedo expresarme". Y añade: "Mi duelo va a ser eterno, mi hija no va a volver y ojalá la Justicia le dé la perpetua pero después de ese día, voy a tener que seguir viviendo sin mi hija y seguir luchando para que él no apele, no salga o no tenga ningún beneficio. Mi lucha para mantenerlo ahí adentro va  a ser eterna, hasta el día que yo me muera".

De cara al #3J, nos cuenta que tiene que hacer los carteles de pedido de justicia con la foto de su padre biológico a escondidas porque el hijo de Melisa ya entiende y en cualquier momento puede empezar a hacer preguntas. "Cuando enterré a mi hija, también enterré mi vida. A la mujer, no a la madre; esa resurge en pedazos y es la que va a seguir luchando. Pero una queda muerta en vida, dejás de sentir", manifiesta. Y acota: "Yo no quiero soñarla porque cuando despierto es muy feo; la lucha pasa por no caer en ese profundo dolor y tristeza y no poder levantarme nunca más".

¿Qué significa Atravesadxs? "Es mi familia. Después de eso, al quedarte sola y cuando la familia no quiere hablar del tema, te empezás a aislar. Ellos se transformaron en mi contención, me han salvado. Cuando hay otra mamá que pasa por esto, la invito a entrar al grupo porque es el único lugar donde va a poder estar como realmente se sienta", concluye.

Cuando el femicidio es solo el inicio

Está a la vista que no todos los casos de femicidio son iguales. Tampoco lo son las trabas y obstáculos que debe atravesar cada familia después de pasar por un trauma semejante. Por ejemplo, la Justicia Argentina no activa la tutela de forma inmediata frente a una imputación por femicidio. Es decir, cuando hay niños/as de por medio, se da una puja muy compleja entre familias maternas y paternas por la tenencia. "El trámite de tener una guarda, de por sí, dura dos años. Además, en el medio se caen porque son previsorias y tenés que empezar todo el trámite de nuevo", nos explica Morera.

Lo mismo sucede con la Ley 27.452 o Ley Brisa. Esta reconoce el derecho a cobrar una suma mensual -reparación económica- y a tener cobertura de salud para niñas, niños y adolescentes que fueron víctimas de violencia familiar o de género. Para el trámite se solicitan certificados de defunción de la madre, nacimiento de niño/a, DNI, si son menores debe estar la guarda (los mayores de edad lo pueden hacer ellos mismos) y por otro lado, la documentación de la causa. "Si el femicida está muerto, hay que pedir la baja del caso y el certificado de defunción. Si no, se necesita la elevación a juicio o la sentencia", explica; algo que puede retrasar aún más si se espera a la condena. "No es clara la ley, deberían pedir lo mismo en todo el país", critica.

Si se cobra la ley, surge el problema de la falta de atención médica, física y psicológica ya que hay pocos especialistas en los hospitales públicos -especialmente de salud mental- y poca disposición de turnos. Además, hay huérfanos con patologías extremas y también intentos de suicidio en la adolescencia; razón por la cual es necesario un rápido accionar y una reglamentación que brinde respuestas reales.

Desde Atravesadxs piden por una reforma judicial para evitar casos cerrados por carátulas de "suicidio" o "averiguación causal de muerte", a las que llaman "suicidadas". Una de las fundadoras de la agrupación remarca: "Dicen 'se mató porque estaba loca' y resulta que en realidad venía padeciendo violencia. Se tapan pruebas, limpian la escena de crimen, las parejas son parte de alguna fuerza de seguridad y está todo armado". Mientras, sostienen la importancia de la capacitación de un Poder Judicial que sigue mostrando fallas, bajo la Ley Micaela.

"No es nada más lo que tuvimos que pasar, es lo que seguiremos pasando hasta el último día de nuestras vidas porque esta pena uno la lleva. Nosotros decimos que los que estamos sentenciados a la pena perpetua somos nosotros, porque estas chicas ya no lo sienten. Los que están imputados tampoco lo sienten, por más que les den una pena. Lamentablemente los cuerpos hablan y muchos nos vamos enfermando, en lo físico y también en lo psíquico", cierra.