Una científica del Conicet se convirtió en una de las primeras astrónomas a nivel mundial en publicar un descubrimiento con el telescopio espacial James Webb de la NASA. Se trata de Jimena Rodríguez, quien detectó un cúmulo embebido de estrellas utilizando el artefacto más moderno y potente del planeta, que observa galaxias que están a 60 millones de años luz de la Tierra.
“No es tan fácil descubrir las cosas, pero si estás jugando a la búsqueda del tesoro y el tesoro está a la vista no es tan divertido”, detalló en diálogo con El Destape, sobre lo que representa para ella el proceso de lanzarse a la aventura de la observación.
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Rodríguez viajó a Estados Unidos en julio de 2022 becada por la Universidad de Arizona y en diciembre publicó su primer descubrimiento. “Yo estaba trabajando como investigadora en el Conicet y me postulé. Cuando me dijeron que quedé, no hubo duda. Dejé todo y me vine”, reveló la astrónoma.
Y expresó: “En un momento lo califiqué como el sueño de la piba. Fue un flash al principio. Hoy lo tengo más digerido, pero soy consciente de que es una oportunidad de crecimiento impresionante porque pasé de buscar datos de archivo a hacer mis propias observaciones”.
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Al repasar lo que significa interpretar los datos del James Webb, señaló: “Tenemos un telescopio que es el más potente jamás construido y es espectacular observar una galaxia que está a 60 millones de años luz y poder detectar estos cúmulos estelares embebidos, que son como grupos de estrellas que cuando se forman están juntas”.
“Apenas se forman están rodeadas por una nube molecular gigante y es difícil detectarlas, más en otras galaxias”, precisó Rodríguez sobre su hallazgo y abundó: “Antes, con el telescopio Hubble, se podía observar la luz visible, pero estas regiones no las podíamos ver porque estaban opacas. El Webb observa en infrarrojo, entonces nos permite ver estas regiones, que se hacen muy brillantes”, contó.
Sin embargo, no es nada sencillo. “Trabajé casi que 24 horas los siete días de la semana hasta diciembre. Obviamente también es importante el aporte de tus colegas con mayor experiencia”, refirió, con humildad.
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Un camino de trabajo
El camino al observatorio espacial de élite no fue sencillo. Primero completó en la Universidad de La Plata la licenciatura en Astronomía, luego hizo un Doctorado en Ciencias Astronómicas y Geofísica y finalmente una beca posdoctoral del Conicet en el Instituto de Astrofísica de La Plata, hasta entrar como investigadora, “que es la meta cuando arrancás una carrera científica”.
“Sentía que había llegado un punto donde no estaba creciendo tanto y vi esta posibilidad. Me anoté y cuando me dijeron que había quedado dejé todo y me vine. En julio va a hacer un año y me extendieron la beca hasta diciembre”, relató y se sinceró: “No sé qué va a pasar después cuando se termine la beca, pero gané muchísima experiencia porque trabajo de primera mano con datos del telescopio en el que todos los astrónomos están pidiendo turnos de observación”.
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“Es algo único, es sentirte motivado todos los días porque hacés algo lindo que te gusta con los mejores datos y porque estás en un equipo de trabajo donde te sentís contenida y valorada”, resaltó la astrónoma, más que conforme con su actualidad.
Por otra parte, reconoció el problema de la adaptación y la barrera idiomática. “Si bien publicamos en inglés, el hecho de hablar el idioma todos los días al principio te da miedo. Hoy estoy más canchera”, explicó y valoró que “es un ritmo que te tiene corriendo, pero trabajás con los mejores”.
Frente a la consulta sobre el tiempo que se invierte para lograr un hallazgo, relató: “Cuando sos astrónomo y se te ocurre apuntar el telescopio a tal lado con una idea, no es tan simple qué va a suceder. Muchísimas veces empezás a explorar, hacés pruebas y no conduce a nada. Pero no lo tomo como una frustración, sino como parte del proceso”.
De cara al futuro, anticipó que trabaja en la difícil tarea de sistematizar los descubrimientos: “Estoy diseñando los criterios necesarios que nos permitan identificar estos cúmulos embebidos en otras 19 galaxias de forma sistemática”.
Un puente entre la ciencia y el deporte
En cuanto a su vocación, no siempre fue tan clara. “Siempre me gustó la astronomía, pero no sé si lo veía como una carrera cuando era chica. Tampoco vos sabés muy bien lo que es hacer ciencia casi hasta que te recibís de la carrera. De hecho, hice un test vocacional y me salió profesorado de educación física, porque siempre me gustó el deporte, pero no quería ser profesora”, sorprendió.
Allí empezaron los indicios que la llevaron por el camino que transita hoy: “Lo otro que me gustaba era la ciencia, siempre quería leer, ver documentales. Un día me llevaron al Planetario y me despertó mucha curiosidad. A los 14 años había pedido un telescopio para mi cumpleaños”.
Al sintetizar cómo se volcó al mundo científico, afirmó: “Siempre había algo que me generaba como un misterio para resolver y quería contribuir a descifrarlos. Fue un deseo de aprender con la idea de que el universo es un misterio”.
Sobre los procesos para llegar a lo más alto, revela: “Fue un camino bastante largo. Como toda carrera tiene muchas piedras en el camino, muchas frustraciones y el sistema científico en general no es fácil. Te demanda mucha exigencia y pocas satisfacciones. No es un camino de sufrimiento, pero a veces sí te hace replantearte las cosas”.
Su otra pasión, el fútbol
Con una vida llena de pasiones, el fútbol siempre estuvo entre sus planes. Hoy este deporte la encuentra jugando campeonatos en Estados Unidos: “La verdad es que siempre me gustó el fútbol, pero recién ahora en los últimos años el fútbol femenino está tomando impulso. Cuando era chica no había ningún club de barrio en el que quería jugar. Le re insistía a mi mamá y no había, entonces me dediqué a otros deportes como taekwondo, donde competí y todo”, relató sobre su sentimiento hacia el deporte.
De todos modos, pudo practicarlo ya como adulta. “Recién cuando estaba haciendo el doctorado empezó a tener más relevancia y me empecé a juntar con compañeras, alquilar una canchita y jugar, pero sin demasiado conocimiento”, relató.
Hoy, entre sus trabajos científicos, disputa torneos: “Juego acá en Tucson dos campeonatos. Nada profesional, pero es una liga local que es mixta. Acá jugué por primera vez en cancha de 11”. Sobre su rol en el campo de juego, se definió como polifuncional: “Trato de adaptarme. Juego en el mediocampo, también de wing, de delantera”.
Por último, destacó el soporte que significa su familia a la distancia: “Mi papá y mi mamá son unos genios. Vinieron a Estados Unidos para mi cumpleaños y para las fiestas, con lo que implica, porque nos es muy caro. Ahora en mayo va a venir mi hermano con mi cuñada y mi sobrino, que es la persona que más extraño. También la tecnología hace que no se sienta tanto, porque podés hacer una videollamada en cualquier momento”, expresó.