El yaguareté, el huemul, el oso panda y el oso polar, el elefante africano, el gorila de la montaña y la ballena azul son figuras icónicas cuando se piensa en especies en extinción. Lo que no es tan conocido es que dentro de la “lista roja” de especies amenazadas también se encuentran las vegetales. Sin embargo, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), de las 38.000 que tienen “bajo la lupa”, más de 14.000 entran dentro de esa categoría.
Una de ellas es un arbusto de entre 40 y 50 cm de alto y hojas pequeñas que sólo prospera en pastizales del Sur de la provincia argentina de Misiones: una planta aromática conocida como “mentita de campo” (Hedeoma teyucuarensis) y de la que quedan apenas tres ejemplares.
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“Misiones, como suele ocurrir cuando hay una profusa biodiversidad, tiene muchos endemismos [especies que solo se encuentran en un territorio] –cuenta el biólogo Jerónimo Torresín, coordinador del programa Selva y Pastizal de la Fundación Temaikén en esa provincia–. Hay unas 50 plantas que solo crecen allí y no se encuentran en el resto del mundo. El departamento San Ignacio concentra 19 de flora endémica y dentro de la reserva Osununú, y en los alrededores, hay nueve concentradas en un área de unas 300 hectáreas. De ésas, hay una de la que quedan tres ejemplares en estado silvestre, en su lugar de origen”.
La mentita crece suelos arenosos, no muy característicos de esa provincia que el imaginario popular asocia con las cataratas del Iguazú y con la selva que deslumbró y fue tema central en las obras del escritor Horacio Quiroga. Fue descripta hace algo más de una década, cuando estos ambientes generalmente menospreciados atrajeron el interés de los investigadores.
“Misiones tiene toda una parte del Sur que es de pastizales, más parecida a Corrientes –explica Torresín–. Esa región fue menos estudiada, se la consideraba menos atractiva desde el punto de vista de la biodiversidad y hasta los mismos investigadores, los que gestionan áreas protegidas, se enfocaron más en la selva. Es una región subestimada, aunque algunos estudios sugieren que tendría incluso más biodiversidad que otras. Hace algunos años, le empezamos a prestar atención. Se hicieron relevamientos exhaustivos y se puso mucho esfuerzo en conocerla. Fue así como se encontraron varias especies nuevas para la ciencia y ésta fue una de ellas. Su nombre viene del [Parque] Teyú Cuaré, que es como una península que tiene San Ignacio”.
Sin intervención del ser humano, esa planta es muy probable que hubiera desaparecido. “No se extingue la especie porque a lo largo de este tiempo venimos trabajando para multiplicarla –cuenta el biólogo–. Tenemos unas 12 en el vivero, otra persona tiene seis más y ahí se nos acaban”.
Dado que florece una vez por año, con la actual sequía, tampoco es fácil juntar sus semillas. “Vamos hasta el lugar en el que se encuentran y las regamos para tratar de que lleguen a florecer, fructifiquen y den semillas –destaca–. En primavera, cuando dan flores, estamos muy atentos para juntarlas. Algunas las dejamos en la naturaleza para ver si puede repoblar, y también tratamos de que germinen en vivero. Otra manera de multiplicarla es in vitro, por hojitas, produciendo clones. Pero no es lo ideal, porque de esa forma son todas genéticamente idénticas”.
El sabor de la “mentita de campo” es alimonado, mezcla de menta y citronela, por lo que algunos habitantes de la zona la usan para saborizar el tereré, aunque por su escasez no es tan conocida. De este género, hay alrededor de 50 especies en el mundo y cuatro en el país. Ésta probablemente nunca fue muy abundante y es tal vez la más amenazada.
De otra también descubierta hace poco y llamada Oxypetalum teyuruarensis quedan 11 ejemplares en la naturaleza. “Lo que observamos es que la mariposa Monarca ponía sus huevos en plantas de esa familia –cuenta Torresín–. Cuando florecían, venían las orugas, se comían los frutos inmaduros y nunca llegaban a fructificar. Entonces, decidimos probar y encerrar algunos con un tul como para que no puedan entrar las orugas a comerlos y por primera vez obtuvimos semillas maduras de esa planta. Las llevamos al vivero y crecieron 13 plantitas, o sea, quedan 11 en la naturaleza y 13 en nuestro vivero. Fue una decisión que tuvimos que discutir, si no hacíamos nada y dejábamos que se extinguiera (porque la mariposa no es exótica, es nativa de la región), o interveníamos”.
Gracias a la tarea que están llevando adelante Torresín y colegas, tal vez la suerte de especies endémicas como la mentita todavía no esté echada. Recientemente, la Fundación Temaiken inició un proyecto junto con el INTA Castelar, la Fundación Hábitat y Desarrollo, profesionales de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Misiones y el Estado provincial para investigar sus potenciales utilidades medicinales y culinarias, así como las mejores prácticas de propagación para reforzar las poblaciones silvestres y contribuir con la salud del ecosistema.
Por otra parte, en mayo se aprobaría una ley que declara monumentos naturales a estas especies endémicas, una figura que promueve su protección y prohíbe su uso indiscriminado.