Dieciséis años. El 3 de mayo de 2007, Madeleine McCann desapareció misteriosamente cuando estaba vacaciones en Praia da Luz, Portugal, mientras sus padres disfrutaban de una cena con amigos en un restaurante cercano. Desde aquel fatídico día, Kate y Gerry McCann lideran una incansable campaña a nivel internacional para encontrar a su hija, manteniendo viva la esperanza de su regreso.
En medio de esta tragedia, la vida de los McCann ha sido una constante adaptación y perseverancia, especialmente por el bienestar de los gemelos, Amelie y Sean, quienes crecieron en un hogar marcado por la ausencia de su hermana mayor, Madeleine. Aunque físicamente no esté presente, el espíritu de Madeleine es una sombra constante en sus vidas.
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La fe religiosa como un sostén familiar
La fe, históricamente, fue un pilar importante para la familia McCann. Kate y Gerry, quienes residen en Rothley, Leicestershire, mantuvieron siempre su fe católica a lo largo de estos años, aunque Kate admitió que su fe se vio sacudida por la desaparición de Madeleine. En su libro de 2011, Kate comparte cómo luchó con esta situación, experimentando fluctuaciones entre la desesperación y la esperanza, un desafío que también impactó en su matrimonio. Sin embargo, a pesar de todo, la pareja permaneció unida, brindándose apoyo mutuo.
En cuanto a sus carreras profesionales, Kate dejó su trabajo como médico general después de la desaparición de Madeleine, pero regresó al NHS en 2021 durante la pandemia de Covid-19, desempeñándose en hospitales en Leicester. Mientras tanto, Gerry continúa trabajando como cardiólogo y profesor de investigación en la Universidad de Leicester. Aunque sus ocupadas agendas laborales rara vez coinciden en el hospital, siguen comprometidos con sus respectivas vocaciones.
Cómo es la vida de los hermanos de Madeleine
Los gemelos, Amelie y Sean, ahora con 18 años, tuvieron que aprender a vivir con la realidad de la ausencia de su hermana mayor. Según se sabe, le prometieron a su madre que continuarán la búsqueda de Madeleine en el futuro. Ahora mismo Amelie es estudiante y está en proceso de entrar a la universidad. Por su parte, Sean también está tratando de encontrar su propio camino, aunque la sombra de la pérdida de Madeleine sigue influyendo en su vida.
En cada aniversario de la desaparición de Madeleine, la familia se reúne para eventos conmemorativos, encendiendo velas y leyendo mantras que refuerzan su compromiso de nunca renunciar a la búsqueda de Madeleine.
A través del trabajo, la fe y el inquebrantable compromiso familiar, los McCann continúan enfrentando cada día con la esperanza de encontrar a Madeleine. Manteniéndose ocupados y apoyándose mutuamente, aprendieron a superar la adversidad que definió gran parte de sus vidas en los últimos dieciséis años.