Cada vez hay menos pistas que conduzcan a los investigadores del crimen del empresario Fernando Pérez Algaba hacia una hipótesis concluyente. El reciente hallazgo de su perro Cooper, que había sido entregado a la policía el sábado pasado, no condujo a ningún dato concreto porque el chip que tenía en su interior no contaba con geolocalización. La reconstrucción de los últimos movimientos de la víctima se vuelve así cada vez más complicada, aunque se prevé que mañana empiecen las pericias sobre las prendas de vestir de la única detenida como presunta partícipe del homicidio.
"Copper" había sido hallado en la plaza Sudamericana, conocida como "El Ombú", ubicada sobre la avenida General Roca y Lisandro de la Torre, cercana al complejo de edificios de Villa Lugano 1 y 2, por una joven que caminaba por el lugar. Como Pérez Algaba, alias "lechuga", lo llevaba a todos lados con él, inclusive en día en que lo asesinaron, los investigadores creyeron que podía ser clave para desentrañar el misterio.
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Sin embargo, fuentes de la causa confirmaron a Télam que se trataba de "un chip común que se usa en Estados Unidos, que casi todos los perros de raza tienen y que almacena su historia clínica" pero nada más. Por eso, se decidió que, tras descargarse la información del dispositivo, la mascota sea restituida al hermano de la víctima, Rodolfo Pérez Algaba.
Por otra parte, el fiscal Marcelo Domínguez, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 5 de Lomas de Zamora, aguarda los resultados de los peritajes que se realizarán mañana sobre prendas una remera y una campera secuestradas a Nicol Ámbar Chamorro, la mujer trans detenida en la causa, donde se detectaron algunas manchas que se investiga si son de sangre. No obstante, su abogado, Marcelo Ponce, dijo a Télam que esas manchas son de salsa, ya que al ser apresada Chamorro estaba cocinando.
Cuál es la principal hipótesis de los investigadores
Los pesquisas manejan como principal hipótesis un ajuste de cuentas por deudas económicas que Pérez Algaba tenía con numerosas personas tanto por operaciones financieras vinculadas a la compra de criptomonedas como con su empresa dedicada a la compra venta de vehículos de alta gama.
Pero además de deber dinero, algunas personas le debían a él abultadas sumas en dólares y, según surge de la investigación, entre esos deudores estaban su examigo Nahuel Vargas y Maximiliano Pilepich, un hombre vinculado al rubro de la construcción que era dueño de la camioneta Land Rover Evoque 2012 blanca en la que Pérez Algaba se movilizó dos días previos a su desaparición y que el propio dueño entregó el pasado viernes a los investigadores del caso.
Según detallaron a Télam fuentes vinculadas a la causa, Vargas y Pilepich le debían a Pérez Algaba 150.000 dólares, 75.000 de los cuales le habían devuelto en una escribanía de Castelar, mientras que la suma restante supuestamente se la restituyeron durante un encuentro que mantuvieron los tres en un descampado de la localidad de General Rodríguez el 18 de julio, último día en que "Lechuga" fue visto con vida.
De la pesquisa surgió que ese día, Pérez Algaba y Vargas fueron juntos hasta General Rodríguez a bordo de la Land Rover blanca que Pilepich le había prestado cuando el empresario volvió de Estados Unidos. Allí los dos se encontraron con Pilepich y el empresario, tras recibir el dinero que le debían, le regresó el rodado a su dueño y permaneció en el lugar a la espera de que alguien -según dijo- pasara a buscarlo.
Desde ese momento no se supo nada más de "Lechuga" hasta que su cuerpo descuartizado fue encontrado adentro de una valija roja y una mochila en un arroyo de la localidad bonaerense de Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora.
La desaparición de Pérez Algaba fue denunciada por la dueña del departamento que éste le había alquilado de manera temporal entre el 12 y 19 19 de julio últimos, quien al no tener noticias suyas y no recibir respuesta a sus mensajes, decidió acudir a la policía. Los voceros dijeron que de la autopsia surgió que Pérez Algaba fue ejecutado de dos disparos por la espalda y que fue descuartizado tras su muerte y que también presentaba en la espalda una lesión cortante post mortem, añadieron las fuentes.
Luego de certificarse que los restos pertenecían a Pérez Algaba, los pesquisas apresaron a Chamorro, quien fue la última persona que tuvo en su poder la valija donde estaban las extremidades seccionadas. A esa persona se llegó en base al testimonio de sus hermanos, cuyos documentos estaban en la valija junto a los restos.