Un respirador artificial para un Milei que sigue asfixiado

La casta levantó la mano para aumentar la deuda y darle oxígeno al presidente. Pero Bullrich tuvo que retroceder y la crisis no terminó. La oposición y el control de la calle.

19 de marzo, 2025 | 22.16
Un respirador artificial para un Milei que sigue asfixiado Un respirador artificial para un Milei que sigue asfixiado

El gobierno de Javier Milei puede sentir algo de alivio. Logró blindar el decreto endeudador con el apoyo de la mayoría de los diputados (129 a 108). Así consiguió un respirador artificial y calmar por un rato la sed de los fondos de inversión de Wall Street. La Libertad Avanza consiguió que el PRO, los gobernadores colaboracionistas de la UCR y el PJ, el radicalismo, la Coalición Cívica y la mayor parte del bloque de Miguel Ángel Pichetto le dieran a Milei el aval para volver a endeudar a la Argentina. La casta levantó la mano para darle un cheque en blanco al panelista que se cansó de humillarla. 

Por segunda vez en ocho años y con Luis Caputo al frente, la derecha decide contraer un compromiso que es impagable y condiciona a las futuras generaciones. Con el recurso gastado de la responsabilidad institucional, el colaboracionismo transversal le dio vía libre a Milei y a Caputo para que hagan lo que quieran sin lograr a cambio ningún tipo de información. Un acuerdo a ciegas o un cheque en blanco para un ministro de Economía que no da explicaciones, huye del Congreso y solo le habla a su platea cautiva. 

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El apoyo al DNU de la deuda es un doble síntoma. Por un lado, demuestra que Milei no tiene nada de disruptivo: es parte de una dirigencia tildada en la dependencia con el FMI y el recurso adictivo de la deuda. Por el otro, ante el descontrol inflacionario y la frustración que provocó el gobierno del Frente de Todos, la mayoría de la sociedad argentina decidió apostar una vez más a sus verdugos. 

Sin embargo, el gobierno de la extrema derecha tiene también una larga lista de motivos para preocuparse. El acuerdo con el FMI, si es ratificado en las próximas horas, puede implicar condicionamientos y un salto del dólar que Milei plancha como principal método para llegar a las elecciones con aire. La ficción del superpeso tiene los días contados y el negocio del carry trade pasa a mejor vida. Si a Mauricio Macri no le alcanzaron 44 mil millones de dólares para lograr la estabilidad que quería y ser reelecto, ¿a Milei le van a alcanzar 10 mil o 20 mil con este esquema inviable?

En el Congreso, el oficialismo abrió un año con dificultades que se profundizaron a partir de la estafa de $Libra y todavía tiene que aprobar los pliegos de los insólitos jueces de la Corte Ariel Lijo y Manuel García Mansilla. Pero lo más importante de los últimos días estuvo en las calles. El operativo de terror que organizó Patricia Bullrich a través de los medios oficialistas y el transporte para impedir que los manifestantes llegaran a la Plaza de los Dos Congresos fracasó. Los Gomez Fuentes de Milei repiten su vamos ganando y dicen que la concentración fue pobre, pero las cuadras que van desde el Congreso hasta la avenida 9 de Julio estuvieron ocupadas por mujeres y hombres, jóvenes y viejos, en un clima tenso pero también festivo.

Fue una movilización distinta, con más presencia de organizaciones, con menos margen para la espontaneidad, pero con mucha gente. Enfrente, el operativo represivo de la ministra se limitó a vallar el Congreso, pero no desató una cacería como había sucedido siete días atrás, cuando la Gendarmería disparó en forma criminal contra los manifestantes y fotógrafos como Pablo Grillo. Aunque no pueda ni quiera admitirlo, Bullrich retrocedió y no cumplió con la amenaza en la que incluso muchos opositores habían creído. Después de que todas sus mentiras quedaran desautorizadas y la identificación de barras que difundió el gobierno se revelara como un chiste, la ministra de Seguridad ordenó un operativo distinto y tuvo que tragarse su sadismo represivo. No hubo lluvia de gases desde temprano como sucedió el 12 de marzo, ni disparos en línea horizontal. Bullrich se había quedado sin margen para reprimir y la prioridad del gobierno era aprobar el salvavidas de plomo del acuerdo con el Fondo. 

La movilización confirmó que el gobierno no tiene el control de la calle y que la represión no va a impedir nuevas marchas. Pero además demostró que la oposición a Milei no especula y que lo que pase afuera del Congreso tiene tanto o más valor que lo que pase adentro. 

La defensa de las instituciones y de la democracia suele omitir un capítulo crucial. La dirigencia política llega por el voto popular pero en muchísimos casos forma parte de un sistema de poder que funciona de espaldas a la sociedad, en absoluta opacidad y al servicio del poder económico. Como el acuerdo con el Fondo, que avalaron los gobernadores peronistas Osvaldo Jaldo, Gustavo Sáenz y Raúl Jalil. Si hay posibilidad de que ese comportamiento se altere es porque a nivel social Milei tiene un consenso limitado y una oposición heterogénea que no compra sus espejitos de colores y está dispuesta a movilizarse en contra de la política del gobierno.