Jeffrey Edward Epstein fue un conocido magnate financiero, pedófilo y cabecilla de una red de trata de personas compuesta, en su mayoría, por mujeres menores de edad. Luego de varios años de actividad criminal impune, en marzo de 2005 el Departamento de Policía de Palm Beach de Florida recibió una llamada de una mujer que alegaba que su hija de 14 años había recibido 300 dólares por haber masajeado a Epstein en ropa interior. Ésta era sólo la punta del iceberg de una larga investigación para develar las incontables conductas abusivas de Epstein hacia sus víctimas. Hoy volvió a estar en boca de todos por los documentos desclasificados que revelan su vínculo con el empresariado, el poder y las celebridades.
Una de las tantas víctimas que declaró en su contra, Virginia Giuffre, realizó una denuncia en 2015 de la que se obtuvieron esos documentos liberados esta semana. En las páginas se encuentran nombradas personalidades conocidas que no necesariamente estuvieron involucradas en las actividades ilícitas. Los mencionados, por el momento, son: Jean-Luc Brunel, Alan Dershowitz, Donald Trump, el Príncipe Andrés de Inglaterra, Bill Clinton, David Copperfield, Michael Jackson, Stephen Hawking, Sarah Kellen, Glenn Dubin, Marvin Minsky, Leslie Wexner y Bill Richardson. Algunas de estas personas sólo fueron mencionadas por los testigos en los juicios, pero su mención no implica ningún tipo de culpabilidad. Muchos de ellos desconocían lo que acontecía en la casa del magnate y su presencia en su residencia fue un evento meramente circunstancial.
Sin embargo, para entender el camino que llevó a Epstein a su posición de poder, es pertinente realizar una revisión de su historia personal, que pone en evidencia su despreocupación por las normas desde temprana edad. A los 18 años Epstein asistió a clases de física en dos establecimientos educativos universitarios que abandonó sin obtener el título habilitante. De todas maneras, Epstein mintió en su currículum para conseguir un trabajo de docente de física y matemáticas en un colegio secundario, la Escuela Dalton, del que sería despedido por “desempeño deficiente”. Un artículo publicado en The New York Times sostiene que existen testimonios de exalumnas del colegio que manifiestan que Jeffrey tenía una conducta inapropiada con algunas de sus compañeras y aparentemente una de ellas elevó la queja al personal administrativo. Al haber sido despedido de Dalton, Epstein consiguió un trabajo de asistente junior en Bear Stearns, un banco de inversión global. Su desempeño profesional era excepcional, llegando a convertirse en socio comanditario, pero en 1981 fue despedido por haber “violado la regulación D” (una regla financiera de los bancos norteamericanos). Fue en ese año que fundó su propia empresa de consultoría financiera, Intercontinental Assets Group Inc., en donde trabajaba recuperando fondos malversados para personas muy adineradas.
En 1987 se convirtió en consultor de Towers Financial Coorporation que en años posteriores pasó a conocerse como “el mayor esquema ponzi de los Estados Unidos”. En 1988 fundó su propia empresa de gestión financiera: Jeffrey Epstein & Co. en donde trabajaba con clientes multimillonarios y adquirió una considerable fortuna.
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Cómo era Jeffrey Epstein: radiografía de una mente narcisista
Su fraudulenta trayectoria profesional pone en evidencia un perfil de personalidad con características narcisistas y rasgos psicopáticos. Los testimonios sugieren que a Epstein le gustaba ostentar su fortuna en frente de sus víctimas, estableciendo relaciones extremadamente utilitaristas en donde la finalidad era únicamente obtener placer sexual de ellas, sin importarle las consecuencias psicológicas que esto podría generar. Jeffrey y Ghislaine Maxwell, su cómplice y pareja, normalizaban los abusos cometidos, ofreciendo a las víctimas mejorar su calidad de vida en retribución de su silencio y favores sexuales. En los testimonios también comentan que Jeffrey podía ponerse violento y amenazaba a quienes se animaban a desafiarlo, alegando que él era dueño de la policía local y estaba habilitado a actuar como quisiera. El documental de Netflix “Jeffrey Epstein: Asquerosamente Rico” realiza una recapitulación del caso y es protagonizado por algunas de las mujeres de las que Jeffrey abusó, quienes cuentan en primera persona las atrocidades cometidas por él.
Jeffrey intentaba mostrarse como un filántropo que buscaba ayudar y beneficiar a chicas jóvenes, muchas veces en situaciones vulnerables, a quienes les ofrecía viajes de estudios financiados por él para mejorar sus currículums y aplicar a buenas universidades. Los testimonios de María y Ana Farmer, dos hermanas que denunciaron a Epstein hace más de dos décadas, sostienen que él y Ghislaine les pagaron viajes que terminaron en abusos sexuales por parte de ambos. Maxwell fue acusada por varias de las denunciantes como facilitadora y partícipe activa de las perversiones ejercidas hacia ellas por parte de Epstein. Si bien la pareja operaba en varias propiedades en distintas ciudades del mundo, fueron particularmente la casa de Palm Beach y Little St. James, la isla adquirida por Jeffrey en 1998, apodada “La Isla de la Pedofilia”, en donde se reportaron la mayor cantidad de abusos.
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Nuevos expedientes y una incógnita: ¿qué pasó el día de su muerte?
Son tantas las jóvenes que fueron víctimas de Epstein que no es posible hacer una recapitulación de los hechos de cada caso en particular, sobre todo teniendo en cuenta que muchas de ellas han elegido no dar testimonio de lo ocurrido. Gracias a Virginia Giuffre, previamente mencionada, se conocen los nuevos documentos de esta semana. Cabe aclarar que se especula la liberación de más expedientes a lo largo de estos días que proporcionen nuevos nombres y detalles sobre el caso que sigue estando bajo investigación.
En agosto de 2019 Epstein fue encontrado muerto en su celda después de un aparente suicidio, aunque hay aún quienes creen que se trató de un asesinato dada la cantidad de gente adinerada y poderosa relacionadas a él y su red de trata. En el momento del hecho, se encontraba preso en el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York aguardando el juicio por cargos de tráfico y abuso sexual de menores.
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En julio de ese mismo año, Epstein había sido encontrado en su celda con lesiones en el cuello y colocado en una unidad de suicidio para tenerlo bajo cuidado. Posteriormente fue trasladado a otra celda con guardia rotativa, en la que cada 30 minutos pasaban a vigilarlo. Estos procedimientos no fueron seguidos la noche de su muerte, dado que los guardias sostienen “haberse quedado dormidos”. Las circunstancias inusuales de su muerte han generado teorías conspirativas a su alrededor, sugiriendo que pudo haber sido asesinado por miedo a que revelara datos de otras personas que pudieron haber estado involucradas en los abusos sexuales a menores de edad. Suicidio o no, la muerte de Epstein no puso fin a los descubrimientos por parte de la policía en el caso y se espera que en los próximos días haya nueva información que arroje un poco de luz a tantos años de impune oscuridad.