Tan solo ocho meses del gobierno de Javier Milei bastaron para deteriorar significativamente el tejido social en Argentina, acrecentar los niveles de desigualdad y forjar un debacle del consumo récord que pareciera no tocar fondo. Según cifras publicadas por el Observatorio Social de la Universidad Católica las medidas de ajuste fiscal, la devaluación y, sobre todo, el aumento indiscriminado en el costo de los alimentos generaron el salto de los niveles de pobreza al 57% y el aumento de la indigencia que pasó del 9,6% en noviembre de 2023 a 15% en enero de 2024, alcanzando niveles que no se registraban desde 2004. La crisis de fragmentación social se observa además en fenómenos sociales como la inseguridad, la desocupación, la desconfianza en las instituciones y el aumento de la violencia ciudadana.
Pero al hacer zoom sobre la foto de la crisis y analizar las medidas de un modelo predominantemente excluyente y regresivo se observa que ha afectado principalmente al grupo social y etario más vulnerable de toda la pirámide: los niños, niñas y adolescentes. Un informe publicado recientemente por la organización UNICEF advierte que en el primer trimestre de 2024 la pobreza en dicha población habría alcanzado el 71%, mientras que la indigencia llegaría al 34%, lo que significa que casi 9 millones de chicas y chicos son pobres y 4,3 millones indigentes. El programa libertario, enmarcado en el DNU vigente y la flamante Ley Bases, conjuga un recorte del presupuesto nacional destinado a niñez cercano al 75% en términos reales, y el desmantelamiento de leyes, instituciones, y programas nacionales históricamente destinados a garantizar los derechos civiles, políticos, sociales, culturales, y ambientales, factores clave para el desarrollo pleno de sus cuerpos, emociones y capacidades cognitivas.
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La desjerarquización del área y el desprecio por la agenda sobre infancias se materializan en la política concreta, entre otras cosas, en medidas como la eliminación de la ex Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, que pasó a conformar la Subsecretaría de Políticas Familiares; la suspensión del Programa de Acompañamiento para el Egreso (PAE); la desarticulación del Programa Nacional de Primera Infancia; el abandono de los Centros de Desarrollo Infantil en los territorios; la paralización de la Ley “Lucio” y el recorte a la Ley Brisa; la suspensión de programas y actividades gratuitas en espacios como Tecnópolis o museos nacionales; el ajuste a fondos educativos como el Fondo Nacional de Incentivo Docente (-96%), el Programa Conectar Igualdad (-88%) y el programa de Infraestructura y Equipamiento de la Secretaría de Educación (-98%)", según datos publicados por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA); en términos de salud la suspensión en la entrega de medicamentos, el vaciamiento de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), y el recorte generalizado en todo el sistema público de salud que atiende al 45% de niños, niñas y adolescentes del país; y en lo que respecta a la justicia la habilitación del sistema penal para reprimir a las y los adolescentes, y el impulso al debate por una baja a 13 años en la edad de punibilidad y el restablecimiento del Patronato.
El Gobierno y la violación sistemática a la Convención de los Derechos del Niño
Además de representar un escenario preocupante, en términos de deterioro de la calidad de vida de las infancias y sus familias, mayor conflictividad y transmisión intergeneracional de la pobreza, la postura sostenida por la gestión actual implica la violación sistemática a derechos progresivos establecidos en la Constitución Nacional y en los tratados internacionales, entre los cuales se destaca la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) de 1989, a la cual Argentina le otorgó rango constitucional en 1994. No llama la atención teniendo en cuenta que para los movimientos conservadores y de ultraderecha, como es el partido gobernante, muchos de los artículos de la Convención atentan contra la patria potestad y son injerencias de los Estados en la vida familiar o las decisiones de crianza. El paradigma libertario reestablece viejas concepciones sobre las infancias que tienden a negar sus derechos como ciudadanos, para consolidar una mirada exclusivamente privatista y profundamente adultocéntrica.
Al respecto Marianela Flores Díaz, abogada especialista en Derecho de familia e integrante de Proyecto Generar, explica que las políticas actuales del gobierno nacional “tienden a restringir y a violar los Derechos Humanos de niños, niñas y adolescentes a través del recorte del presupuesto y la eliminación de políticas sociales que tiendan a garantizar los derechos a la alimentación, a una vida digna, a una vida libre y a la educación. Las infancias y las adolescencias necesitan políticas sociales que les permitan tener garantizados el desarrollo y un crecimiento en un plano de respeto por sus derechos humanos”.
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En ese sentido remarca que el Comité de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, órgano que supervisa la aplicación de la Convención, establece una serie de recomendaciones a los Estados para que impulsen, desarrollen y planifiquen estas políticas, y que en medio de la crisis que atraviesa nuestro país el Estado debe reestablecer prioritariamente en su agenda política y en la agenda pública la garantía de los derechos humanos de las infancias en cumplimiento de los compromisos internacionales. “Los niños, niñas y adolescentes son sujetos de derecho cuyos derechos humanos deben ser garantizados de manera prioritaria por el Estado Nacional, sobre todo en una emergencia económica como la que atraviesa Argentina”, sostiene.
Inseguridad alimentaria y el riesgo para la salud de las infancias
Esta semana, en esta línea, se difundió una carta abierta titulada “No al hambre de las niñeces en Argentina y sus familias” que lleva la firma de más de 700 médicos y médicas de todo el país, en su mayoría integrantes de la Sociedad Argentina de Pediatría. En el texto los profesionales de la salud se pronuncian contra la política de hambre planificado de Milei, y particularmente las acciones impulsadas por la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, en tanto "impide el acceso de miles de niñas, niños y adolescentes a una alimentación básica imprescindible para su normal crecimiento y desarrollo". A continuación exigen el cumplimiento de la Ley de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (Ley 26.061/2006), como eje articulador y ordenador del Sistema de Promoción y Protección de derechos, y piden al ejecutivo "la urgente reflexión de las autoridades para que cese de manera inmediata la decisión de desfinanciar los programas de seguridad alimentaria, respetando las leyes vigentes".
El documento surgió, según relató el Dr. Enrique Abeyá, pediatra y consultor en nutrición y salud pública materno infantil, a partir de las cifras antes mencionadas pero sobre todo ante observaciones cualitativas y relatos de profesionales que comenzaron a identificar, en sus experiencias diarias y en el territorio, situaciones comunes vinculadas al aumento de la sensación de hambre, la práctica habitual de comer solo una vez por día en los barrios populares, o síntomas fisiológicos como déficit de peso, carencias nutricionales, falta de hierro y vitamina D, daños en los tejidos y en el sistema nervioso central, y cuadros de desnutrición frecuentes en regiones geográficas donde antes eran minoritarias.
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“Nosotros, como pediatras, vemos que con la situación actual del país donde aumenta el precio de los alimentos, disminuyen los ingresos y la posibilidad de trabajo, cada vez es más importante la población que está en riesgo y son los niños los más afectados – advierte el profesional de la salud- en nuestros lugares de atención observamos la presencia de algunos niños que empiezan a tener deficiencias nutricionales y no podemos esperar a que la percepción de hambre se traduzca en problemas de salud o la desnutrición se generalice”. Si bien reconoce que el aumento de la pobreza y la indigencia no es una situación nueva, sí resalta que se agravó muchísimo como consecuencia “del retiro por parte del Estado y la asistencia alimentaria a la población”, y sobre todo a partir de la suspensión en la entrega de alimentos a los comedores, merenderos y espacios socio comunitarios que hasta hace unos meses atendían a una población de 4 millones de personas, mayormente niños, niñas y adolescentes.
“Si esto se mantiene, a la larga el sujeto se muere como producto de la anorexia, la falta de masa muscular, de tejidos. En el futuro la deficiencia alimentaria genera una dificultad biológica para el desarrollo, para que estos niños se conviertan en adultos sanos, saludables, en condiciones de poder enfrentar la vida cotidiana. Pero hoy esta disminución en la seguridad alimentaria lo que conlleva se registra en el presenta, y es el riego de no poder enfrentar la adversidad de una enfermedad por ejemplo. Una persona con un resfrío, al estar con deficiencias nutricionales tiene menos posibilidad de enfrentarlo y el cuadro se agrava”, concluye el pediatra.
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Los chicxs como sujetos de derecho y productores de política
Hoy sábado 13 de julio, como respuesta a las medidas de ajuste del gobierno nacional que atacan directamente a las niñas, niños y jóvenes, cientos de chicos y chicas marcharán en la República de los Niños de La Plata acompañados por organizaciones comunitarias, centrales sindicales, movimientos sociales, instituciones educativas y organismos de derechos humanos. La actividad que lleva el lema “EL HAMBRE ES UN CRIMEN” será encabezada por las Organizaciones de lxs Chicxs del Pueblo y cuenta con el acompañamiento de la Secretaria de Cultura local. La agenda incluirá desde las 10 espacios recreativos y espectáculos musicales en el anfiteatro, y el cierre, previsto para las 14 hs, con la marcha y un acto en la plaza central.
La exdiputada Claudia Bernazza es referente y activista social por los derechos de la niñez y la crianza comunitaria y una de las fundadoras a nivel nacional de la Organización de lxs Chicxs del Pueblo. Relata que la actividad nació como respuesta a la imposibilidad concreta de participar junto a lxs chicxs de las marchas: “En el movimiento, nuestra tradición militante históricamente ha sido la de marchar ante diferentes realidades y distintos gobiernos con los chicos, y ahora nos encontramos con el problema del protocolo de la ministra Bullrich. Entendimos que eso nos estaban birlando una herramienta muy poderosa que es que los chicos también saben marchar, expresarse y marcar su agenda o dar su mensaje. Por eso surgió la idea de marchar en la Republica de los Niños y lo que en principio nació como idea de protección ante los protocolos represivos, terminó teniendo una gran carga simbólica porque ese lugar que Evita soñó fue fundado para que los chicos experimenten la democracia”.
La organización de la que forma parte tiene su origen en los 80 con la recuperación democrática, a partir del fenómeno de los chicos que vivían y dormían en la calle, que se convirtió en un fenómeno muy extendido en Argentina, herencia del proceso de fragmentación social impulsado por la última Dictadura Cívico Militar. “Muchos profesores, docentes, maestros, compañeros que habían salido de la cárcel, empezamos a abrir nuestras casas para recibir a estos chicos que convivieran con nosotros y eso dio origen a las casas que hoy funcionan”, recuerda. Lugar del Sol es el nombre de la casa que fundó en 1986 junto a su marido Enrique “Quique” Spinetta en el Sur del Gran Buenos Aires. El resto de las casas están distribuidas en diferentes localidades del AMBA, y ciudades de varias provincias como Buenos Aires, Santa Fe, San Luis, Mendoza, Chaco, San Juan, Córdoba, La Pampa, Río Negro, y Chubut. Todas estas casas se fueron organizando y eso dio lugar a la firma de un acta en 1987, y en noviembre de 1988 el movimiento organizó con la CGT el Primer Congreso de los Chicos de la Calle.
Entre los principios que definen la mirada de este colectivo de destaca que “el sujeto de la niñez es un sujeto colectivo” que crece, madura y se socializa en centros barriales, asociaciones, clubes, plazas y espacios donde se conquistan derechos y nacen proyectos alejados del individualismo que propone el mercado. “En nuestras organizaciones abrimos el juego a que los pibes formen grupos, equipos, muy en la tradición de la educación de los clubes de barrio o de la parroquia. Los chicos empiezan a tener actividades de socialización, mediación frente al conflicto, arman sus propios reglamentos y planifican. Hay una educación en valores que se va extendiendo”, explica. Los niños no son propiedad de nadie y son responsabilidad de todos: familias, sociedad, comunidad y Estado en todos sus niveles.
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“Por el contrario, para este gobierno el niño aparece en el mundo público como un peligro, como un otro de quien cuidarse – analiza la docente – en el discurso del ‘no te metas con mis hijos’, vemos que la infancia y la familia corren exclusivamente en el ámbito de lo privado. Para ellos si hay violencia o abusos, o sueños y proyectos, no le corresponde al Estado enterase o intervenir, lo cual es la contracara de la idea del Estado como concreción de un pueblo que se organiza. Estamos retrocediendo al siglo XVIII o principios del siglo XIX”. En la retórica social libertaria los niños y niñas aparecen como una propiedad, como exclusivos del ámbito privado y muchas veces como seres incapaces, inferiores, fácilmente adoctrinables o dominables. Jamás son considerados sujetos de movilización política o de acción colectiva, capaces de levantar la voz.
Un preocupante indicador de ese gesto adultocentrista es el cuestionamiento por ejemplo a la actividad política que se gesta en las Escuelas Secundarias y Centros de Estudiantes, o las denuncias por “adoctrinamiento” contra la Ley de Educación Sexual Integral que implican la negación de la dimensión corporal y sexual de las infancias. Antes que garantizar y promover sus derechos, y brindarles herramientas pedagógicas y educativas que acompañen a las infancias y adolescencias en su proceso de socialización y crecimiento, prefieren utilizar a sus hijos como escudos en medio de debates partidarios o puramente ideológicos que no conducen a la solución de problemáticas reales.
La mirada de la infancia que pregonan los libertarios parece amputada de los nexos sociales, del espacio público, de lo común, incluso privatizada de los afectos. “Todo intercambio social es visto bajo el prisma del negocio, y bajo esa lupa todo se ensucia, se degrada, porque la verdad es que los seres humanos vivimos para otras cosas como ser felices, encontrarnos. El otro día fuimos con los chicos de la organización al Museo Nacional de Bellas Artes. Mientras ellos disfrutaban y corrían por los pasillos, yo me preguntaba: cuántas veces más podremos venir sin que nos cobren? Esta gente descree del Estado, de la organización humana, de lo gratuito, del disfrute de las plazas, los museos, de Tecnópolis. Piensa que solo hay individuos y el modelo que fomentan es el de pibes y pibas solos frente a una computadora pensando que los otros son competencia o amenaza”.