La historia detrás de la primera mujer en filmar cine en Argentina: nació en el Imperio Astrohúngaro pero pudo cumplir su sueño en tierras rioplatenses

Vlasta Lah estrenó en 1960 la primera película producida por una mujer en toda Latinoamérica. Desde ese lugar, ya planteaba conceptos feministas para la época. Fue invisibilizada pero ahora un libro cuenta su vida para hacer justicia.

14 de noviembre, 2024 | 00.05

Imposible saberlo, pero es muy probable que Vlasta Lah jamás haya pensado que en su Pola natal, entonces parte del Imperio Astrohúngaro, despempeñaría una gran carrera como cineasta en un lugar tan lejano de su hogar. Mucho menos que sería la primera mujer en Argentina en convertirse en directora de toda Latinoamérica. Su vida fue arriesgada, vertiginosa, versátil, aventurera y trabajosa. En la Europa de la primera posguerra, se italianizó, fue modelo, vendió soda y estudió cine en la misma escuela que asistieron los más grandes referentes del séptimo arte. Más adelante, viajó a nuestro país con su marido, comenzó como su asistente y después de mucho trabajo realizó su opera prima: Las Furias. En la actualidad, un libro cuenta su historia con la clara intención de visibilizarla.

"Ella tuvo una vida bastante ajetreada, que era la vida de Europa en ese momento: entre la Primera y Segunda Guerra Mundial. Ella nace en Pola, (ahora Croacia), pero luego de la primera Guerra todo ese territorio lo anexa Italia y entonces se nacionaliza. Cambia su apellido, de hecho, el orignal era Lach y se coloca el nombre de Julia en el medio", cuenta Martín Miguel Pereira, uno de los autores junto a Candela Vey de Por ser mujer, el libro biográfico de la cineasta.

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Y continuó: "Empieza trabajando en una empresa familiar que hacía soda, luego también vendió perfumes en un Trasatlántico y hasta fue modelo. Tenía una vida muy autónoma y moderna para los tiempos en los que vivió, así llega a estudiar en actuación en el Centro experimental de Cine de Roma que es la escuela italiana donde estudió Fernando Birri, Manuel Puig y Gabriel García Márquez. Luego sigue la carrera de dirección y ahí es donde conoce a su amor: Catrano Catrani, con quien viaja a Buenos Aires después de la persecusión del facismo. Llega en 1938 a la Argentina". 

Casémonos vía Buenos Aires

Meses antes de su llegada a Buenos Aires desde Nápoles, Italia, Vlasta se casó con Catrani ya embarazada de su único hijo, Víctor. De hecho, pisó suelo porteño tras viajar a bordo del barco Principessa Giovanna con un bebé de seis meses de gestación y una situación económica difícil en un lugar totalmente nuevo para ella.

Consecuentemente, los primeros años no fueron fáciles con el idioma, con la crianza de un hijo, con la mirada hacia mujer extranjera y como si fuera poco que quería hacer cine. "Por las cartas que nos dio una sobrina nieta suya, nos enteramos mucho de lo que pensaba Vlasta en diferentes momentos de su carrera. De hecho, a su hermana, le expresaba lo difícil que era para ella ser madre y trabajar en cine, teniendo que atender al hijo. 'Me levanto a las 6 de la mañana, tengo que darle de comer, llevo al nene al colegio, luego me voy al rodaje y vuelvo a casa a hacer los quehaceres para ir a dormir 4 o 5 horas'. le escribió en unos de esos intercambios", cuenta Pereira.

No obstante, también existían elementos a favor: ambos comenzaron a desarrollarse en plena época dorada del cine argentino y traían conocimientos novedosos para sus colegas.

El talento por encima de la invisibilización

Con todo, la primera película de Catrano Catrani se demoró cuatro años. De hecho, estrenó En el último piso en 1942 que contó con el protagónico de Zully Moreno y Juan Carlos Thorry. En ese film, Vlasta Lah fue pizarrista y también hizo lo propio en Sendas cruzadas (Belisario García Villar y Luis Morales), Melodías de América (Eduardo Morera), En el último piso, Cruza (Luis Moglia Barth) y Los hijos artificiales (Antonio Momplet).

El trabajo de pizarrista o el primer asistente del asistente de dirección no figuraba en los créditos de las películas. Como una broma irónica del destino y en sintonía con el machismo reinante, se cristalizaba una primera muestra de la invisibilación de su trabajo que persistió durante doce años ya como asistente de dirección, hasta que llegó su ópera prima: Las Furias. Sin embargo, su historia aún es desconocida, salvo por trabajos como el de Vey y Pereira.

"Con todo ese currículum es clarísimo que la han invisibilizado. Ella venía muy preparada ¿Por qué tardó tantos años en hacer su primera película? Es clarísimo: la borraron. Aunque también por su talento le terminaron dando trabajo muchos directores argentinos de la época que no estaban preparados y ella se mandaba, esa fue una de las formas de hacerse lugar hasta llegar a su ópera prima", explica Candela Vey, coautora de Por ser mujer.

El estreno de la primera directora en toda Latinoamérica

Hasta llegar a su debut como directora, además de cumplir con su rol como asistente, Vlasta realizó cortometrajes, spot publicitarios y, en 1953, hasta dirigió la Escuela Superior de Arte Cinematográfica, creada por la Unidad Básica Cultural Eva Perón. Consecuentemente, tras el golpe de 1955 fue interrogada e investigada por su rol al frente la institución docente; como les sucedió a muchos de los que participaron directa o indirectamente del gobierno peronista: quedó libre de culpa y cargo, según la arbitrariedad de la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu.

En 1958, comenzó la producción de su ópera prima. Y luego de dos años de trabajo intenso la finalizó. La premiere se realizó el 2 de noviembre de 1960 en el Cine Ocean. La sala, ubicada en el centro porteño, estuvo plagada de estrellas junto a las actrices del film, según detalló el Noticiario Panamericano.

Otro dato destacado para la época es que el prestigioso elenco de su primer trabajo estaba casi íntegramente compuesto por mujeres: Mecha Ortiz, Aída Luz, Olga Zubarry, Elsa Daniel y Alba Mújica, mientras que Guillermo Bredeston tenía una aparición menor y Catrano Catrani solo se lo veía de espaldas. Asimismo, el equipo técnico también estaba compuesta en su mayoría por pares de género de la realizadora.

Sin embargo, el primer trabajo de Vlasta como directora - basado en la obra teatral homónima de Enrique Suárez de Deza- no vendió muchas entradas, ni tampoco la trató bien la crítica. Pese a todo, Las furias obtuvo uno de los 15 premios a la producción que entregaba el INC (luego INCAA), cuyo primer premio eran 5 millones de pesos. 

Con todo, Vlasta iría a por su segundo largometraje en 1963: Las modelos. El film, según Vey y Pereira, fue mucho menos pretencioso que su ópera prima. En esta oportunidad, la historia fue propia y la temática la conocía bien porque ella trabajó en la moda. Desde ese lugar, ya planteaba conceptos feministas para la época. “Ustedes tienen la obsesión de la masculinidad”, podía escucharse en algunos de los diálogos

Triste, solitaria y final

Si bien no hay mucha información sobre su vida luego de Las Modelos, se sabe que realizó guiones para películas, el libro para ciclos televisivos y colaboró con su marido en sus últimas dos películas: ¿De quien son las mujeres? y He nacido en la ribera, ambas estrenadas en 1972.

En 1974, en tanto, Catrano Catrani moriría a los 63 años tras una compleja operación de corazón. Poco tiempo después también llegaría el final de Vlasta Lah. De hecho, la primera directora en filmar en toda Latinomérica falleció 12 de julio de 1978; tenía 65 años.

Sus últimos días fueron tristes y en soledad. En 1976, su único hijo Víctor tuvo que exiliarse hacia Roma por motivos políticos que lo colocaban en peligro de muerte ante la dictadura cívico-militar. De hecho, luego tuvo que instalarse por trabajo en Nigeria, y desde allí habló con su madre por teléfono y quedaron en que la llevaría a vivir con él cuando retornara a Italia. Pero la ironía del destino quiso que la misma noche en la que Víctor volvió a Roma le avisaron que Vlasta Lah había fallecido; por lo tanto, ni siquiera pudo despedirla.

Más aún, también hubo pocos allegados en su despedida en el Cementerio de la Chacarita. Entre los presentes, en aquel día lluvioso de invierno, se destacó José Martínez Suárez. De hecho, el director y hermano de Mirtha Legrand, recordó en una entrevista realizada para el libro de Vey y Pereira que lo vivió "muy apenado porque había muy poco gente".

El cine como intento para visibilizar a la mujer oculta

Candela Vey y Martín Pereira no dejarán limitada la tarea de difundir la vida de Vlasta Lah solo a su libro Por ser Mujer, además realizaron un cortometraje (Vlasta, apuntes para un documental) y están a la espera de financiación de su película documental sobre la cineasta nacida en Pola, mientras se encuentra en etapa de post producción. De hecho, sus realizadores estuvieron recientemente en la ciudad que se formó participando del Festival de Cine Ibero-Latino Americano de Trieste.

"En realidad el rescate comenzó como una película y después cuando empezamos a encontrar tantas cosas decidimos hacer el libro que paredójicamente se hizo primero", revela Candela Vey.

"Su hijo Víctor, que murió en 2022, por suerte guardaba todo y tenía un montón de material sobre su madre: cartas, fotos, audios. Asimismo, cuando nos contactamos con su sobrina nieta que vive en Trieste -que ni siquiera sabía que su tía abuela fue cineasta- nos pasó intercambios epistolares de Vlasta con su hermana. Luego encontramos registro fílmicos de su época de Italia y conocimos la voz de ella", agrega Vey.

Y continuó: "La historia la borró y la idea es mostrarla por la puerta grande. De hecho, en cada presentación del libro hablamos del documental. Seguimos buscando financiamiento porque el INCAA está parado. Nos da mucha tristeza, pero también da fuerza para seguir porque en algún momento las cosas van a cambiar". En ese sentido, quienes se quieran informar o colaborar con el trabajo de Vey y Pereira pueden seguirlos a través de la cuenta de Instagram: @vlastalahdocumental.

"Vlasta, el recuerdo no es eterno" es el título del trabajo que en estos momentos trabajan su sonido, color y cuyo corte de duración es de 70 minutos. Su nombre de alguna manera conecta con el olvido del que se la quiere rescatar o, más bien, de la invisibilización que ha padecido por su género.

En ese sentido, el libro sobre Vlasta recoge una charla periodística que finalmente fue utilizada como título y que es concluyente. "¿Por qué motivo Vlasta Lah recién inicia su carrera como directora, luego de una experiencia intensa como asistente? Por ser mujer. Si no, hace diez años que estaría filmando", es la síntesis contudente de su vida que aparece en un reportaje publicado en el diario La Razón.