Mediodía, centro comercial del Abasto, más precisamente en el patio de comidas. Una joven está sentada con su vaso de café perdida entre miles de presentes: comensales, algunos turistas, otros oficinistas que trabajan en cercanías al lugar buscando comer durante su receso. En ese lugar público, urbano, la chica sentada con su café los sorprenderá a todos cuando empiece a cantar un aria de Giacomo Puccini de la nada, impregnando de belleza un momento de cotidianeidad.
Los presentes sorprendidos y emocionados la filman con sus teléfonos, se emocionan, la aplauden o simplemente le agradecen por haber cambiado ese momento de rutina por un poco de arte.
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La chica se llama Yanina Duarte Vera y tiene un sueño: que la música clásica, la ópera, lleguen a la mayor cantidad de personas posible, es decir, que este género que está tan asociado a las elites se vuelva popular, al alcance de todos. En medio de ese escenario que adornan mozos, platos y bullicio ella se siente cómoda: “Me gusta tanto la ópera que tengo que compartirlo. Para mí es como una medicina que cura. Por eso siento que la gente se pone tan emotiva cuando me escucha, algunos también me abrazan y me felicitan”, cuenta Yanina en diálogo con El Destape.
La canción que entona es “O mio babbino caro” de la ópera Gianni Schicchi (1918) de Giacomo Puccini. La canta el personaje "Lauretta", después de que las tensiones entre Schicchi y sus futuros suegros llegan a un punto de ruptura que amenaza con separarla de Rinuccio, el joven a quien ella ama. Un siglo y varios años después, una joven la canta en un shoping del microcentro porteño.
También tiene en su repertorio “Signora ascolta!” y “La speranza” del mismo autor.
La preparación para generar el momento no es azarosa: Yanina elige cuidadosamente el lugar, tal vez se toma un café días antes para después ir a sentarse a desplegar su arte. El principio no fue fácil y estaba llena de dudas e incertidumbre: “Tenía miedo por la calidad del video o las reacciones pero de a poco me fui animando”.
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“Soy muy intuitiva, donde yo sienta que tiene que ser, ¡ahí es!”, cuenta determinada a cumplir su objetivo. Nunca va sola, la acompaña algún amigo o amiga o su novio, los encargados de registrar las reacciones de los presentes.
Yanina hace lo que en redes, mas específicamente en Tik Tok en su cuenta @yaniopera, se denomina el #OperaChallenge: un desafío que se utiliza en todo el mundo, donde miles de músicos o cantantes líricos intentan llevar la ópera en lugares impensados. Fue en este reto que Yanina encontró su vocación de querer llevar a la música a los lugares donde no llega y las redes potenciaron esa vocación: “Estar en la calle y poder acercar un poco de esta música es un sueño. Uno nunca sabe la reacción que pueden llevar”.
Y cuenta orgullosa: “Una vez un chico que estaba teniendo un ataque de ansiedad en un café me dijo que mi música lo calmó y ayudó y eso es una gran recompensa para mí. Siempre me imagine que formándome como cantante iba a llegar ese momento”. Muchas veces Yanina va acompañada de su novio, su hermana Belén o Anita su amiga. En los últimos tiempos realizó una convocatoria en redes e incorporó un pianista a las actuaciones sorpresa.
A su vez, planea actuar en los próximos meses en escuelas, actuó en el Cabildo sorprendiendo a todo el día de la bandera y busca generar los contactos porque le encantaría poder cantar en algún Servicio penitenciario: “Me encantaría poder brindar mi arte a los privados de libertad y ver sus reacciones y poder conmover con la música”.
La música y los orígenes
Yanina tiene 34 años y originaria de Dock Sud, una ciudad del partido de Avellaneda, sus padres emigraron de Paraguay en busca de nuevas oportunidades y se asentaron en la zona sur del conurbano bonaerense. Fue su padre quien la llevó a comprometerse al estudio de la música, primero estudiando arpa clásica (lo más cercano al arpa paraguaya, el instrumento que tocaba su padre) y de paso, como segunda opción, se introdujo en el canto para afinar.
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“Yo estoy muy orgullosa de mis orígenes y de dónde vengo, por eso entiendo que es necesario llevar la música a todas las personas, al trabajador, al estudiante que está en un día común y esto lo puede mejorar”, cuenta orgullosa.
Yanina sabía que su escenario también podrían ser lugares no convencionales, no quería reducirlo a pasillos o lugares cerrados en un conservatorio. La ópera no estaba tan al alcance para una chica del Docke: “Yo estudiaba de música todo lo que podía, en casa no teníamos Internet. Por eso yo iba al ciber y me ponía a escuchar música clásica mientras otros jugaban al counter o estaban allí para distraerse. Algo que me unió instantáneamente a la música clásica y la ópera es que muchas obras tratan sobre la mitología griega y ahí para mí coincidieron todos mis intereses”, relata la artista.
Pero fue un día viendo televisión que se dio cuenta de su verdadera vocación: en el canal Film and Arts vio a María Callas interpretando a una novia en su noche de boda, con su blanco vestido lleno de sangre. Es una ópera que se llama Lucía di Lammermoor, que es de Gaetano Donizetti, una ópera del bel canto italiano. María Callas la volvió popular, cuando estaba olvidada. La mujer, vestida de novia, con la mirada perdida, fuera de sí. En la historia, la obligan a casarse con un hombre que no amaba. Cuando en la noche de bodas él quiere consumar el acto, ella, que tenía una angustia muy grande, lo mata. Mientras los invitados estaban festejando, aparece toda ensangrentada y confiesa el crimen. Desde ese momento, Yanina hizo de todo para convertirse en cantante de ópera. En ese preciso instante supo que iba a dedicar todo al estudio del canto lírico.
Yanina admira a Maria Callas pero hoy su admiración y devoción también le pertenecen a la cantante Anna Moffo, una cantante norteamericana que, como ella, canta Puccini.
Soñar en grande
La cantante no solamente cautiva en vivo o en sus redes sociales, donde muestra sus videos, sino también sueña en grande: “Mi sueño es tener una escuela de música donde enseñar a entender la ópera, a formar a jóvenes. También creo que es una industria que puede generar puestos de trabajo como iluminadores, sonidistas. Todo lo que implica generar puestos de trabajo a través del arte", cuenta.
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Mientras deleita y sorprende en lugares, Yanina se sigue preparando para audicionar en diferentes compañías de ópera. Estudia y no oculta la pasión que le genera la ópera y piensa que el arte es algo colectivo: “Quiero que la ópera sea para todos, que las salas se llenen, que conmueva a las personas, que genere un interés, hasta que cumpla ese objetivo, si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña”.