Mugreterapia: es trabajadora doméstica, la exigencia de su jefa la llevó al límite y ahora acompaña a acumuladores en su recuperación

Después de desempeñarse como trabajadora de casas particulares durante 30 años, se juntó con otras cuatro mujeres para poner esa habilidad al servicio de acumuladores extremos. “Le decimos mugreterapia, no soy psicóloga pero fue una forma de acompañar a esas personas, sacarlas de esa escena". 

18 de enero, 2024 | 00.05

Acumuladores extremos es un emprendimiento liderado por cuatro mujeres que se dedican a limpiar en profundidad hogares de personas que acumulan. Son cuatro y se dividen las tareas según su especialidad: baños, placares, cocina, logística. Las cuatro trabajaron casi toda su vida en el rubro, hasta que Luján las empezó a convocar para realizar un trabajo de limpieza, que no solo requería de su perfeccionismo y detalle, sino de empatía, escucha y acompañamiento a las personas que habitan en esos hogares. Así fue que gracias al boca en boca, comenzaron a llamarlas y hoy dedican sus días a la limpieza extrema.  

¿Cómo nace el proyecto? 

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“Me crié en la calle”, comienza Luján, la fundadora del proyecto, que trabaja hace 30 años como empleada de casas particulares. Nació en la Ciudad de Buenos Aires y de muy pequeña se fue a vivir con su familia a Fiorito. Por la enfermedad de su padre y la de su madre, le tocó desde niña salir a trabajar para poder colaborar con el sostén del hogar. A los 6 años juntaba botellas en “la quema” de un basural y las vendía en un supermercado cerca de la General Paz. Así transcurrió su infancia entre la escuela, la calle y el cuidado de su papá que vivía con Alzheimer. 

Sin embargo, pasaron muchos años hasta que un hecho concreto marcó la vida de Luján y su relación con la limpieza. El gran cambio fue trabajar para una casa en la que la señora que la contrataba era muy exigente, perfeccionista, incansable, tanto que se obsesionó “llegó el punto en el que me enfermé, adopté las mismas prácticas que ella, afectó en mi vida cotidiana y tuve que empezar a hacer terapia”, cuenta Lujan y agrega que perdió el control y su relación con la limpieza se volvió muy difícil. 

Desconfiaba de las personas, miraba lo que tocaban, si se lavaban las manos, así todo el día. “Fue complicado y los superé” afirma y dice confiada que esa experiencia le permitió darse cuenta que es muy buena para el trabajo de limpieza y que muchas personas atraviesan situaciones emocionalmente difíciles por no limpiar, acumular, dejarse estar. Entonces empezó a poner esa habilidad al servicio de acumuladores extremos, personas que tienen muchos objetos en sus casas, tantos que les dificulta para vivir.

Su primer trabajo en una casa de acumuladores fue a través de un contacto de Facebook. Luján subía fotos de su trabajo y la contactó una señora de Tierra del Fuego, que tenía un pariente en Buenos Aires con un problema: era acumulador extremo.  “Me comuniqué con la persona y accedió a que vaya a su vivienda. Vivía con 17 perros en medio del excremento de los animales, el piso no se veía”, luego de esa experiencia subió fotos del antes y después a su cuenta de Facebook y recibió muchísimos mensajes. 

Como sola no podía hacerse cargo de la demanda conformó un equipo de trabajo con especialistas en distintas materias. Primero contactó a Mariel, una vecina que también trabajaba en limpieza. Más tarde se sumaron Graciela y Eliana. “Me fijé en ellas tres porque tenían características que yo no tenía, y nos complementamos”. Cada integrante tiene un rol específico: Mariel es muy rápida y soluciona todo rapidísimo, Eliana se ocupa del orden de placares y roperos, Graciela se dedica a la limpieza de los baños. Luján se define como la negociadora sentimental, se ocupa de la logística del trabajo. No específicamente por el tema monetario, sino porque es la que se ocupa de hablar por teléfono con quien solicita el servicio. No siempre llaman convencidos, primero preguntan cómo trabajan, les cuentan sobre su situación “a veces atiendo llamadas a la madrugada, las personas necesitan ser escuchadas y yo trabajo sobre esa escucha para ver de qué forma puedo ayudar a las personas, porque para muchos no es fácil llevar adelante esa limpieza, aunque no lo reonozcan es algo patológico”, describe. 

Una casa llena de plantas, una casa que parecía un jardín, plantas abajo de la cama. “El marido de la señora nos pidió ayuda, ella accedió, cuando terminamos la limpieza ella se dio cuenta que en su casa había un pequeño patio, cuando lo vio lloró, mi marido que vino a darme una mano con las macetas pesadas también lloró, ella se había olvidado cómo era su casa”, según Luján ahí entendió que esa era su vocación, la satisfacción de ayudar a muchas personas que tienen esa necesidad pero no lo sabe.  

Un día de limpieza 

“La limpieza empieza unos días antes, cuando hablo con el acumulador, pregunto todos los detalles a esa personas. Después me encuentro con las chicas para organizar la logística. Ese día nos encontramos en la puerta de la casa y ni bien entramos empieza nuestra labor”, cuenta Luján.  Primero piden permiso para sacar fotos y videos,  ella se ocupa de eso, es la primera que entra a la casa, mientras sus compañeras esperan. Luego hacen una recorrida por los ambientes y se dividen las tareas. El ambiente de trabajo tiene que ser distendido, para acompañar a esa persona que muchas veces está pasando un momento difícil. Para ello utilizan varias estrategias: ponen música, charlan, bailan, le dan tareas a las personas de la casa “le decimos mugreterapia, no soy psicóloga pero fue una forma de acompañar a esas personas, sacarlas de esa escena y hacerlas reír”, cuenta risueña Luján. 

Luján compartió con El Destape algunas de las situaciones más impactantes con las que se ha encontrado. Entre ellas, el descubrimiento de un perro muerto que llevaba meses desaparecido y estaba enterrado entre la acumulación de basura de la casa. Además, encontraron un total de 31 gatos, de los cuales 17 estaban vivos y los demás habían fallecido. Otro caso inolvidable fue el de una señora que cortaba tachos de agua para usarlos como baño. Durante la pandemia, Lujan también relató el caso de una señora que había tenido a su esposo muerto en casa durante 11 días. 

Ella dice que esos casos son más difíciles, pero se aleja de cualquier tipo de impresión o asco. Cuenta que tiene las herramientas para poder hacerlo, también subraya que es un trabajo muy gratificante porque sabe que mejora la vida a las personas que habitan esas casas y a sus familias. 

Cuando comenzó el proyecto recibían llamados de amigxs, familiares de acumuladores. Sin embargo, y gracias a la difusión de su trabajo en sus redes sociales y el boca en boca,  los últimos tres años han recibido numerosas llamadas de acumuladores compulsivos, en lugar de los familiares de los afectados. “Esto rompe con el mito de que los acumuladores no se dejan ayudar y te das cuenta que no no es así, al contrario, quieren que alguien los ayude, el tema que no saben cómo”, afirma. Para más pruebas, Luján cita las estadísticas de su trabajo: hicieron 100 casas, pero ninguna las volvió a llamar. 

Luego de la limpieza el trabajo continúa. Le dan al cliente una serie de consejos y tareas para que siga manteniendo el orden y la higiene. También se ocupan de hacer un seguimiento y están disponibles para consultas en caso de que sea necesario. “Me tomo el trabajo de llamarlos unas semanas después,  ver como andan y siempre me sorprendo, porque es como darles un empujón” , reconoce. 

Acerca de la acumulación, ¿cuándo debemos prestar atención? 

Consultado por El Destape, Matías Spera, psicoanalista, asegura que el momento crítico es cuando comienzan a aparecer síntomas como angustia, depresión, inhibición, sedentarismo, fobias. El psicoanalista lo cataloga como el momento pivot (un giro clave) para comenzar algún tipo de tratamiento. “En los casos más graves se trabaja con los grupos de allegados, la familia, las personas con las que conviven”, agrega Matías que también aclara que cada caso es diferente y es por eso que es muy importante que el entorno esté atento y preste atención al estado de ánimo de esa persona para poder acompañar. 

Matías asegura que se trata de un tema muy complejo y para el que existen muchísimos tratamientos como, consultas psiquiátricas cuando las personas necesitan un esquema de medicación,  tratamientos familiares, grupales, cognitivos conductuales, analíticos, entre otros. “Todo se centra en que la persona pueda empezar a hacer algún movimiento. Acumular se trata de no poder hacer ese movimiento de pérdida, ya que los objetos no son meramente objetos tienen una carga simbólica”, explica el psicoanalista sobre el miedo a no poder perder nada y lo que se suele poner en juego para las personas que están atravesando este padecimiento. 

En ese sentido Luján destaca la necesidad de hablar sobre este tema y sobre la salud mental en general, ella observa que en muchas familias continúa siendo un tabú. Habla desde la propia experiencia, acompañó a su hermano con un padecimiento de salud mental, también a su padre y hoy a su hijo. Subraya que es muy complejo el tema por las trabas institucionales y sociales, es un camino de procesos, frustraciones, falta de información y sobre todo de respuestas. Es por eso que para ella su trabajo es más que un servicio, está convencida de que ayuda a muchas personas, y a familias a realizar movimientos necesarios y que a veces ni ellos mismos pueden ver lo que significa para el bienestar cotidiano. 

Hace tiempo viene pensando en la creación de un 0800 para personas que necesiten asistencia “sería buenísimo que exista un organismo especializado, una línea o una aplicación a la que esas personas puedan acceder y pedir ayuda”.