Es docente, transforma la basura en arte y ahora usa su ingenio para ayudar a otros: la historia del "ladrón de chatarra" que cautivó a Slash

Como docente y herrero de oficio, usa sus conocimientos en ambas áreas para crear caricaturas biomecánicas a partir de material reciclado. Su ingenio llevó a ayudar a un alumno de Educación Física en recuperar la prótesis ortopédica de uno de sus brazos para el entrenamiento. Comparte sus hallazgos en Instagram y, debido a su creatividad, ya cosecha casi 400 mil seguidores, entre los que se encuentra Slash.

19 de enero, 2024 | 00.05

Guillermo Galetti, también conocido como “Ladrón de Chatarra”, es docente de Educación Física y herrero de oficio. Utiliza su creatividad e ingenio para combinar ambas profesiones y así crear caricaturas biomecánicas a partir de material reciclado. Sus piezas se caracterizan por imitar de manera idéntica secuencias de movimientos de diversas prácticas deportivas. En el 2020 volcó sus trabajos en redes sociales, y sin proyección alguna, creó una comunidad de casi 400.000 seguidores. Ahora tiene un nuevo objetivo: sumarse a proyectos solidarios para seguir innovando, y para hacer de la felicidad algo compartido.

A pesar de haber nacido en la ciudad de Campana, en el norte de la provincia de Buenos Aires, pasó la mayor parte de su infancia y adolescencia en Quequén. “Soy de la época en la que tenías que generar tu propio entretenimiento; había que tener imaginación para fabricar las cosas, y esa era mi diversión desde chiquito”, rememora el artista de 40 años. Hace 18 años elige a Villa La Angostura como lugar para ejercer sus oficios y dejar plasmadas las habilidades adquiridas a lo largo de su vida.

“Remar en dulce de leche: Poner empeño en resolver un problema que amerita mucho esfuerzo”. Una frase que tomó Guillermo como referencia para crear un muñequito de metal articulado que practica remo en un tarro de dulce de leche. Una idea que sirvió como representación de la argentinidad, y de su propia historia. Guillermo Galetti comenzó su vida en Villa La Angostura, Neuquén como una remada en dulce de leche. Empezó a construir -con su señora- una casa con dimensiones minúsculas. Sin embargo, años más tarde, avanzaron en la construcción y ese sector pasó a ser el taller de Guillermo. “Es una parte de la casa semienterrada, con poca iluminación natural, y que tiene adosado un techo. Es una habitación que en su contorno tiene un montón de cosas colgadas que van desde chapas, alambres y recortes de objetos viejos como carritos de supermercado, juguetes y descartes de maquinarias”, comienza detallando el muchacho. “Después hay un espacio central libre -que generalmente no lo está- y algún que otro banquito de trabajo”, sigue diciendo entre risas.

En esta línea, el artista confiesa que el taller es un ambiente muy especial pero en el que nunca está conforme. A pesar de que su deseo es tener más espacio para trabajar, se siente un privilegiado y agradece continuamente lo que tiene a su alcance. “Creo que es un lugar que está en sintonía con lo que soy; es muy simbiótico conmigo”, remarca. Además de ello, Guillermo Galetti entiende que en el taller surgen las mejores ideas: “Hay un montón de cosas desparramadas por todos lados que en algún momento se ordenan y crean algo concreto”.

Guillermo comenzó trabajando como herrero industrial. “Mi papá hace muchos años atrás estaba metido en la metalurgia y de ahí viene un poquito el conocimiento de mi oficio; él fue un referente muy importante”, señala Galetti, quien de niño daba vueltas por el taller, jugaba con los instrumentos y aprendía la tarea. Sin embargo, luego de terminar los estudios decidió ir por el camino de la enseñanza. Actualmente es profesor de Educación Física, y da clases a niños de entre 6 y 20 años en distintas escuelas. Sin electricidad ni motores, fabrica “caricaturas biomecánicas”, donde se requiere de la interacción humana para ver los movimientos de cada una de las piezas que diseña. Todo surge por la búsqueda de representar -de manera didáctica- algunas secuencias de movimientos de disciplinas deportivas. Sin embargo, a la larga, esta herramienta también le sirvió para reparar insumos en las escuelas: “Lamentablemente, como profesor no podes esperar que vengan a hacer un mantenimiento cuando uno lo requiere; tenes que echarle mano vos e inventar con cosas que tenes al alcance para mejorar las clases”. 

“Lo primero que hice no fue para mis alumnos en específico sino como herramienta para mucha gente. Cree un modelito de un muñeco que hace un gesto de arranque olímpico -más conocido como Snatch- con el fin de explicar las fases del levantamiento”. A raíz de esto, su esposa Majo le dijo -allá por el 2020- que se abriera una cuenta en Instagram y que compartiera todas las maquetas que hacía. “Ladrón de Chatarra es un calificativo bastante pintoresco pero algo que sí es real es que suelo salir a dar vueltas y junto cosas que andan en las veredas o en tachos de basura. Revuelvo los volquetes o me meto en los alrededores de las obras de construcción”, dice Galetti haciendo referencia al nombre que eligió para que lo conozcan en redes sociales.

“Las ideas no las tengo planeadas y no las busco” es una frase que intenta destacar en la entrevista. Y eso mismo se puede ver reflejado en su cotidianeidad, más precisamente a la hora de llevar a cabo un producto. Guillermo comenta que muchas veces la búsqueda de una idea es muy larga y la ejecución demasiado simple y minimalista; pero que otras tantas veces la idea le resulta sencilla y la confección le puede llevar meses. Postear una foto o video del artilugio lo toma como parte del proceso. “Si bien cuando un gigante como Slash -guitarrista principal de la banda de hard rock Guns N' Roses- reconoce mi trabajo y lo comparte siento algo muy especial, me pasa lo mismo cuando cualquier otro miembro de la comunidad hace algo similar. Me lo trato de tomar con mucha naturalidad. A veces estoy tan distraído con otras cosas que obviamente disfruto las repercusiones pero inmediatamente pongo manos a la obra con cosas pendientes porque algo que tengo son ideas para bajar a tierra y siempre estoy pensando en eso”.

Guillermo Galetti a la hora de crear “Ladrón de Chatarra” se autoimpuso una condición: no dedicarse a una rama específica y no esperar que la motivación aparezca por sí sola. Gracias a esta meta incursionó en lo deportivo, fantástico, humorístico y filosófico. Le fue tan bien que muchas de sus obras llegaron a millones de personas de distintas partes del mundo. No obstante, el neuquino remarca que las redes sociales son un instrumento de crecimiento pero que no lo satisfacen por completo. “Si lo que haces en la red muere ahí, pasa a ser algo demasiado volátil. Cada producto tiene que adquirir sustancia. Y si podes sumarle la cuota solidaria es todo mucho más gratificante”, subraya el artista.

Lo que pasó con su alumno Juan fue un poco eso. El niño utiliza una prótesis ortopédica en uno de sus brazos y su madre acudió a Guillermo en búsqueda de ayuda. La idea inicial era recuperar la prótesis de entrenamiento que utilizaba el chico en la escuela. “Yo le dije que no podía arreglarla porque no entendía del tema pero que podía intentar hacerla de otra manera; de una forma más sencilla, duradera y a costo cero”. Luego de investigar mucho, eligió el polietileno de alta densidad -el que se encuentra en los baldes de plástico- y la técnica de termoformado. Luego de trabajar en conjunto con la madre y el niño, lograron su cometido: “Estéticamente es rudimentaria pero como brazo de entrenamiento o para integrar nuevamente movimientos a su esquema corporal es más que suficiente”.

A pesar de que el herrero necesita ver las cosas materializadas, y siente que ayudar al otro tiene como resultado eso, a la hora de aceptar una propuesta de estas características tiene que estar seguro de que va a poder ofrecer una solución o que su aporte va a ser valioso. “En el momento que acepté ayudar a Juan me invadió un profundo sentido de responsabilidad. Quería cumplir rápido y bien. Y es por eso que cada vez que veo algo similar intento ser más prudente todavía. Me fijo si realmente tengo los conocimientos y los medios para poder aportar algo. No quiero ser una pérdida de tiempo o un obstáculo”.

Hoy en día Guillermo Galetti se siente realizado. “Quizás económicamente uno podría estar un poco más cómodo pero no es lo principal; sino más bien ser feliz, y yo lo soy”. Desde chico tuvo una habilidad más que destacable: la imaginación. A lo largo de su vida logró bajar a tierra las ideas estrambóticas, generar productos basados en la economía circular e incursionar en movidas solidarias. “Me remonto a mis 12, 15 o 18 años y yo solo tenía como meta seguir haciendo lo que me gustaba. No me imaginaba en alguna situación o estatus en particular. Solamente hacer lo que me hacía bien al alma. Si lo veo desde esa óptica, imaginé bien donde quería estar, y es el momento que estoy viviendo”, concluye el neuquino.