La Avenida Corrientes aún conserva negocios icónicos que sobreviven el paso del tiempo y el local “Solo Cine”, ubicado en Rodríguez Peña 402, es uno de ellos. Su cartel sepia con letras negras e imágenes de clásicos del cine se convirtió en un emblema de la calle de los teatros.
El local es atendido por Jorge Lococo, un apasionado del cine, que antes de abrir este local ya había tenido varios videoclubes en el barrio porteño de Recoleta. Comenzó vendiendo películas en formato VHS y con el correr del tiempo se convirtió en uno de los negocios con mayor variedad de DVD’s. “No sé cuántos tengo, pero deben ser entre 8 y 10 mil”, asegura.
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El local es chico pero está repleto de DVS’s ordenados en estanterías y bateas. Los pocos espacios disponibles en las paredes están llenos de afiches de películas de directores reconocidos, como Pedro Almodóvar y Federico Fellini, y de actores y actrices clásicos como Charles Chaplin, Marylin Monroe y James Dean.
Por allí pasan un sinfín de turistas, pero también han sido habitués reconocidas personalidades de la cultura como Charly García y Fito Páez. “Si me decís el argumento de una película de hace 40 años y la vi, sé cuál es y la busco”, asegura Jorge orgulloso.
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Una vida alrededor del cine
Jorge Lococo abrió por primera vez las puertas de “Solo Cine” en 1994, con la ayuda de su padre. Una parte de la familia Lococo siempre estuvo vinculada a la exhibición de cine, ya que eran dueños de varios cines porteños muy importantes, entre ellos, el Ópera. “Mi abuelo y un primo suyo vinieron del sur de Italia a principios del siglo XX. Ese primo, Clemente Lococo, fundó una cadena de cines y mi viejo laburó toda su vida en esa empresa, Lococo S.A.”, detalla Jorge en diálogo con El Destape.
Como sea, Jorge estuvo en contacto con el mundo del cine desde muy joven. De chiquito iba mucho a ver cine a los clubes de barrio porque “allí se veían cosas que no podías ver en otro lado”. “Te sentabas, se apagan las luces y empezabas a escuchar el proyector de 6 milímetros. Si de golpe se cortaba la proyección, la gente chiflaba”, describe como imagen de la época de su infancia.
En su adolescencia, que transcurrió durante la última dictadura cívico militar, filmaba con un grupo de amigos con su cámara super 8 que hoy conserva en uno de los estantes del local junto a otra cámara de 16 milímetros.
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Con el paso del tiempo, estudió psicología y se recibió, pero nunca ejerció. Más tarde, tuvo tres videoclubes con un socio en el barrio de Recoleta. “Eso fue en los primeros años del menemismo. Con los retiros voluntarios anticipados, los videoclubes fueron uno de los negocios denominados ‘fósforo’, porque todos los extrabajadores del Estado que recibían una indemnización, ponían un parripollo, una cancha de pádel o un videoclub”, describe. Luego de un tiempo Jorge se separó de su socio y como en ese momento las películas en VHS solo se alquilaban, pensó también en venderlas y así surgió la idea de Solo Cine. “Cuando alquilé el local el dueño me dijo ‘espero que aguantes’ porque ningún local resistía más de seis meses”, recuerda Jorge.
En la época de la crisis del 2001, surgieron comercialmente los DVD´s y el negocio empezó a incorporar la venta de ese formato. Jorge recuerda que en esa época los estrenos se vendían “de a cien”. Sin embargo, “el local siempre se distinguió por la variedad de títulos y no por la cantidad de copias”, resalta. “El lanzamiento de los DVD’s junto al gobierno de Néstor Kirchner fueron el salvavidas de esa época”, agrega.
Clásicos del cine y joyas del cinearte
En “Solo Cine” siempre se vendieron clásicos dirigidos por célebres directores como Federico Fellini, Luchino Visconti, Alfred Hitchcock y Martin Scorsese, pero también los estrenos más taquilleros, los clásicos infantiles de Disney, documentales, joyas del cine de culto y películas de origen checoslovaco y soviético de la época del comunismo en el este europeo.
Dentro de las películas argentinas, uno de los grandes sucesos fue “El secreto de sus ojos”. Otros de los clásicos más vendidos fueron “Esperando la Carroza”, “Plata Dulce” y todas las películas de Ricardo Darín. “A fines de los ’90 los turistas entraban y me decían ‘¿Qué tenés de Darín?’. Era una época donde el cine nacional se vendía a patadas”, rememora Jorge.
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Entre las películas internacionales que más se iban a buscar a “Solo Cine”, se encuentran “Taxi Driver”, “2001: Odisea en el Espacio” y “La Naranja Mecánica”.
“Los infantiles de Disney siempre se vendieron mucho, pero hace rato que no hay por el fenómeno de las plataformas. Ahora estamos en un mal momento, no solo por la malaria económica sino porque no hay más estrenos, que eran una pata muy importante. Eso es porque cerraron las distribuidoras. Antes de la pandemia ya hablábamos de que les quedaba poco tiempo y la pandemia aceleró ese proceso de cierre. Ya las distribuidoras de DVD no podían competir con lo que ofrecían las plataformas, entonces a los dueños de los derechos no les interesaba editar más DVD’s porque recibían poca guita. Entonces dejaron de editar, empezaron a importar y se complicó”, explica Jorge.
El local supo tener otra pata fuerte en la oferta de documentales. Jorge explica que entre 2010 y 2020, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) financiaba a los documentalistas para que editen cierta cantidad de copias en DVD, de las cuales, tenían la obligación de entregar la mitad a bibliotecas populares y de barrio, y el resto lo podían editar comercialmente. “Durante un tiempo muy largo, vendí muchos documentales que me traían los mismos directores y se generó así un público de cine documental argentino muy importante”, resalta.
A “Solo Cine” concurre un público de lo más variado. Por un lado, están los amantes del cine, muchos de ellos personas jóvenes, que quieren estudiar y disfrutar los clásicos. Por el otro, existe un púbico “más grande” que compra películas que vio cuando era joven o en otra etapa de su vida y que quiere volver a ver. “Es gente de mi edad más o menos. Yo el otro día volví a ver ‘Doble de cuerpo’, ¡qué buena película que es! Ese tipo de películas las volvés a ver y te retrotrae a otro momento de tu vida. Por ahí estás viendo algo que viste con una novia a los 20 años”, explica Jorge con una sonrisa.
Por el famoso local pasaron una gran cantidad de artistas, como el actor Oscar Martínez, y los músicos Charly García y Fito Páez. “Charly vino muchas veces. Buscaba buen cine, de todo, y tenía claro lo que quería. Me decía ‘te gusta (Stanley) Kubrick’. Y sí, me gusta”, dice entre risas. “Fito también vino mucho. Compraba muchas películas porque vio muchas antes de hacer las suyas. Siempre fue muy simpático”, agrega.
A la hora de elegir a sus directores preferidos, Jorge se queda con Francis Ford Coppola, Martin Scorcese y Federico Fellini.
Sobrevivir a diferentes crisis
A lo largo de estos 30 años, el local supo sobrevivir a distintas crisis. La primera que enumera Jorge fue a partir de 1996. “Las ventas fueron cayendo más y más hasta el 2001”. El otro parate fuerte fue durante la pandemia y otro, ahora. “Durante la pandemia lo que pasó es que no había otra opción. Ni bien se pudo, empezamos a vender por teléfono, con entregas”.
“Actualmente hay menos turismo y no hay cine argentino. De todas maneras, vienen algunos turistas latinoamericanos a comprar clásicos en DVD. Actualmente la avenida Corrientes tiene mucha gente los fines de semana a la noche, pero nada que ver con lo que pasaba hace 15 años. Me acuerdo que yo desde acá veía que estaba lleno de punguistas porque estaba lleno de gente. Para cruzar la calle se juntaban 20 personas y ahora eso no pasa. Igual todavía hay gente, pero mucho menos que antes del 2010” describe Jorge desde su esquina estratégica.
La situación de crisis actual hace que Jorge por momentos piense en cerrar el negocio. “No es una decisión tomada, pero si no repunta va a ser muy difícil”, admite.
El negocio funciona de lunes a sábado de 10:30 a 20 horas. Para Jorge el local no es solo de venta de películas, sino que también es una forma de “mantener la memoria”. “Lo que siempre quise fue tener la mayor cantidad de títulos posibles y que esos títulos no se pierdan ni dejen de exhibirse, ni de circular y pasen al olvido como si nunca hubiesen existido”, concluye.