Un Rambler Ambassador de fabricación nacional ocupa un rol preponderante en la historia de las asunciones presidenciales y de la democracia del país. El 10 de diciembre de 1983, mucho antes de que se creyera que una figura como Javier Milei pudiera convertirse en presidente electo, Raúl Alfonsín se movilizaba en este particular vehículo como primer presidente democrático. Este domingo, 40 años después, el libertario eligió pasearse como presidente de todos los argentinos en un descapotable, el Valiant III.
El Ambassador fue uno de los cuatro únicos modelos realizados en el país en la historia de la flota presidencial, todos desarrollados en la planta de Córdoba de Industrias Kaiser Argentina (IKA). Estos modelos estuvieron activos dos décadas. En ese período, 15 presidentes pasaron por la Casa Rosada, incluyendo a los dictadores que llevaron adelante y perpetuaron el golpe de Estado en el 76.
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“El Rambler Ambassador es el auto de la vuelta a la democracia”, definió Eduardo Nolazco de la Asociación Civil Museo Histórico Enrique Udaondo de Luján, en donde se exhiben las dos unidades de la flota presidencial realizados en la década del ’70 y donados en el 2000 por el gobierno encabezado por Fernando De la Rúa.
Alfonsín se trasladó desde el Hotel Panamericano, en la 9 de Julio a la altura del Obelisco, hacia el Palacio Legislativo el día en el que juró como presidente de todos los argentinos y argentinas. El auto en el que se movilizó para celebrar el retorno de la democracia, después de la dictadura que se extendió entre 1976 y 1983, fue uno de los dos que María Estela Martínez de Perón encargó y recibió el 30 de diciembre de 1976, cuando la presidenta ya había sido derrocada. Por expreso pedido presidencial, ambas unidades fueron blindadas con la intención de que pudieran eventualmente soportar una explosión o impactos de bala de fusiles FAL. Se realizó con policarbonato de 30 milímetros de espesor en las superficies vidriadas más un refuerzo de placas de aluminio en la carrocería.
Alfonsín se subió en el Panamericano al Rambler Ambassador realizado en Córdoba por decisión de Isabelita a las 7:40 de la mañana del 10 de diciembre de 1983 escoltado por motos de la Policía Federal y por una delegación del Regimiento de Granaderos a Caballo. Entre la multitud que lo saludaba, se mezclaban las banderas argentinas con las rojas y blancas de la Unión Cívica Radical. El vehículo bordeó el Obelisco y avanzó por la Avenida Corrientes hacia Callao donde dobló hacia el Congreso. Allí saludó a las delegaciones extranjeras, juró como presidente y dio un discurso ante la Asamblea Legislativa.
Finalizadas las actividades en el Congreso, Alfonsín continuó el viaje ya no en el Rambler Ambassador sino en el Cadillac descapotable que había sido encargado por Juan Domingo Perón en 1955 y que Javier Milei pretendía usar para su asunción. El golpe de Estado de la autodenominada Revolución Libertadora impidió que Perón utilizara ese auto. En ese Cadillac, 28 años después, el presidente radical junto a su esposaba María Inés Barreneche saludaba a la multitud en su camino hacia la Plaza de Mayo. Ese día, Alfonsín se dirigió a los manifestantes que colmaban la plaza desde el balcón del Cabildo. Evitó hacerlo desde la Casa Rosada donde por entonces todavía estaba demasiado fresca la imagen del dictador Leopoldo Fortunato Galtieri con su discurso durante la guerra de Malvinas. Hoy el conocido como “Cadillac de Perón” se exhibe en el Museo del Bicentenario.
Nolazco aseguró además que el Ambassador fue utilizada por Alfonsín en otros eventos de la democracia latinoamericana de la década del ’80. “Cuando fue la asunción de Alan García en Perú, se subió el vehículo a un avión Hércules, y el presidente argentino se trasladaba por Lima en el Ambassador. Es más, invitó a que lo acompañe al presidente por entonces de Uruguay, Julio Sanguinetti. Eran días en que Alan García tensaba las relaciones con el Fondo Monetario Internacional con su planteo de una moratoria al pago de la deuda externa", recordó.
El auto de la industria nacional, desguazado con el menemismo: dónde visitarlo
El acercamiento de Nolazco al museo se produjo en 2015 como parte del Rambler Car Club y se acercó a las autoridades con la inquietud de poner en valor las unidades presidenciales que se habían deteriorado, inundaciones mediante. Con integrantes de Expo Auto Argentino recibieron la venia de funcionarios provinciales y municipales para poner manos a la obra. El 29 de noviembre de ese año celebraron el éxito de los trabajos en los que participó también gente de Auto Historia y Coche Argentino con una caravana de autos históricos por la ciudad de Luján encabezada por los Rambler Ambassador presidenciales.
Las dos primeras unidades encargadas a IKA fue en tiempos del dictador Juan Carlos Onganía, quien recibió los vehículos el 15 de febrero de 1968. Estos modelos fueron alargados 305 milímetros en relación al tradicional lo que aumentaba la distancia entre los asientos delanteros y traseros. Estas unidades no habían sido blindadas por lo que en su tercera presidencia Juan Domingo Perón bajaba su ventanilla para saludar al público mientras se desplazaba.
“Lamentablemente estos dos primeros vehículos presidenciales encargados en 1967 fueron desguazados en los ’90, bajo la presidencia de Carlos Menem”, se lamentó Nolazco. Entre las primeras unidades solicitadas por Onganía y las siguientes por Isabelita, la flota presidencial contó durante dos décadas con cuatro autos producidos en el país.
En realidad, ya el presidente radical Arturo Illia había utilizado un Rambler Ambassador 990, pero era un auto de fabricación en serie no uno específico realizado para la presidencia.
Los autos presidenciales de 1976 que se exhiben en el Museo de Luján contaban con un sistema de comunicación por radio muy moderno para la época y aire acondicionado con doble sistema de filtrado especial para la parte trasera, es decir para el asiento en el que viajaba el presidente de la Nación. Llevaba un motor Torino 7 bancadas.
En el Complejo Museográfico Provincial Enrique Udaondo de Luján, que en octubre celebró su centenario, las dos unidades presidenciales se exhiben con otros vehículos históricos como el Papamóvil que utilizó Juan Pablo II en su visita a Argentina en 1987, con la recordada caja vidriada que cubría al líder religioso al mismo tiempo que podía ser visto mientras saludaba.
Los Rambler Ambassador presidenciales que se lucen en Luján remiten a la vuelta de la democracia hace 40 años. Y a una industria automotriz argentina, vía sustitución de importaciones, en que el 90 de las autopartes se fabricaban en el país.