El fiscal José Mana, que investiga el asesinato de Blas Correas (17) a manos de policías cordobeses que realizaban un control vehicular cerca de la Ciudad Universitaria imputó y ordenó detener a dos mujeres policías que participaban de dicho retén; a la vez que agravó la acusación con los dos cabos que dispararon contra el automóvil Fiat Argo donde se movilizaba la víctima y cuatro amigos.
El jueves pasado a la mañana fueron detenidos los cabos Lucas Gómez (35) y Javier Alarcón (31), quienes asesinaron a balazos a Blas. Estaban acusados del delito de homicidio calificado agravado por el uso de arma de fuego; y el fiscal Mana les amplió la acusación a tentativa de homicidio de los cuatro chicos que iban en el vehículo baleado: el conductor Juan Cruz, su novia Micaela, y los dos adolescentes que iban en el asiento trasero a cada lado de Blas y salvaron sus vidas milagrosamente.
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Este 12 de agosto, el fiscal Mana resolvió imputar y detener a la oficial principal Yamila Martínez y la agente Wanda Esquivel, por los delitos de incumplimiento de funcionario público. Además, la agente Esquivel –es pareja en el móvil de Alarcón- está imputada del delito de encubrimiento agravado, ya que se sospecha que quiso plantar un revólver en el auto baleado donde se conducían los adolescentes. Hace una semana los cuatro policías habían sido separados de sus cargos y están en “situación pasiva”: sin portación de arma y cobrando 30% del sueldo.
“Los fusilaron, tiraron a matar y de casualidad no tenemos que lamentar más muertos, porque el vehículo tiene cinco impactos, pero se realizaron entre 15 y 20 disparos”, acusó sin fisuras, Adolfo Morán de la Vega, abogado de Juan Cruz, el conductor del Fiat Argo tiroteado por los cabos de la Policía cordobesa, Lucas Gómez (35) y Javier Alarcón (31), quienes asesinaron a Blas Correas (17).
Los cuatro sobrevivientes coincidieron en sus relatos: cuando iban a frenar en el retén policial de la avenida Vélez Sársfield al 2.300 –frente al Complejo Pizzurno-, el policía que le indicó a Juan Cruz que debía detenerse, le apuntó con su pistola reglamentaria. El conductor se asustó y aceleró en vez de detenerse. Ahí desató la tragedia. Morán de la Vega le dijo a El Destape que “a los chicos, cuando pasan en el auto los estaban esperando en el control con el arma desenfundada, uno de ellos le apuntó a la cabeza a Juan Cruz”.
¿Por qué disparó el policía? Los chicos declararon una y otra vez que una moto se les cruzó, tuvieron un altercado y esa moto aparece después detenida en el puesto policial. La sospecha que sobrevuela en la fiscalía de Mana es que los motociclistas alertaron a los agentes sobre un falso delito de los chicos del Fiat. Hubo un altercado, uno de los chicos bajó a levantar un espejito roto y luego subió al auto. Las cámaras de seguridad confirman los dichos del testigo.
El Fiat Argo siguió por Vélez Sársfield hasta el centro y se detuvo en un semáforo, una cuadra antes del control vehicular frente al Complejo Pizzurno. Juan Cruz debatió con sus amigos si cruzar el retén policial o evitarlo. Al llegar al puesto policial había dos móviles con los policías Alarcón, Gómez, Martínez y Esquivel. El policía encargado de permitir o frenar el acceso de los vehículos en vez de hacerles señas para que detengan la marcha, le apuntó con su pistola reglamentaria a Juan Cruz, quien asustado, aceleró, desatándose una balacera de unos 20 disparos, cinco de los cuáles impactaron en el auto, matando a Blas.
Hugo Luna, defensor de Alarcón, justificó el accionar: “El vehículo casi atropella al policía Gómez, tuvo que hacerse a un lado, si no lo atropellaban. Ante esta situación, mi defendido disparó dos veces contra el vehículo para que se detuviera”. Luna también dijo que el cabo Alarcón “está conmocionado, está arrepentido por lo sucedido”.
El cabo Alarcón nombró defensor a Luna, el mismo abogado de los policías que asesinaron a Fernando “Güere” Pellico la madrugada del 25 de julio de 2014 en la villa Los Cortaderos. El crimen de Pellico fue un caso emblemático de gatillo fácil y encubrimiento por parte de toda la estructura de la de la fuerza, hasta el propio jefe de Policía de la época, comisario general Julio Suárez. Uno de los asesinos de Pellico quiso hablar en el juicio y contar lo sucedido; pero el abogado Luna no lo dejó.
En el grupo de Whatsapp policial de barrio Colinas de Vélez Sársfield, los vecinos se alertaron por la balacera: “¿Se escuchan disparos?”, pregunta un vecino a las 00.09 del jueves 6 pasado. “Se escucharon disparon en Romagosa y Friuli”, responde al instante otra vecina, dando cuenta que la balacera provenía justo de donde estaban apostados los móviles. Otro vecino aporta: “Sí, y una moto”. La Base de Coordinación 3 de la Policía de Córdoba, a cargo de ese grupo de Whatsapp policial informa: “Buenas noches, ya damos aviso al móvil del sector”, o sea que la persecución contra el Fiat Argo no quedó solo a cargo de los policías del retén de Vélez Sársfield.
Precisamente, el fiscal Mana, investiga las llamadas de los cuatro policías para determinar si en el operativo participaron más efectivos y si hubo encubrimiento para deslindar responsabilidades propias y culpar de la masacre a los adolescentes. Los cuatro agentes desactivaron el retén y comenzaron a perseguir a los chicos para intentar detenerlos, contraviniendo lo expresamente establecido en el Protocolo de Control Vehicular Policial Urbano.
El manual, de 14 páginas señala en el Anexo 3: Situaciones Críticas Excepcionales; en el apartado Vehículo que evade el Control Policial, establece los pasos a seguir por parte de los policías; protocolo que fue completamente incumplido por la oficial principal Martínez, a cargo del operativo, la agente Esquivel y los cabos Gómez y Alarcón que dispararon contra el vehículo.
La noche del crimen, Blas Fernando Correas, padre del joven, le había mandado un mensaje a Blas para cenar juntos y pasar la noche: “Una hora antes de que esto suceda le mandé un mensaje para que venga a comer conmigo. Y me respondió ‘Pa, me junto con mis amigos hoy, lo dejemos para mañana’. Ese mañana no existió”.
Repercusiones políticas
Mientras que María Soledad contó que la nueva jefa policial de Seguridad Capital, la comisario mayor Liliana Zárate Belletti se reunió con ella para darle las condolencias: “Entre lágrimas me pidió perdón. Elijo creer que su dolor es real”, señaló la mamá de Blas a El Doce TV. El jueves a las seis de la tarde la familia convocó a una marcha que partirá de pleno centro, en el cruce de las avenidas Colón y General Paz. Por otro lado, en una entrevista a La Voz del Interior –diario del Grupo Clarín-, la comisario mayor Liliana Zárate Belleti aseguró que “los policías están bien formados” y que “el crimen de Blas fue una excepción”. En 2020, además de Blas, fueron muertos por las balas policiales Franco Sosa, Gastón Mirabal y José Antonio Avila.
La legisladora Luciana Echevarría del MST criticó: “El asesinato de Blas no es una caso aislado, es la consecuencia de la política represiva impulsada por el gobierno de Juan Schiaretti, sobre la que venimos alertando. El hostigamiento, la persecución y el eventual fusilamiento de jóvenes forman parte de una política respaldada desde el gobierno. Al servicio de esto está el fuerte incremento en la cantidad de agentes de los últimos años, lo que lejos de reducir el índice delictivo lo ha aumentado”.
Desde los organismos defensores de los DDHH cuestionaron la política de seguridad del gobernador Schiaretti y el ministro Alfonso Mosquera. “El asesinato de Blas Correas, un chico de 17 años que fue perseguido, baleado e interceptado por móviles de la Policía de Córdoba no es un caso aislado", señaló la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH Córdoba). Asimismo, la Mesa de Trabajo por los DD.HH. reclamó: "Necesitamos con suma urgencia que el gobernador Juan Schiaretti y el Tribunal Superior de Justicia, responsables de dirigir a éstas fuerzas, se hagan cargo de que la Seguridad se construye cuidándonos y no pueden seguir llevándose vidas impunemente”.