El fútbol, el negocio de la UEFA y el tabú gay

04 de julio, 2021 | 00.05

En junio se celebra el Mes del Orgullo Gay en homenaje a la movilización y gran gesta que dicha comunidad encabezó el 28 de junio de 1969 como respuesta a una brutal represión policial en Stonewall Inn, un bar en la ciudad de Nueva York que permitía, a diferencia de la mayoría de los lugares, el ingreso de personas LGBTQ +. En el marco del Día Internacional del Orgullo suelen desarrollarse distintas actividades y eventos culturales a modo de celebración, y se tiñen los espacios con los colores de la diversidad. Además se trata de una jornada de protesta y lucha política en las grandes ciudades del mundo. Este año por las restricciones a la circulación, las redes sociales cumplieron un rol central, y allí se multiplicaron campañas de visibilización, y muestras de apoyo bajo el hashtag #Orgullo2021.

En este marco, durante la última semana, tomó dimensión pública un conflicto que se originó en medio de la Eurocopa de Fútbol Masculino. La UEFA se negó a iluminar el estadio Allianz Arena de Múnich con los colores de la bandera del colectivo LGTBI durante el partido Alemania-Hungría que se jugó el 23 de junio por la fase de grupos de la Competencia. La idea de colorear las afueras del edificio fue una iniciativa de Dieter Reiter, alcalde de la ciudad anfitriona, como forma de rechazo a una Ley impulsada por el primer ministro húngaro Viktor Orbán que restringe el derecho a la información de lxs jóvenes y lxs niñxs con respecto a la homosexualidad y la transexualidad. Dicha medida constituye un gran retroceso en materia de derechos sociales, culturales, y sexuales, y  ha sido calificada de “homófoba” por miembros de la UE , ONG’s internacionales y por el propio Gobierno alemán.  Cabe aclarar que en Hungría no existe el matrimonio entre personas del mismo sexo, tampoco tienen la posibilidad de adoptar hijxs, y el Estado se niega a registrar oficialmente a las personas trans que deciden cambiar su sexo.

Desde la organización de la Copa justificaron la negativa a través de un comunicado argumentando que se trataba un tema de corte político y no de un gesto de apoyo al colectivo. La UEFA se definió como “una organización política y religiosamente neutral”, y por eso, “dado el contexto político de esta solicitud” debieron rechazarla. Juan Branz, Doctor en Comunicación y autor del libro “Machos de verdad: masculinidades, deporte y clase en Argentina”, analiza al respecto que dicho gesto no sorprende, ya que  “las regularidades en las instituciones o federaciones deportivas siguen modeladas por y para varones (conservadores, claro). A esto se le suma el clima político/social de las denominadas nuevas derechas tanto en Europa como en América Latina donde los movimientos fascistas recuperan elementos homofóbicos, xenófobos, sintetizados en una idea nacionalista peligrosa”. Como alternativa la UEFA ofreció la posibilidad de iluminar el Arena el mismo 28 de junio, o entre el 3 y el 9 de julio, que es la semana del orgullo gay en Múnich. No casualmente en ninguna de esas fechas sugeridas hay partidos previstos, por lo que la llegada del mensaje a través de la televisación y la presencia mediática, no serían los mismos.

Reacciones sociales y comerciales: ¿postura o impostura?

Como respuesta a la postura oficial del torneo se generaron múltiples reacciones. Tanto clubes como jugadores de lo equipos participantes, y gran parte de lxs fanáticxs, hicieron público su descontento. El momento más paradigmático en este sentido se vivió cuando en medio del partido Alemania-Hungría en Múnich un joven invadió el campo de juego, al momento de los himnos, mostrando una enorme bandera con los colores del arcoíris justo frente al equipo húngaro. El Torneo finalmente decidió rever su actitud para permitir que se ingrese con banderas con los colores del orgullo en el torneo, e incluso habilitar a anunciantes a que lo hagan. Heineken y JustEat Takeaway fueron las primeros, y lo hicieron a través de la transformación de imágenes ligadas a sus marcas en símbolos con los colores del Orgullo. Desde JustEat publicaron un comunicado a la prensa que decía "Todos merecemos ser nosotros mismos y ser reconocidos por ello".

Pero también hubo patrocinadores que decidieron no enfrentar a la organización. El CEO de Volkswagen, Ralf Brandstätter, manifestó que habría celebrado la bandera del Orgullo pero que la compañía respeta la decisión de la UEFA por razones de “neutralidad política”. Desde Coca-Cola directamente expresaron que se trataba de "un asunto de la UEFA", y que la marca de gaseosa es una de las más inclusivas del mundo. TikTok por su parte no salió a cuestionar pero sí alentó al organismo a unirse a la compañía, y agregó que para mostrar su compromiso con las voces LGBTQ + lanzaría una nueva campaña llamada #LoveisLove. El escritor Branz analiza que la lógica que rige estas posiciones es que no podes correrte por fuera de la heteronorma: “La respuesta no sólo es mercantil, es cultural. Si te salís del sistema de representaciones e imágenes, corrés el riesgo de la expulsión. La homosexualidad aún aparece como un lugar de “desvío” de esa normativa”.

Si bien hubo diferencias en las opiniones, el punto en común entre todas las marcas fue que ninguna se atrevió a opinar o emitir mensaje alguno de forma explícita sobre el conflicto inicial que dio origen a la polémica. La discusión completamente coyuntural sobre la iluminación del estadio acaparó todas las cámaras y el tema de fondo, que es la Ley homófoba impulsada en Hungría, quedó por completo opacado en el marco de campañas comerciales, los partidos de la Copa y los mensajes corporativos condescendientes. La UEFA de esta manera logró su cometido, esconder el incidente debajo de la alfombra y seguir con su negocio. Branz explica que a pesar de los avances sociales en materia de derechos “estructuralmente el deporte ha tambaleado poco y nada. La organización sigue siendo profundamente androcéntrica, heterosexual, homofóbica, transfóbica y misógina. Si bien hay espacios que representan disputas con ese proyecto dominante, son excepciones”.

Una nueva muestra de Pride Wash

Pintarse la cara de colores, sacarse una foto con la consigna #Orgullo2021, lanzar un mensaje en redes sociales asociado al Mes, o iluminar el estadio solamente un día al año se trata de  gestos inofensivo y sin riesgos. Incluso se vuelven actos políticamente correctos, ya que con el paso del tiempo y la masificación de sus banderas la incorporación de la fecha del 28 de junio a los calendarios culturales y comerciales funciona como un proceso de vaciamiento de su densidad política y revolucionaria. Este tipo de movimientos pueden encuadrarse en lo que se define como “Pride Wash” o  'lavado de arco iris', y se caracteriza por gestos de solidaridad o apoyo testimonial a nivel superficial, que luego no se materializan en acciones tangibles o políticas empresariales reales pensadas para mejorar la vida de las personas de la comunidad, y colaborar con la visibilidad de sus reclamos políticos, económicos, laborales y sociales concretos.

“No hay una política de democratización profunda y transformadora en estos espacios. Sólo hay gestos, imposturas ordenadas más por el mercado para maximizar ganancias que para transformar realidades”, advierte Branz. El mero arcoíris eventual sin batalla socio cultural y política, sin el cuestionamiento a las estructuras de poder conservadoras o a las políticas estatales discriminatorias, constituye una simple estrategia de marketing. La decisión de la organización de la UEFA de reconocerse “neutral” ante el reclamo y desentenderse de “lo político” deja en evidencia que su performance se limita exclusivamente a una cuestión eventual, calendarizada y controlada, que funciona sobre todo como una campaña de posicionamiento superficial y rechaza la opción política que es la única que permitiría una transformación real  de la vida de las personas.

La homosexualidad como tabú en el fútbol masculino

Uno de los primeros jugadores en manifestarse en contra de la decisión de la UEFA fue el arquero y capitán de la Selección de Alemania Manuel Neuer, quien decidió utilizar en los partidos un brazalete con los colores del orgullo. Luego se sumaron otros como el capitán inglés Harry Kane. La figura alemana del Bayern Munich es uno de los pocos futbolistas en el mundo que han hablado abiertamente de su sexualidad, un tema completamente invisibilizado y estigmatizado en el mundo del deporte masculino que funcionó y funciona como prueba sociocultural de un modelo dominante de varón: heterosexual, valiente, agresivo. En 2011 en una entrevista con la revista alemana 'Bunte' expresó que la homosexualidad era un tema tabú en el mundo del deporte y alentó a dejara de silenciarse: "Los fans van a acostumbrarse rápidamente, porque lo que a ellos les importa es el rendimiento del jugador, no sus preferencias sexuales. Quien sea homosexual debería decirlo, ya que alivia". Lo paradójico es que si bien en sus declaraciones jamás se asumió gay, por el solo hecho de haber introducido el tema, de cuestionar los patrones de conducta patriarcales, muchas revistas y medios anunciaron que Neuer había salido del closet. Así funciona el esquema de reproducción y complicidad patriarcal, y el mero intento por introducir una modificación o quebrar el silencio es castigado.

Branz sostiene que en la actualidad persisten las barreras simbólicas y estructurales que alejan a los varones para poder hablar de su sexualidad : “Lo instituido es parte de un proceso histórico, donde culturalmente la relación entre símbolos, imágenes y representaciones en torno al ideal de ‘deportista deseado’ está estrechamente ligada a la dureza, el coraje, la virilidad, la fuerza de un varón heterosexual y a la elasticidad, la agilidad y la sensibilidad de una mujer -también- heterosexual (en la mayoría de los deportes reconocidos como “femeninos”). Esto es un problema porque el espacio se presenta en términos binarios. Entonces, no hay lugar para lo que no es legítimo. Más que integrar, el deporte así modelado, excluye lo diverso. Es poco plural, poco democrático”.

Tal es el nivel de violencia en el mundo del fútbol, que el primer jugador de la historia de las grandes ligas que hizo pública su homosexualidad a fines de los 80’s, Justin Fashanu, se suicidó. De hecho todos los 19 de febrero, día en el que cumplía años,  se celebra el Día Internacional contra la LGTBIfobia en su honor. Fashanu además de Gay, era pobre y negro. Gracias a su talento se convirtió en el primer jugador negro fichado por un millón de dólares en el Nottingham Forest. Sin embargo lo que parecía un sueño se volvió una pesadilla. Brian Clough, quien era su entrenador, lo discriminó y agredió en reiteradas oportunidades por su elección sexual. Luego de que el club le diera la espalda, y sufrir las agresiones de los propios hinchas, padeció una serie de problemas emocionales y fue separado del equipo. Luego de una extorsión del diario amarillista británico The Sun, contó que era homosexual y el titular elegido para la tapa fue “La estrella del fútbol de un millón de libras: “Soy gay”. Ocho años después decidió quitarse la vida.

Pasaron 30 años desde entonces, pero no parece haber cambiado mucho en el mundo del fútbol masculino. Hace pocas semanas una de las leyendas del Bayern Múnich Philipp Lahm publicó un libro autobiográfico titulado 'El juego: el mundo del fútbol' donde, entre otros temas, aborda el tabú de la homosexualidad. En el texto el campeón del mundo con Alemania en 2014, ya retirado desde 2017,  aconseja a los futbolistas homosexuales a no hacer pública su orientación sexual, ni compartirla con los propios compañeros de equipo. “Tendrían que soportar insultos y difamaciones, ¿quién lo aceptaría?”, se pregunta. La naturalización de la violencia patriarcal en los propios varones se reproduce ejerciendo y avalando esa misma violencia contra otrxs. Justamente uno de los puntos nodales que identifica Juan Branz es que “la discusión sobre las violencias está obturada o tiene una barrera en los clubes y los jugadores. Por ausencia de una interlocución reflexiva y por falta de voluntad de quienes conducen. Las áreas de género son una excelente iniciativa, pero siguen siendo excepciones”. Siempre será más fácil seguir  habilitando los mecanismos coercitivos y pensar la homosexualidad como un problema individual, que cambiar el sistema, cuestionar, y correrse de lugar que como varón la sociedad espera .