Cómo instalar una fake news en tres simples pasos

10 de diciembre, 2022 | 19.00

La nuevas formas de comunicación a través de dispositivos digitales y el crecimiento del uso de las redes sociales y plataformas para casi todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana nos expone permanentemente a altos volúmenes de información, muchas veces desconociendo su origen o verosimilitud.  Según un informe realizado por la Universidad de Oxford y el Instituto Reuters, en la Argentina el consumo informativo digital llega al 90% y el 78% de las personas principalmente a través de las redes sociales. En este marco la circulación de fake news publicadas en forma de noticias o información real para engañar a las personas constituye uno de los principales problemas de la era digital y ha comenzado a instalarse en la agenda pública. 

En la última década además se ha consolidado como práctica habitual de lawfare la difusión de noticias falsas con objetivos políticos, mecanismo que pone en riesgo la convivencia democrática y el buen funcionamiento de las instituciones. Esta modalidad permiten crear hechos falsos sobre personas, instituciones, gobiernos, funcionarios o políticos, y compartirlos en las redes sin consecuencia ni regulación alguna. No hace falta más que remontarnos a principios de septiembre, luego del intento de asesinato a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, para observar cómo se lanzaron miles de fake news simultáneamente para instalar la idea que el atentado era un montaje. Se llegó a decir que la noticia había sido publicada antes en C5N; que el arma era de juguete; que Fernando Sabag Montiel era en realidad un militante de la Cámpora; entre otros relatos. Lo más grave es que esas noticias falsas fueron retomadas y reproducidas por los medios de comunicación concentrados e incluso por miembros del Congreso Nacional.

¿Existe una forma real y posible de ponerle un freno a esta dinámica? Actualmente en redes sociales como Facebook, Google, Twitter o LinkedIn se están probando métodos para controlarlas, y desde gobiernos, plataformas digitales, medios de comunicación, y organizaciones sociales se han puesto en marcha iniciativas para chequear y acreditar información. No obstante en la práctica siguen circulando todos los días y pareciera ser que al momento nadie tienen la capacidad para eliminarlas por completo.

El experimento Trump y la velocidad de las fake news

Entre 2020 y 2021 la llegada del COVID dejó en evidencia cómo la proliferación exacerbada de noticias falsas, incluso sobre salud y vacunas, puede afectar y perjudicar a toda la ciudadanía. Mauro Brissio es Licenciado y Magister en Comunicación, y en medio de la pandemia, empezó a concientizar sobre el uso de redes sociales y luchar contra las noticias falsas luego de atravesar una crisis de salud mental producto de recibir por Whatsapp un video sobre el colapso sanitario en Europa y su réplica en nuestro país: “A partir de marzo de 2020, cuando empiezan a llegar imágenes, audios y videos falsos en torno a la pandemia y yo me las creí, comencé a tener ataques de pánico. Mi psicóloga me recomendó que desinstale todas las aplicaciones de redes sociales del teléfono. Cuando volví a estar mejor lo primero que dije fue ‘si yo que soy del campo de la comunicación me pegó tanto, no quiero creer cómo le afectó al resto de la ciudadanía’”. Actualmente impulsa la campaña por una Ley Anti Fake News y le pide al Estado Nacional, al Congreso y al Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) "el apoyo necesario para acabar con la difusión de mentiras en los medios." 

Esta última semana, con el propósito de demostrar lo fácil que es instalar una fake news y la velocidad a la que se expande, Brissio decidió hacer un experimento online. Para ello escribió en su cuenta de Twitter lo siguiente: “Me explota el corazón de la alegría. Me acaban de llamar del gobierno para formar parte del Ministerio de la Verdad que tendrá como objetivo combatir, multar y penar a aquellos que difundan fake news. Hasta que la verdad se haga costumbre”. Rápidamente el tuit se viralizó y recibió miles de retuits y respuestas, entre ellas la del Ramiro Marra, legislador porteño por el Partido Libertad Avanza de Javier Milei, que le contestó y lo felicitó irónicamente.

Al ensayo lo llamó “Trump” haciendo referencia a quien fue el primer presidente en dar a conocer esta categoría. Según detalló a partir del tuit, en una hora fue cuatro veces tendencia y obtuvo un millón de impresiones. “El experimento era para que uno imagine y tome conciencia de lo fácil y rápido que es.  Además no tuve que estar financiado, ni estar pagando una estructura de bots y trollsque retuiteen – explica el especialista en fake news - lo hice también para que la gente tome conciencia de lo mucho que nos falta como sociedad para estar preparados para combatirlas”. 

Brissio entiende que, como plantea  Slavoj Žižek, los niveles de sobreideologización actuales y la mirada taxativa sobre la  política generan un caldo de cultivo amigable a estas tendencias: “Uno está tan pasado de rosca con su ideología que eso le impide ser lo más racional posible. Porque si se hubiera parado la pelota, chequeado la información, o hubieran analizado lo que decía el tuit se hubieran dado cuenta fácilmente que se trataba no solo de una fake, sino hasta una parodia, un sarcasmo. Fue el propio Ramiro Marra el primero en caer. Es gravísimo porque el resultado de esta investigación tiene que servir para darnos cuenta quiénes son hoy los representantes que tenemos en el Congreso”. En este sentido plantea que es necesario instalar la discusión ahora teniendo en cuenta que el 2023 es año electoral y estará cargado de fake news como se vio en Brasil. 

La reproducción de prejuicios y sesgos cognitivos

La eficacia de las noticias falsas tiene que ver con un punto clave de la subjetividad humana: los relatos se paran sobre las bases de los prejuicios y sesgos cognitivos ya existentes. Al reproducir preconceptos previos resultan fácilmente creíbles y comunicables ya que interpelan de forma directa a los sujetos. Brissio entiende que la escalada de una noticia falsa se consigue cuando “viene a reforzar y a fortalecer los prejuicios, las estructuras, y los marcos mentales que uno ya tiene agendados”.

Con respecto a su tuit particularmente explica que funcionó para ambos lados de la grieta porque apuntó a las vísceras más sensibles de estas estructuras mentales que tenemos un lado y del otro: para los oficialistas “se instaló la idea de que por fin el Gobierno Nacional se anima a combatir a aquellos que utilizan la mentira con instrumento político”; mientras que para los opositores “el prejuicio que se reforzó es que finalmente un periodista ‘Ultra K’ obtuvo el tongo que buscaba, que es lo que puso Ramiro Marra; la idea de que nadie es Kirchnerista gratis, o incluso el prejuicio de que el Estado, en vez de achicar, sigue ampliando el gasto público”. 

“Hay muchos otros prejuicios que se ponen en juego cada vez que se difunde algún tipo de información. Por ejemplo, funciona mucho apuntar contra los titulares de los programas sociales, ahí aparece un sesgo bastante aporofóbico, misógino, siempre repitiendo esto de que las mujeres se embarazan para cobrar los planes sociales. Siempre vuelve el prejuicio de que el Estado mantiene vagos, o que tiene que ajustar, que es un prejuicio que está muy latente”, agrega el Magister. 

No sos vos, son los algoritmos 

Las noticias falsas, los relatos inventados y las mentiras siempre existieron en los medios de comunicación. El comportamiento de los medios concentrados durante la última dictadura cívico militar o la famosa tapa de revista Gente con el “Estamos ganando” el 6 de mayo e 1982 en el marco de la Guerra de Malvinas, son muestras de ello. Pero lo que ha complejizado el panorama y facilita su crecimiento es el ecosistema digital y los algoritmos. Según un estudio del MIT (MIT, Massachusetts Institute of Technology) las fake news se expanden en Twitter hasta 6 veces más rápido que una información verdadera. Y es por eso que, como indica Byung-Chul Han en el libro Infocracia la verdad termina siempre corriendo a la espalda de la Mentira y nunca la va alcanzar por la velocidad a la que se propaga.

Mauro Brissio indica que el cambio de paradigma se dio con el advenimiento de las redes sociales, que permiten y multiplican la velocidad a la que se difunde las fake news. Sobre esto identifica dos elementos fundamentales. El primero es la falta de mecanismos desarrollados para denunciar, bajar, bloquear, y sancionar cuentas que difunden información falsa. “De hecho estoy intentando reunirme con los directores de Twitter América para que se agregue la opción de denunciar un tuit por difundir fake news, de modo tal que uno pueda anexar en esa denuncia la información oficial o verdadera para que se contraste y demuestre que lo que se difundo es falso”, relata.

Y en segundo término el periodista remarca el rol de los algoritmos: “El fin del algoritmo es generar todo un mundo que se ajuste a los gustos y a las preferencias de los consumidores, porque el objetivo es que uno pase mucho tiempo en las redes sociales. Cuanto más tiempo pasas adentro, más posibilidad tienen las empresas que promocionan su producto en las redes sociales de vender sus productos. Por lo tanto el algoritmo, con este objetivo de lograr que uno pase mucho tiempo en las redes sociales, te va mostrar un mundo que se ajuste a tus gustos, características, ideología. Por lo tanto cuando al algoritmo descubre que hay un hecho particular que se ajusta a tus búsquedas, preferencia, te lo muestra más allá de que sea falso o verdadero”. 

A veces parece que nos escucharan, pero en realidad los algoritmos se han infiltrado silenciosamente en nuestras vidas y han procesado información que nosotros mismos les brindamos cada minuto del día: búsquedas en google, compras online, lugares que visitamos en los mapas, likes y comentarios, tiempo en línea, entre otras cosas. Como indica Mercedes Bunz en su libro “La revolución silenciosa”, “los algoritmos generan nuevas posibilidades y permiten exponer las opiniones de las masa de una manera más diferenciada. En consecuencia, el componente técnico de la comunicación no es políticamente neutro”.

Legislaciones actuales en el mundo: ¿qué pasa en Argentina?

En el mundo se está avanzando de forma lenta pero paulatina en la elaboración de leyes y políticas de control de fakenews. En Francia la Asamblea Nacional aprobó una ley contra las informaciones falsas en campaña electoral, y en 2021 se anunció la creación de una Agencia nacional con el fin de luchar contra las injerencias digitales y las cuentas falsas en redes sociales . Alemania por ejemplo aprobó en 2017 una norma contra los delitos de odio en internet que obliga a las diferentes empresas de redes sociales a eliminar  "contenidos manifiestamente delictivos" en 24 horas luego de la denuncia, o de lo contrario son sancionadas. Durante los últimos meses en Brasil, mientras se desarrollaba el último tramo de la campaña electoral, la difusión deinformación falsa e inexacta creció un 1.600% comparada con los comicios municipales de 2020, y por eso el Supremo Tribunal Federal (STF), dispuso una serie de medidas especiales para combatir la divulgación de "fake news".

Brissio plantea para Argentina sería interesante una ley que se aplique a determinados contextos como las campañas electorales o que entren en vigencia unos meses antes de los comicios. Sin embargo, encuentra una dificultad para su tratamiento y aprobación el contexto de tanta concentración monopólica de los medios, “porque se sabe que hay legisladores que son lobbystas del poder real”. “Además históricamente cuando los Estados pretenden algún tipo de regulación, los medios en todo el planeta salen a decir que el Estado los quiere censurar o que quiere promover algún tipo de régimen autoritario fascista para regularlo – señala el especialista quien hoy está impulsando un proyecto de Ley -los medios actúan como un partido político y cuando se busca una forma de regularlos se defienden con la libertad de prensa. Pero no porque les interese la libertad de prensa. Lo que descubrieron es que hoy hay un gran negociado y ahí una industria importantísima detrás de la mentira”. 

Para superar esta instancia primero se necesita generar conciencia del peligro, impulsar una discusión social y un fuerte debate en la agenda pública: “Si bien en los medios está más o menos instalado el tema, creo que a nivel social no se lograron aún los consensos necesarios como sí se logró con la despenalización del aborto o la ley de servicios de comunicación audiovisual. Lo que hay que lograr es que la propia ciudadanía, el propio pueblo, se la apropie. Porque lo que hacen las leyes es venir a responder a las necesidades y las demandas de los pueblos. Yo soy muy optimista y creo que en algún momento de la historia de nuestro país algún tipo de ley cómo está se va aprobar”.