Cuando Carolina era pequeña ya tenía bien decidido que quería ser “de grande”. Su curiosidad por la naturaleza y lo que sus jóvenes ojos veían en la vida cotidiana plantó una semilla de pasión que creció dentro suyo hasta convertirse en un árbol cuyas ramas eran 100% científicas: “Me gustaba todo: desde experimentar en la cocina de mi casa, hasta leer las revistas de divulgación científica que habitualmente había en mi hogar”, cuenta a El Destape la Doctora en Física de la Universidad Nacional de Córdoba, Carolina Beatriz Tauro, hoy a cargo del SABIA-Mar, el Satélite de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar.
Los años no lograron que ese amor por investigar y estudiar abandonaran su ser y, cuando tuvo que elegir una carrera luego de la escuela secundaria, primero se enfocó en la química: "Con el tiempo, descubrí que la física era la disciplina que quería seguir, la que respondía mis inquietudes”, recuerda.
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La ciencia le gusta casi al mismo nivel que especializarse. Fue por eso que, en principio, su área fue la neurociencia y sistemas complejos “que al día de hoy me sigue fascinando”, según aclara. Pero ¿cómo llega una amante de la química a trabajar en el área satelital? Con un norte claro: “Buscando nuevos problemas concretos en los cuales aplicar mis conocimientos”, explica, sobre el camino que derivó en trabajar en la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales). Allí, pudo "aprender y formarme, no solo sobre satélites, sino también en un proceso de ver cómo podía contribuir positivamente a la comunidad”. Es que, además de su arduo trabajo, es docente en la MAIE (Maestría en Aplicaciones de Información Espacial), espacio que considera clave para haber llegado a donde está hoy.
Cada 10 de junio se celebra el Día Nacional del Desarrollo Científico y Tecnológico Espacial para conmemorar el lanzamiento del satélite argentino “SAC-D Aquarius” (2011), diseñado para estudiar la humedad del suelo y la salinidad de mares y océanos del mundo. La Doctora Tauro trabajó en esa misión conjunta entre CONAE y NASA, proyecto que le abrió las puertas al mundo satelital: "Allí aprendí las herramientas básicas para comenzar a desempeñarme en ese área”, rememora.
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Esa apertura fue un viaje de ida a otros apasionantes proyectos. Uno de ellos es el “SABIA-Mar”, que será lanzado en 2024. La idea es poder observar el planeta para el estudio del mar y las costas, regional e internacionalmente. Este satélite es muy importante en la carrera de Caro: “SABIA-Mar representa un enorme desafío profesional y personal. Significa aprender todo, desde el punto de vista técnico y humano, que a fin de cuentas es el factor determinante de cualquier proyecto”, dice emocionada. Sus expectativas tienen que ver con el impacto del proyecto: "Espero que la información que genere llegue ampliamente a la comunidad, que sea accesible y que contribuya genuinamente a la investigación y manejo de nuestros recursos marinos. Ojalá nos permita salir al mundo con nuestros datos, contribuyendo a la información global de las variables climáticas esenciales y que sea además un disparador para estimular la vocación científica en nuestra sociedad, que tanta falta nos hace”.
En la actualidad hay unos 2000 satélites en órbita, de los cuales el 80% son manejados por corporaciones. Hacerlos conlleva una labor imposible a realizar sin el esfuerzo de diversos especialistas: “En SABIA-MAR trabajan profesionales de muchas disciplinas, básicamente es un equipo multi e interdisciplinario. Hay personas del área de las ciencias exactas y naturales, como la física, matemática, astronomía, computación, biología, y también de las ingenierías, electrónica, mecánica, computación, etcétera”, explica.
Según la ONU, las mujeres conforman aproximadamente el 20% de la fuerza laboral de la industria espacial. Sin embargo, cuando se trata de razones que dificultan continuar su carrera, Carolina no hace referencia a la cuestión de género: “Se encuentran desafíos y dificultades que sortear cotidianamente, algunos son pequeños y otros grandes dilemas. Por supuesto hay momentos en que una cree ‘esto no es para mi’, porque las situaciones son demasiado estresantes y no se ve claramente la salida, incluso luego de un examen de alguna materia de la carrera. En esos momentos lo que me hizo seguir adelante es recordar que estoy haciendo algo que me gusta hacer y así fui encontrando mi vocación. Siempre está el apoyo de los seres queridos, pero lo más importante es lo que nos decimos a nosotros mismos sobre de qué somos capaces”, subraya.
Las efemérides a veces no son tenidas en cuenta pero, según resalta Tauro, “es importante tener un día en el cual recordar los logros que se han obtenido en el país en el área espacial y a todas las personas que han trabajado a lo largo de los años para obtenerlos en diversas instituciones, universidades y empresas de nuestro sistema científico y tecnológico”.
Esa semilla de pasión por la ciencia, ese árbol que no paró nunca de crecer, se convirtió en una carrera que se fue ramificando en nuevos rumbos que surgían de otros que ya habían concluido: “SABIA-Mar es el común denominador de todas mis actividades científicas, pero es en sí un disparador de muchos proyectos. A partir de él, trabajo con diferentes grupos de investigación y desarrollo con los cuales generamos labores conjuntas, internas y externas a la CONAE, del ámbito nacional e internacional. Además mantengo mi trabajo de docente, que es mi punto de contacto con las nuevas generaciones de estudiantes y científicos. Nos toca estar a la altura del desafío de continuar el trabajo que los pioneros en el área construyeron. Tenemos que seguir generando nuevas tecnologías, haciendo que los proyectos satelitales tengan cada vez más impacto positivo en la sociedad”, concluye.