"El Robo del Siglo" fue puesto en marcha el 13 de enero de 2006 al mediodía después de dos años de una planificación obsesiva. Fue así como un grupo de seis hombres ingresó por la fuerza al Banco Río, hoy conocido como Santander, ubicado en la localidad de Acassuso. El caso fue tan enigmático y perfecto que se convirtió en un hecho histórico y en una fuente de inspiración para películas, series y libros. En 2020, Ariel Winograd la llevó al cine de la mano de Guillermo Francella y Diego Peretti.
Hay muchas versiones sobre "El Robo del Siglo", pero lo que se sabe con certeza es que los ladrones cavaron un túnel durante dos años, entraron con armas de juguete, simularon una toma de rehenes, pidieron pizzas y gaseosas y después se escaparon con 19 millones de dólares, de los cuales solo se pudo recuperar un millón. Desde El Destape te mostramos un recorrido cronológico de todo lo que hasta hoy se sabe sobre este histórico robo.
El Robo del Siglo: la cronología de los hechos
La planificación
El artista plástico Fernando Araujo fue el líder y artífice de la idea. Gracias a sus conocimientos de ingeniería y electrónica, estuvo dos años fantaseando con un robo perfecto. Desde que se le ocurrió el plan, supo que iba a ser el robo del siglo y llamó a Alberto "Beto" de la Torre, el ladrón más experto que conocía. Una vez que aceptó la propuesta, juntaron el dinero necesario para solventar los gastos del operativo y pusieron manos a la obra. "Entramos por el desagüe y de ahí hicimos un túnel ascendente de 15 metros y llegamos a las cajas de seguridad del banco. Nos llevó un año hacer el túnel", contó De La Torre en diálogo con Mauro Szeta en Telefe Noticias.
La entrada al banco
El oficial Walter Serrano estaba en su búnker del subsuelo de la sucursal cuando de repente vio por las cámaras de seguridad a un hombre con un delantal y una peluca rubia. Era "Beto", que le estaba dando golpes a las rejas con una escopeta para poder entrar. Como no pudo, llegó otro hombre vestido con un traje gris (Mario Viette) y tomó de rehén a la jefa de la sucursal. Finalmente, a Walter no le quedó más opción que dejarlos entrar y llegaron los demás integrantes del grupo.
"Estaba vestido con un guardapolvo blanco. La idea era distorsionar la figura, porque con un guardapolvo no se sabe si soy flaco o gordo. Cuando entré, le mostré el arma de plástico al hombre que estaba de custodia y lo llevamos para el fondo. Empezamos a decir que es un robo y pusimos a la gente contra la pared", detalló "Beto".
El simulacro con los rehenes y las negociaciones con la policía
Hasta hoy, De La Torre se niega a llamarlos "rehenes". "Para mí, era gente que ocasionalmente estaba en ese lugar", señaló. "Los llevamos al baño, les dimos agua... Me acuerdo de un señor mayor. Le dije que se sentara en una silla porque estaba sentado en el piso. Le dije: 'Tranquilo, no pasa nada'. Y después cuando fue a declarar, dijo: 'Me pareció muy tranquilo, fue todo muy light'", recordó De La Torre.
La gran mayoría de estas personas declaró que los ladrones tuvieron un trato muy tranquilo hacia ellos, aunque unos pocos aseguraron que recibieron golpes. Algunas versiones dicen que incluso le cantaron el feliz cumpleaños a una mujer que tenían de rehén, pero eso nunca se llegó a confirmar. Fue así como los seis hombres hicieron que estas personas detenidas llamaran por teléfono a sus familiares para decirles que estaba todo bien. Mientras afuera estaba Miguel Sileo, otro de los criminales, haciendo negociaciones con la policía, el resto ingresó al subsuelo.
El robo de las bóvedas y el escape por el túnel
Una vez que ingresaron al subsuelo, vaciaron 145 cajas de seguridad, llevándose un total de 19 millones de dólares. A las 15 horas, llamaron a la policía y le dijeron que se querían entregar, no sin antes pedirles un orden de pizzas y gaseosas. Limpiaron la zona, tiraron cabellos de personas para generar pistas confusas y 40 minutos después salieron por el túnel hasta llegar al desagüe. Como todo estaba planeado a la perfección, ya habían construido un dique y escaparon en gomones de agua. Una vez que llegaron a destino, treparon por las alcantarillas. Arriba los esperaba otro de los criminales con una combi previamente agujereada para que pudieran escapar más rápido.
La entrada de la policía
La policía pudo ingresar al banco recién a las 19 horas. Adentro estaban los rehenes, completamente solos. Las autoridades no podían explicar cómo es que los ladrones se habían escapado, por lo que pensaron que quizás se estaban haciendo pasar por rehenes. Sin embargo, pronto entendieron que no fue así. Se encontraron con las armas de juguete, que fueron dejadas allí a propósito por los ladronres para reducir los años de prisión, y con una notita pegada en la pared que decía: "El barrio de ricachones sin armas ni rencores. Es solo plata y no amores".