El 5 de octubre de 1982 se organizó, por parte de las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas y los organismos de Derechos Humanos, la primera marcha unificada para exigir la aparición con vida de los desaparecidos. De ese hecho quedó una imagen histórica cuando Carlos Gallone, un oficial de policía, intentó cerrarle el paso a Susana Leguía, madre de una víctima del genocidio estatal.
En esa escena se puede ver como la atrajo hacia él para neutralizarla y pareció que la abrazaba, mientras que a pocos pasos Nora Cortiñas, le gritó para que la soltara y las dejara pasar. La imagen fue inmortalizada y nadie esperaba su repercusión. Te contamos en este artículo de qué trató.
La marcha
Aún faltaba un año y 25 días para las elecciones presidenciales que permitirían recuperar la democracia en Argentina cuando se realizó la llamada "Marcha por la Vida". Más allá de que la dictadura estaba en retirada, se organizó a las fuerzas para impedirla. "Prohíben una marcha hacia Plaza de Mayo", era el título que los medios tenían ese día.
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El plan sistemático de desaparición de personas para destruir toda oposición a su proyecto político era un tema sensible y querían dejar el poder con la impunidad garantizada para sus crímenes de lesa humanidad. La marcha iba a poner nuevamente el tema en las calles, ya que los organizadores pretendían llegar a la Plaza de Mayo y entregar un petitorio en el que exigían la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos, la restitución de los niños secuestrados y privados de sus identidades, la libertad de los presos políticos y gremiales, el levantamiento del estado de sitio y la supresión del aparato represivo que seguía sin ser desmontado.
Lo que no se podía calcular es cómo la fotografía, azarosa en su concepción, llevarían los reclamos a las portadas de los medios más importantes del mundo.
Operativo para evitar la manifestación
La Policía Federal montó un operativo sobre la calle Castro Barros y en la esquina de la avenida Rivadavia se instalaron carros de asalto de la Guardia de Infantería, pero las intimidaciones no funcionaron. El jueves, poco antes de las 17, manifestantes y dirigentes comenzaron a concentrarse frente a la sede del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), uno de los organismos organizadores de la marcha, en Libertad al 200.
De allí salió una columna, encabezada por los obispos Jaime de Nevares y Jorge Novak, el metodista Federico Pagura, el ex vicepresidente Vicente Solano Lima, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, los referentes de organismos de derechos humanos Alfredo Bravo y Federico Westerkamp, y varios dirigentes del arco político como el intransigente Raúl Rabanaque Caballero, la peronista Nilda Garré y el candidato de Izquierda Unida Néstor Vicente.
Al llegar a la Avenida de Mayo, el grupo desplegó un gran cartel con la consigna "Marcha por la Vida" mientras centenares de personas se sumaban a la columna. En ese momento empezaron los obstáculos. Pese al intimidante operativo represivo, los manifestantes cruzaron la 9 de julio y llegaron a Tacuarí, donde encontraron una barrera de carros de asalto y policías a caballo que les impidió el paso.
En Defensa y Belgrano, quienes encabezaban la marcha intentaron dialogar con el comisario Domínguez para que los dejara continuar hasta la plaza. El policía respondió que sólo dejaría pasar a 20 personas para que entregaran el petitorio.
La imagen que recorrió el mundo
Para entonces, un episodio que pasó inadvertido en el momento potenciaría la magnitud de la protesta, llevando el reclamo a escala mundial con una sola imagen. Uno de los uniformados alto, de físico intimidante, puso el cuerpo delante de las Madres y cuando una de ellas, Susana Leguía, lo increpó, el policía la abrazó contra su pecho para neutralizarla.
Dos fotógrafos que cubrían la marcha, Marcelo Ranea, de la agencia DyN, y Jorge Sánchez, de la estatal Télam, dispararon sus cámaras y tomaron varias fotos de la escena. Una de ellas, tomada por Ranea, fue portada de uno de los diarios del día siguiente, que la ancló con el título "Pacífica concentración en el centro". Las tomas de Sánchez nunca fueron publicadas.
La escena fue mostrada por muchos medios locales como un "abrazo" que simbolizaba la "reconciliación de los argentinos", pero no lo era, fue una muestra perpetua del enorme poder que manejaban las fuerzas represivas. De todas formas, sirvió para dar cuenta al mundo del reclamo de justicia por las víctimas de Estado.