En el debate sobre la educación argentina, es frecuente escuchar que los problemas más críticos están en la secundaria (con alta repitencia y abandono, y bajos niveles de aprendizaje) o en el jardín de infantes (con tasas de cobertura muy desiguales). Sin embargo, los datos del último informe que elaboramos desde el Observatorio de Argentinos por la Educación muestran que también deberíamos poner el foco –y con urgencia– en el nivel primario.
De cada 100 estudiantes que ingresan a primer grado, solo 43 llegan a 6° grado en el tiempo esperado y con conocimientos satisfactorios de Lengua y Matemática. Esas son las cifras que arroja el Índice de Resultados Escolares de los estudiantes de primaria, que mide cuántos alumnos de una cohorte (en este caso, quienes comenzaron primer grado en 2016) llegan a 6° grado en el tiempo teórico (5 años después, es decir en 2021) y con los conocimientos esperados de Lengua y Matemática (medidos por las pruebas Aprender 2021).
A diferencia de lo que sucede en secundaria, en el nivel primario el desgranamiento de la matrícula (por repitencia o abandono) es relativamente bajo: a nivel nacional, el 92% de los alumnos llegan a 6° grado a tiempo. Sin embargo, son muchos menos los estudiantes que, además de pasar de grado, logran los aprendizajes básicos. La prueba Aprender de 6° grado indica que solo el 43% de los chicos y chicas alcanza al menos el nivel satisfactorio en Lengua y Matemática, las dos áreas fundamentales que aportan los conocimientos imprescindibles para que los estudiantes puedan avanzar luego en la secundaria y continúen aprendiendo durante toda su vida.
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Si bien el impacto de la pandemia y la interrupción de las clases presenciales en 2020 y 2021 agravó los indicadores educativos, lo cierto es que las cifras de la cohorte anterior (2012-2016) muestran resultados parecidos. En otras palabras, se trata de una cuestión estructural del sistema y no de una consecuencia de la pandemia.
Por otro lado, como suele suceder, los promedios nacionales encubren profundas diferencias entre las provincias. Solo hay dos jurisdicciones donde más de la mitad de los alumnos llegan a 6° grado a tiempo y con los conocimientos esperados: CABA (63%) y Córdoba (56%). En el otro extremo, la cifra desciende por debajo del 30% en provincias como Catamarca (26%) y Chaco (25%), donde solo 1 de cada 4 estudiantes alcanza el objetivo.
Estos datos nos exigen tomar conciencia de la dimensión del desafío que enfrenta el sistema educativo argentino. Es positivo que los alumnos permanezcan en la escuela y que terminen a tiempo la primaria, pero resulta injusto pensar que con eso alcanza. No estamos logrando inclusión sino, en todo caso, retención. La verdadera inclusión educativa requiere que, además de seguir en la escuela y pasar de grado, los chicos aprendan los conocimientos y habilidades que les abrirán oportunidades, en la secundaria y a lo largo de toda su vida.
Necesitamos que la educación de los niños, niñas y adolescentes ocupe el lugar que merece en el debate público, aprovechando la evidencia para construir diagnósticos claros y propuestas audaces y sostenibles, basadas en el consenso. La dirigencia argentina, el sector privado y la sociedad en su conjunto deben asumir un compromiso que esté a la altura del futuro que soñamos para nuestros hijos.