Emilce Moler viene de una charla con un periodista de España, donde estudian y toman a la sociedad y parte de la política argentina como ejemplo de lucha contra los crímenes de lesa humanidad. Es que allí, tras los delitos cometidos durante el franquismo, los represores andan sueltos. La profesora de matemáticas y Doctora en Bioingeniería cambia de videollamada y se suma a otra con El Destape para hablar sobre algo que no se lo contó nadie, lo vivió en carne propia. "La Noche de los Lápices", hecho en el que fue secuestrada, torturada y desaparecida junto a otros nueve compañeros. Fue hace 45 años, aunque advierte: "El pasado no pasó y de eso tenemos que hablar". Fue en la última dictadura cívico-militar y en una época en la que realmente no había libertad, concepto que en la actualidad es utilizado de manera irresponsable y desmedida por sectores de la ultraderecha y del periodismo desestabilizador.
"Nosotros, a veces, sentimos que en nuestro país está todo mal, la justicia o la democracia y todos esos malestares... me gusta poner en valor lo hecho. No para ocultar lo que falta sino para tener una justa medida de todo lo hecho. A mí me parece que, como sociedad, hicimos grandes avances que no hicieron otros países. Eso nos puede llevar a hacer un recorrido de democracia muy distinto. Logramos rechazar las dictaduras, las torturas y la apropiación de los nietos. Estos tres ejes, que parecen obvios, no lo son en todos los países", reflexiona Emilce sobre lo que ha dejado la dictadura y cómo la sociedad argentina logró llevar adelante una lucha de Memoria, Verdad y Justicia.
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"Logramos, con grandes dificultades, llevar a los genocidas a la cárcel. No a todos, no en el tiempo, en las metodologías, en los modos, pero es lo que pudimos conseguir entre todos con esfuerzo y con grandes decisiones políticas en su momento. Me parece que, como ciudadanos, nos tiene que enorgullecer porque a las nuevas generaciones les dejamos un país mejor. Indudablemente. No es lo mismo que los genocidas estén en la calle tomando un café a que estén condenados", aseguró. Aun así, sostuvo: "No quiere decir que no breguemos por mayor justicia para que se terminen rápido los juicios, que están lento, pero son temas que tenemos que poner en valor porque los construimos entre todos con gran esfuerzo".
Hoy, como cada 16 de septiembre, se conmemoran los días en los que un grupo de diez estudiantes de secundaria que reclamaban por un Boleto Estudiantil fueron capturados por un comando de militares. Entre ellos estaba Emilce Moler, que con 17 años vivió un verdadero calvario. Afortunadamente, sobrevivió para contar su experiencia y presentar su testimonio en los juicios que, algunos de ellos, hoy se siguen llevando a cabo. Pero, ojo, no se detiene en lo que pasó. Lo recuerda y lo lleva como bandera por un desafío aún mayor que la sociedad debe considerar: "Tenemos que lograr que ese pasado se resignifique en el presente y construya futuros horizontes".
Cuántos estudiantes fueron secuestrados en La Noche de los Lápices
Entre el 9 y el 21 de septiembre de 1976, la dictadura secuestró a 10 estudiantes de colegios de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y de la Juventud Guevarista. Seis jóvenes aún siguen siendo buscados; mientras que los restantes cuatro lograron sobrevivir.
- Desaparecidos: Claudio de Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Horacio Ungaro.
- Sobrevivientes: Gustavo Calotti, Pablo Díaz, Patricia Miranda y Emilce Moler.
Pese a que sabe que se ha hecho mucho por mantener viva la memoria tras la sangrienta dictadura que dejó 30.000 desaparecidos, Moler señala que es fundamental seguir debatiendo y luchando para continuar generando consciencia en la sociedad: "Por un lado siento que hablé mucho, pero también es mucho lo que falta hablar".
*Tráiler de la película "La Noche de los Lápices". Emilce Moler no forma parte del filme.
Cómo está la causa de Emilce Moler en su lucha por encontrar a sus compañeros desaparecidos de "La Noche de los Lápices"
- Hay torturadores que todavía están esperando condena o que la Justicia actúe. ¿Cómo viene la causa en tu caso en particular?
Exacto, hay casos que vienen muy lento. Yo en junio pasado declaré de nuevo. Es mi sexto juicio. Le pedí a la Justicia: 'Espero que sea el último'. Nosotros, las víctimas, ya dijimos e hicimos mucho, ya contamos y revivimos el horror tantas veces. Es tiempo de que la Justicia haga lo suyo en tiempo y forma. Lo más rápido posible, para este saneamiento que necesita la sociedad argentina.
- ¿Creés que es necesaria una reforma en la Justicia?
"Yo no soy experta en esto, sé que la Justicia más de una vez sufre presiones. Lo hemos visto y sabemos que se ha manejado con los tiempos políticos. Venimos de un juicio a las Juntas Militares, de leyes de Obediencia Debida y Punto Final; y de indultos. Son todos manejos de tiempos políticos y decisiones políticas. Podemos tener esta garantía de Justicia. No la tenemos todos, pero en 2003 hubo una decisión política de hacer derogación de leyes que permitieron el juzgamiento a militares y genocidas. Vamos a decir que los avatares de la política usan mucho a la Justicia. Veremos cómo se sigue dirimiendo eso. Bregamos para que la Justicia actúe lo mejor posible".
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La vuelta a la Democracia, el miedo de Emilce Moler a hablar sobre las torturas que sufrió, los indultos a los represores y el rol clave de Néstor y Cristina Kirchner para hacer Justicia
- ¿Cómo tomaste la vuelta a la Democracia en el '83?
No fue de un día para el otro. Los temores y los miedos me duraron mucho tiempo. No es que volvió la democracia y estaba todo bien. Mi pareja fue a la marcha de la CGT en el '82 y yo estaba muerta de miedo. Trato de tener indicios de lo que pasa en lo político. Si había fortalecimientos de la democracia, iba avanzando. No olvidemos que estuvo el levantamiento de los 'Carapintadas' con Alfonsín en democracia. No teníamos tranquilidad. Dábamos pasos hasta determinado momento. La fuerza de la militancia, de la voluntad, es muy fuerte. En el '83, empecé por las luchas gremiales en mis lugares de trabajo como el Centro de Graduados en Ciencias Exactas o el gremio de Docentes Universitarios. Y luego las luchas de derechos humanos, que la abracé fuertemente. Yo quería denunciar lo que me pasó y quería saber dónde estaban los compañeros que no aparecieron, pero tardamos años en acuñar el concepto de 'desaparecidos'.
- ¿Tenías miedo de que no creyeran tu relato de lo que te pasó en la dictadura?
Yo pensaba, '¿quién me va a creer?'. En el Mundial del '78, yo veía que la gente decía: 'Los argentinos somos derechos humanos'. Yo lloraba. Tenía 20 años y no sabía qué iba a hacer de mi vida. Pocas veces se habla de los sobrevivientes y cómo se reconstruyen... no se hablaba de la juventud. Yo siempre digo que nunca fui joven. Fui imberbe, subversiva y ya después fui militante de Derechos Humanos. Yo declaré por primera vez con 26 años y nadie decía que yo era una joven. El concepto de juventud se fue acuñando ahora. Nosotros no fuimos jóvenes. Yo no sabía de qué iba a vivir y quién soy. Fui afortunada porque mi familia me acompañó para que pudiera estudiar. ¿Y los que no podían porque tenían que salir a trabajar? No podían ni contar los que les había pasado porque sino no los tomaban. Yo no tenía currículum, tenía prontuario. Estábamos en una sociedad que no quería escuchar. No fueron sólo los militares. Esto jamás hubiera pasado sin la complicidad de la sociedad civil. Por eso, para mí, lo de Santiago Maldonado fue significativo, la sociedad no salió a buscarlo. Se lo estigmatizó y no se lo dejó ser víctima. Y si te ponías de un lado, estabas del lado del otro. Fue muy similar a lo que nos pasó a nosotros. De un día para el otro eras una subversiva y una lacra. Fijate que a 40 años la sociedad responde de manera similar. Por eso hay que seguir hablando para que se vean los atisbos del pasado en nuestro pasado y sobre todo para nuestro futuro.
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- Con la salida anticipada de Alfonsín y la llegada de Menem, ¿la sociedad dejó de hacer política? ¿Qué importancia tuvo la llegada de Néstor y Cristina Kirchner?
Yo sufrí muchísimo en los años '90. Fui docente, investigadora y a mí se me respetaba mucho y se me tenía como una reliquia de los '70, por así decirlo. Se decía 'uy pobre, mirá lo que le pasó'. Era terrible porque era como que no sólo había compañeros desaparecidos sino que también habían desaparecido las ideas de que otra Argentina podía ser posible. El valor de lo estatal, lo público y social, había quedado desterrado. En el libro que escribí hay un relato cuando siento que escribí lo del indulto a los genocidas y represores. Mis hijas me vieron llorar como nunca. Por eso, en el 2003 con Néstor y Cristina, entre las tantas cosas que uno les agradece es que pudimos volver a contar la década del '70 no desde las muertes y las desapariciones sino de la vida política. Volvieron a aparecer las ideas políticas. El Estado, el bienestar, lo estatal y la recuperación se pudo hacer y se pudieron poner las prácticas por las que tanto luchamos y por la que tantos dieron la vida. Para mí, esta segunda oportunidad que tuvimos con el kirchnerismo, fue maravilloso. La viví y la disfruté como nunca. Nuestras generaciones no siempre tienen esa segunda oportunidad de vivirla. Y yo la tuve.
"Yo estuve a cargo de la Asignación Universal por Hijo en el Ministerio de Educación. Y para mí fue una síntesis maravillosa: era como la síntesis de todo, de la educación, de la inclusión educativa. Ahí tuvimos discusiones con las directoras que no tenían incluir a estos chicos. Ahí es donde yo digo que si no logramos que una maestra abrace a un pibe que viene por la Asignación Universal por Hijo y le brinde todas las posibilidades. Nos falta esa parte, esa empatía con el otro, que es lo que estamos necesitando. Está bien el reconocimiento a las víctimas y me siento halagada, pero también yo quiero que se tenga la empatía por el otro porque también militábamos. Por eso hoy los compañeros y compañeras no están. Queríamos una mejor situación de vida para todos y eso es lo difícil".
Cómo fue que Emilce Moler dejó de ser antiperonista
- Vos venías de una familia muy antiperonista, pero ¿cómo fue que terminaste militando en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios)?
Yo cuento mucho mi historia personal porque me parece que simboliza muchísimo y en el hoy tiene mucha vigencia. Vengo de una familia acomodada económicamente y fundamentalmente antiperonista. Me crié con todos los cliché contra Evita, contra los que levantaban el parqué para hacer el asado y así entré a un colegio de Bellas Artes, en los años '70, que estaba lleno de carteles de Perón, que decía 'Perón vuelve'. Mi madre me decía que no había más peronistas, pero yo veía que sí. Traté de resolver ese conflicto. ¿Cómo? Discutiendo. Discutía mucho. Le digo a los docentes que no le tengan miedo a los alumnos que discuten y hay que hablar para resolver ese conflicto. El alumno va a traer todas las cosas que le trae de la casa, de los amigos, del tío, del primo... no hay que preocuparse por el que discute y dice barbaridades sino preocuparse por el que no discute. El que discute está buscando respuestas, está queriendo reafirmar y hacer una síntesis. Después de que me cansé de discutir y fue avasallante las respuestas que me dieron, me mostraron otra realidad. Me mostraron lo que eran los procesos históricos, las luchas, que la política podía ser la herramienta transformadora. Yo venía del catolicismo... me demostraron que podíamos abolir la pobreza. Y yo quería eso. Ahí me di cuenta de que los cliché del peronismo eran eso, cliché... los cliché contra Cristina, la política... son cliché. ¿Dónde están los verdaderos intereses? ¿Dónde están? Hay que discutir de nuevo de política, de leyes, de macroeconomía, de luchas de intereses. Eso es en la escuela. Mi cambio fue en la escuela. Entré gorila, apática, católica y use un crash fundamental en la escuela. Los docentes con capacidad de conciencia y cuestiones irrefutables de la realidad. Ahí fue y por eso le doy tanto valor a la escuela y los espacios de discusión con debates serios, no de chicanas. Hoy son los debates chicaneros de Twitter y demás. Tenemos que superar eso, que se siga debatiendo. Después de hablar, explicar y de tener escucha, los procesos van a llegar. Pueden haber disidencias, pero teniendo elementos.
El relato de la "falta de libertad" que intentan instalar diversos sectores de la derecha y los medios hegemónicos
- En tu época no había libertades y sin embargo hoy existen relatos de sectores políticos y de la sociedad que exclaman que no la hay.
"Yo lo remarco siempre. Hoy, los jóvenes y las jóvenes disfrutan de la libertad, de poder expresarse, de poder hablar, de marchar, de cantar, de pintar paredes, de pintar murales, de tener banderas y que nadie los estigmatice por eso y que no los priven de la libertad y mucho menos de la vida. Eso es una construcción democrática que supimos conseguir y no siempre estuvo dado. Nosotros no lo tuvimos y no hace tanto para un proceso histórico. Fue hace 40 años atrás no es tanto... por lo tanto, tenemos que volver a poner las palabras y estas definiciones en valor, cuando se los quiere devaluar, cuando se los quiere manipular. Cuando te hablan de pérdidas de libertades, yo pido que me miren a los ojos y me digan de qué falta de libertad me están hablando. Si quieren les cuento lo que es faltas de libertad en serio. Quizás, están mezclando libertad de mercado, eso es otra cosa, pero la falta de libertad es otra cosa. Inclusive, en el gobierno de Macri que por supuesto no coincidía en nada, no estaba de acuerdo con que dijeran que era una dictadura. Era una democracia. Una democracia débil, insuficiente, con errores, con decisiones que no nos gustan, pero era una democracia. Si no estamos devaluando el concepto de dictadura. Dictadura es otra cosa. Dictadura es lo que vivimos nosotros, lo que le podemos contar a las nuevas generaciones y tenemos que seguir contando para que justamente nunca más pase. Tienen que saber cuáles son las diferencias entre una dictadura y una democracia".
"Cuando yo les cuento, entré a la cárcel de Devoto con 17 años, me leyeron todos los cargos, me decían que era por una asociación ilícita, tenencia de armas. Yo les decía que era mentira, pero me metieron adentro de una celda y me encerraron. Y no había abogados, no había nada, nadie te defendía, no hablabas con nadie. ¡Eso es una dictadura! Se arrasan todos los derechos del ser humano posible. Eso es una dictadura y no pasó hace mucho. Por lo tanto, no usemos la palabra 'dictadura' con liviandad, no usemos la palabra 'falta de libertad' con liviandad, no proclamemos la libertad como una libertad de 'hago lo que se me canta'. La libertad es otra cosa. Hoy en día, cuesta tanto poner en valor las palabras, por eso es tan importante la labor periodística en donde tratan de mostrar otras cosas. Volvamos a las palabras, a la construcción democrática, a la vida que queremos construir entre todos, con estos valores y pensando que la dictadura estuvo ayer nomás y a la vuelta de la esquina de nuestra sociedad. Que se nos cuele ese pasado todos los días en determinadas decisiones. Por eso hay que estar atentos y pendientes de esas cuestiones. ¿Por qué hablamos que son crímenes de lesa humanidad? Porque todavía se cometen delitos. Los genocidas todavía no dicen dónde están los cuerpos de los chicos de 'La noche de los lápices'. Hoy, no sabemos dónde están. Por lo tanto, se comete delito de ocultamiento de cuerpo".
- ¿De qué libertades te privaron a vos en la dictadura? ¿Qué fue lo que te pasó a vos y qué significa que te quiten la libertad?
"Trato de poner en palabras para que no haya una banalización de la palabra 'dictadura' o 'libertad'. A los 17 años, como tantos detenidos y desaparecidos, me secuestraron de mi casa. Hombres armados entraron a mi casa, identificándose como gente del Ejército Argentino, encañonaron a mis padres, me llevaron y comenzó un terrible periplo en donde pasé por centros clandestinos, torturas, como todas las víctimas de esos lugares. Nadie te preguntaba nada, te capturaban y te hacían daño. Y uno pierde todos los derechos. Yo estaba atada, vendada, a merced de la voluntad de lo que ellos dijeran y decidieran. Ellos decidían si vivías o no. Eso es una dictadura. Después de pasar por distintos centros clandestinos, donde la familia no sabía nada de mi paradero, no existían los habeas corpus, no existía nada. Ellos eran amos y señores de tus vidas. Decidieron quiénes vivían y quiénes no. Entré a una cárcel con 17 años. Había más de 800 mujeres en la cárcel de Devoto. Nadie tenía condena, juicios, nada funcionaba. Ninguna institución jurídica funcionaba. Nada de nada funcionaba. Había menores en las cárceles. Un día me dieron una libertad vigilada. Desde los 17 hasta los 20 años terminé privada de mi libertad. Esa es una dictadura y eso es que te priven de la libertad. Hoy en día, los jóvenes y adultos gozan de todas las libertades de expresarse, de criticar y de decir... Lo que tienen que saber es que, eso que hoy disfrutan y merecidamente, fue producto de que hubo lucha. Muchos nos oponíamos de esa dictadura para que hoy se viva en democracia. Es una democracia con errores, con falencias, pero es el mejor sistema que conocemos en donde gozamos. Cuando se escuchan esos hartazgos, yo digo que hay muy poca tolerancia para algunas cosas y tanto para otras. ¿Nos sentimos tan intolerantes cuando desapareció Santiago Maldonado? Ahí sí hubo faltas de libertad, situaciones complejas. ¿Qué pasó como sociedad? Era en democracia, fue ayer nomás... ¿Por qué en algunas cosas somos tan intolerantes y otras pasan por al lado sin que nos demos cuenta? Por eso, quienes somos víctimas directas, con toda nuestra honestidad intelectual e historia de vida, tenemos que lograr que ese pasado se resignifique en el presente y construya futuros horizontes. Ese pasado no ha pasado y nos toca todos los días la puerta con determinadas actitudes en las que nosotros elegimos hablar, callar o no".
"Y en la parte del lenguaje, me preocupa la banalización de la palabra y la banalización de los dichos. Se dicen barbaridades como si nada y eso va creando un sustrato comunicacional que no es bueno para nadie. Hay una impunidad de decir que no es bueno. Queda como una cuestión igualitaria y no todo es lo mismo. Hay que darle valor a las palabras, reconocer lo que pasó en la dictadura, pero que no quede como un cuento. No es que 'vinieron los malos e hicieron esto'. No, hay que darle un contexto político y había un conflicto de intereses. Hoy hay, los hubo y los va a haber porque no todos queremos lo mismo para el país. En esos momentos, se dirimía a través de las dictaduras. Hoy es a través de las urnas, pero la disputa de intereses son los mismos: están quienes quieren un país para pocos y los que quieren un país para muchos. Antes La diferencia es que antes era un contexto violento y hoy estamos en uno más democrático. Tenemos que pensar qué queremos y no equivocarnos".
- Hay que saber marcar las diferencias porque no todo es lo mismo, como algunos lo quieren hacer creer.
"No todo es lo mismo y aparte hay conceptos básicamente que erosionan la palabra 'política'. Cuando los chicos dicen: 'No quiero hacer política' es la definición más política que hay. Cuando algunos te dicen que no hagas política, sospechá porque lo que te dicen es que vos no hagas política para que ellos lo hagan a su manera. Política es todo. Política es qué actitud tomás, no para una política partidaria precisamente, pero sí es importante participar de un centro de estudiantes, de la cooperadora escolar, de un centro barrial, un comedor... hacé algo, militá desde una función social. Hacer algo por el otro es una construcción que necesitamos en este momento. La empatía se está perdiendo y es lo que más me preocupa. El 'no me importa el otro', echarle la culpa a los más humildes, me parece que ahí mezclamos todo y no nos damos cuenta de qué posición tenemos y a qué posición estamos respondiendo. Es importante a qué intereses representás, qué intereses defendés, a quién querés perjudicar, ayudar... ese es un trabajo docente, de todos, pero para eso hay que rescatar las palabras, la ideas y los tiempos para explicar estas cosas. Es fundamental hacerlo".
- El discurso antipolítico proviene de una derecha que trata de construir una fuerza por medio de la violencia, la escandalización. ¿Cómo se lucha contra todo esto?
"Estoy siguiendo atentamente los movimientos de derecha, los libertarios. La derecha siempre estuvo en nuestro país, pero está teniendo unas connotaciones muy particulares. Viendo países como España y demás, es importante el rol de hablar. Yo entiendo que hoy en día uno es más antisistema siendo de derecha que de izquierda. Es lógico que los jóvenes, por cuestiones de rebeldía, sean más antisistema. Y la izquierda, por algún motivo, no les está dando esa posibilidad. Y eso es lo más extraño. En mi época, si bien había cosas, jóvenes de derecha no había tantos. Por ahí, discutíamos con gente de izquierda y la discusión era la metodología. En la base queríamos lo mismo. Con la derecha ya es más complicado. La derecha se plantea que no todos tienen que tener todo. Plantean cosas de valores muy fuertes. Acá se está queriendo el sálvense quien pueda, el egoísmo. Hay que hablar y acá me parece que no estamos teniendo las herramientas necesarias. No sé cuáles son, pero me preocupa y estoy atenta. Algunos me dicen que es menor el tema, pero ¿cómo es posible que un joven no quiera el bienestar de todos? ¿Qué maquinaria operó? ¿Qué pasó en todo ese proceso que hasta se duda de los procesos democráticos? Esa cosa del grito, de la violencia... ¿No hemos tenido suficiente violencia en nuestro país? Por un lado siento que hablé mucho, pero también es mucho lo que falta hablar. Es importante la labor periodística y la multiplicidad de voces porque con uno solo no alcanza".
La lucha feminista de Emilce Moler en la adolescencia
- Una de tus luchas en la UES era tratar de que, en el colegio, las mujeres pudieran usar pantalón largo. Y fue un acto feminista en una época más machista que la actual y en plena dictadura. ¿Cómo creés que fue la transformación feminista con el paso de los años?
"Fue en el año '72, cuando entré al colegio de Bellas Artes de La Plata. Era el único colegio de La Plata en la que no usábamos uniforme. Eso era bellísimo para nosotros, pero no podíamos usar pantalones. Usábamos pollera. Yo no fui para nada bandera de eso. Las de 5to año se paraban en las escaleras y hablaban. Esa fue la primera lucha que abracé. '¿Cómo no voy a poder usar pantalón? Tengo frío', decía yo. Era una cosa elemental como esa. Además, otra cosa, había muchas escaleras y los chicos desde abajo te miraban las piernas y la bombacha. Eso me daba mucho pudor y yo tenía que subir agarrándome la pollera. Era sentido común. Por supuesto que no lo resignifiqué con la cuestión femenina para nada, era sentido común. Yo remarco y es interesante lo que preguntás, porque cuando me hablan de transformaciones, yo remarco que la mayor transformación que los jóvenes han hecho en los últimos tiempos es la del feminismo. Es una bandera que no teníamos nosotras. No era algo que hablábamos en esos términos, aunque éramos feministas sin saberlo, quizás. Todavía uno tiene cuestiones patriarcales muy internas y mis hijas me deconstruyen todos los días. Es un claro ejemplo de que los jóvenes encuentran sus propias agendas y caminos de acuerdo a las épocas".
"Me parecieron interesantes las luchas por el aborto legal y las luchas feministas. Es absolutamente democrática. Las mujeres iban al Congreso una y otra vez. Salía bien, salía mal, lloraban, aplaudían, presionaban con la cuestión política, esperaban los procesos democráticos. Es decir, con todas las herramientas que tiene la democracia. Se ganó, se perdió, se ganó, avanzan... ahora tenemos que avanzar con cuestiones culturales, pero marcar una agenda que ningún político hoy en día puede dejar de hablar este tipo. Marcan políticas de Estado, de políticas de ciudadanía y de sindicato para ampliar derechos, para el bien de todos, para un bienestar y en democracia. ¿Qué mejor agenda encontraron los jóvenes y las jóvenes para esta realidad que viven? Y así van a ir encontrando. El tema es que son productos de la época y por eso tenemos que construir la mejor época posible para que puedan desarrollarse".
- Cada vez que das una respuesta, no sólo recordás lo que pasó sino que también ponés cada situación en temas que tienen que ver con el presente. Hay una frase que una vez dijiste y es que "no alcanza con que nos sensibilicemos con el pasado si no nos sensibilizamos con el presente". ¿Podés desarrollarla?
"Exactamente. Hoy, ¿qué hacés con el 'trapito'? ¿Castigás a los que están en los planes? No, no sirve eso. Es fácil aplaudir a un ícono. Lo difícil es hacer la práctica de sensibilidad con el hoy. Lo que tenemos que entender que eso es lo mismo. Si vos sos sensible con una abuela, sos sensible con el pibe que está pasando hambre en la esquina. Si vos conmemorás 'La Noche de los Lápices', tenés que ser sensible con el pibe que está en la esquina y no puede ir a la escuela, y hay que ver cómo incluirlo en el sistema educativo. Eso es lo que me desvela. Lo que hicimos, lo que contamos, está y lo hicimos muy bien. Lo que nos está faltando y costando es la transmisión en el presente para obtener la sensibilidad y para que la disputa de poderes e intereses que fue en realidad lo que ocurrió para que ocurra esa dictadura, se pueda dirimir en este presente. No tenemos que equivocarnos y ver a qué intereses estamos respondiendo porque sino volvemos para atrás, cuando volvimos hace cuatro años. Gente que no podía defender los intereses de los más ricos, los terminaba defendiendo. Y ahí no se hablaba de política sino de cliché".