En la noche del 16 de septiembre de 1976, y en los días siguientes, policías bonaerenses secuestraron a Pablo Díaz, Emilce Moler, María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Francisco Bartolomé López Muntaner, Daniel Racero, Horacio Ungaro, Claudio de Ach, Gustavo Calotti y Patricia Miranda. El episodio pasó a formar parte de los capítulos más oscuros dela historia argentina con el nombre de "La noche de los lápices".
Eran estudiantes de La Plata y todos habían participado un año antes en la campaña por el boleto estudiantil pero esa no fue la causa principal de los secuestros. Lo que tenían en común estos jóvenes es que la mayoría eran militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). De los cuatro que sobrevivieron a las torturas y vejaciones, Emilce Moler, Pablo Díaz, Gustavo Calotti y Patricia Miranda, tres pudieron dar testimonio del horror ante la justicia.
"Al margen de tener un pensamiento crítico, que tal vez eso fue la culpabilidad. El pensamiento crítico sobre una sociedad injusta, el querer ser alfabetizadores para que haya educación en los barrios más humildes, el querer cambiar los barrios más humildes para que todos tengan cubiertas esas necesidades básicas de los derechos humanos. Tal vez eso nos hizo peligrosos", reflexionó Pablo Díaz, en exclusiva para El Destape. Y agregó: "Es cierto que la palabra potencial de subversivo la manejaron los victimarios en el hecho de decir que podíamos generar una resistencia sobre el proyecto político social económico del país que querían implementar. Tal vez nuestro sueño de esa sociedad mejor es lo que nos hizo subversivo".
El operativo fue realizado por el Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejercito y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps, que calificó al suceso como lucha contra "el accionar subversivo en las escuelas".