Rosario pospone el Día del Amigo y sale a cazar fiestas ilegales

La ciudad "capital" del festejo lo traslada a septiembre para reducir riesgos en bares. Una brigada perseguirá los festejos excesivos en domicilios particulares.

19 de julio, 2020 | 15.31

Rosario se jacta de ser la capital nacional del Día del Amigo, pero este año el panorama para el 20 de julio parece ser sombrío. Las postales usuales de bares y restaurantes atiborrados de grupos con amistades de todas las edades, reservas completas desde una semana antes y hasta filas en los locales más requeridos no podrán ser posibles en medio de la pandemia.

El municipio decidió impulsar la postergación, aceptada por los gastronómicos, para no correr riesgos justo cuando empieza a pronunciarse la curva y se espera el pico de contagios del virus. Al mismo tiempo, saldrá a cazar junto a la Justicia y la policía la realización de fiestas ilegales en domicilios particulares.

Si bien el Ejecutivo no puede hacerlo por decreto, la idea es pedir a la gente que posponga el festejo hasta un momento menos crítico, cuando el frío haya pasado y se pueda permanecer al aire libre para minimizar el riesgo. La decisión tiene un antecedente en 2009, cuando circulaba la gripe A, y la celebración se llevó al 20 de agosto.

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Pero en esta oportunidad, aunque se habla de septiembre, la postergación es incierta: "Le pedimos a la gente y a los bares que se festeje en otro momento, pero no sabemos cuándo va a ser. La fecha tendrá que ver con la caída de la curva", dijo a El Destape el Secretario de Producción local, Sebastián Chale.

En un marco de fuerte recesión por la crisis, los empresarios estuvieron de acuerdo con el traslado, para desdoblar el festejo en varias jornadas y evitar que todo el mundo salga a festejar el próximo lunes, en el que creen que trabajarán "bien", similar a un viernes o un sábado. Sin embargo, marcaron que “hay muchos cierres" y que "varios locales no llegan a agosto”. Un informe de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina a nivel nacional reveló que la recesión en el sector es tres veces peor que la del promedio de la economía.

Rosario: operativo de la unidad destinada a desbaratar fiestas clandestinas en pandemia.

Laboratorio

Más allá de que ninguno trabaja como antes, en términos generales la ciudad ha manejado bien la vuelta de las salidas nocturnas en esta "nueva normalidad" desde hace más un mes, y los locales han logrado repuntar la facturación. La experiencia sirve de laboratorio para otras localidades que se encuentran abriendo actividades o revisando cómo volver a habilitar luego de retroceder por la aparición de desbordes. Como todo bajo este contexto tan novedoso, hubo que someterse al proceso de prueba y error, y cuando se avanza se intenta cuidar lo logrado. 

Es que luego de permanecer cerrados durante 80 días, durante los primeros fines de semana se notaron aglomeraciones en los locales, en especial en el barrio de Pichincha, una combinación de Palermo y San Telmo rosarino en la que se multiplican cervecerías y pubs en inmuebles antiguos reciclados, en medio de una creciente gentrificación de la zona que supo ser escenario de la época prostibularia y gangster a principios del siglo XX en la Chicago argentina.

Alcohol en la entrada, en manos y calzado, registro de datos para trazabilidad, reserva previa, capacidad al 50 por ciento, cantidad de mesas reducidas y separadas por distancia social, no más de 6 personas por mesa, y horario reducido: a las 23 no entran más clientes, y a las 24 los locales deben cerrar sus puertas. Todas estas restricciones, que son muchas, deben respetarse a rajatabla. Durante los primeros días, se instó a corregir los incumplimientos. Luego empezó la mano dura.

Rosario: operativo de la unidad destinada a desbaratar fiestas clandestinas en pandemia.

Brigada A(ntifiesta)

Ante la viralización en redes de imágenes de amontonamiento de clientes en algunos bares, el municipio dio un golpe de efecto y clausuró 9 locales en un solo fin de semana. Además, incrementó la cantidad de agentes y procedimientos, realizando más de 350 inspecciones en espacios gastronómicos. Y finalmente, cuando comenzó a detectarse que no era suficiente actuando por separado, comenzó a trabajar con la Justicia y la policía, que venían por separado enfrentándose a fenómenos dispares como fiestas electrónicas ilegales, cultos umbanda masivos en un domicilio céntrico y bares que violaban el límite horario.

El objetivo del nuevo equipo especial, que integran la Secretaría de Control municipal, la fuerza de seguridad provincial y la fiscalía de delitos ligados al COVID-19, es combatir la realización de fiestas clandestinas, ante la inminencia de la llegada del 20 de julio, cuando se festeja el Día del Amigo en recuerdo de la fecha en la que el hombre llegó a la luna en 1969. El municipio pondrá 120 agentes en la calle, con agentes de Tránsito, Control Urbano, Guardia Urbana y Fiscalización del Transporte.

Rosario: operativo de la unidad destinada a desbaratar fiestas clandestinas en pandemia.

Se estima que, ante las restricciones en los bares, la depresión económica y los controles, muchos optarán por reunirse en casas, y la intención es evitar una escalada de desmanes aunando esfuerzos para responder rápidamente. Si bien la nueva etapa de distanciamiento social en Rosario habilitó los encuentros afectivos en domicilios, sin exceder el límite de 10 personas, lo cierto es que ante los incumplimientos de las modalidades la provincia las restringió solo a los domingos. 

Desde su debut, la nueva unidad desbarató cuatro fiestas en domicilios particulares y clausuró un bar que abrió hasta entrada la madrugada, deteniendo un total de 125 individuos, la mayoría jóvenes. Los detenidos, si bien ya fueron liberados por no contar con antecedentes, ahora afrontarán causas penales. "Todos son llevados a una audiencia imputativa ante el juez, tanto los organizadores como los participantes", explicó el fiscal Gustavo Ponce Asahad, a cargo de la unidad especial que investiga estos delitos.

Los procedimientos se llevaron a cabo en lugares sobre los cuales se recibieron denuncias de vecinos por ruidos molestos fuera del horario permitido por los protocolos vigentes, y mediante tareas de inteligencia en redes sociales. Al detectar las convocatorias, una división municipal se pone en contacto con los organizadores y les advierte sobre el delito que van a cometer para disuadir su realización, estrategia que suele funcionar en la mayoría de los casos. Si los impulsores siguen adelante con la fiesta, se pone en marcha un operativo y se les cae con todo el peso de la ley.