Proponen una novedosa estrategia para detectar y prevenir la circulación del coronavirus en las escuelas

Consiste en aplicar la técnica de pooling, que permite analizar varias muestras al mismo tiempo; una prueba en escuelas de La Plata funcionó muy bien

19 de septiembre, 2021 | 00.05

Primero, se creyó que los chicos eran invulnerables al coronavirus. Hoy, con récords de internaciones pediátricas en el hemisferio Norte, se sabe que no solo contagian, sino que también se contagian y eventualmente pueden hacer cuadros de mayor gravedad. En este nuevo escenario epidemiológico en el que los mayores ya están protegidos con una o dos dosis, chicos y adolescentes aún sin vacunar o con menores niveles de inmunización pasaron a ser el grupo más vulnerable. 

Investigadores de diversos ámbitos no necesitaron que se presentara un evento de “supercontagio” en una escuela porteña para advertir que las clases presenciales podían ser un talón de Aquiles en el control de la pandemia local y hace alrededor de tres meses pusieron a punto una estrategia de monitoreo y prevención de la circulación del coronavirus en las escuelas. De hecho, ya se hizo una prueba de concepto en La Plata que funcionó muy bien. 

Consiste en hacer testeo periódico en pools (de a muchas muestras por vez con una sola prueba) para detectar casos asintomáticos, verificar el funcionamiento de los protocolos y prevenir brotes.   

“Entre el momento en que uno se infecta e infecta a los demás pasan alrededor de tres o cuatro días, aunque esto es variable y depende de cada organismo –explica el químico analítico e investigador del Conicet en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, Roberto Etchenique–. Hay que tener en cuenta que se producen dos eventos de contagio. El primero es cuando la persona es contagiada. Supongamos que no hay ningún caso de Covid en el aula, pero un chico adquiere el virus un lunes en algún otro lado. El martes no contagia, el miércoles, tampoco, el jueves puede empezar a transmitirlo… En ese momento o incluso un día antes, también puede ser detectado, porque el test de PCR en pools es muy sensible. Si se hace un testeo dos veces por semana, por ejemplo los martes y viernes, prácticamente ‘capta’ todo. Si se hace semanalmente ‘cazaría’ menos, pero sigue siendo útil”.

Uno de los factores cruciales que hay que considerar es que una gran proporción de chicos y adolescentes son asintomáticos; se calcula que solo uno de cada diez presentará señales de la infección. “Supongamos que todos los viernes se haga una prueba, ese chico ya habrá transmitido el virus a varios otros en el aula, el segundo evento de contagio –continúa Etchenique–. Sin embargo, los contagiados no son todavía peligrosos hasta dos o tres días más tarde. Entonces, aunque uno detecte al caso índice con posterioridad al momento de la infección no es un gran problema, porque inicia el protocolo de burbuja y entonces todos los del aula tienen que quedar aislados. De esa forma, el contagio se termina inmediatamente, incluso haciendo el monitoreo una vez por semana”.

Con la técnica de tests en pools se puede usar una sola prueba para hasta 30 chicos, de modo que la inversión necesaria para ponerla en práctica es bajísima. Las mayores dificultades se presentan en la logística. Esto es precisamente lo que ensayó la bioquímica Daniela Hozbor, investigadora principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata. 

En esa ciudad, cabecera de la Provincia de Buenos Aires, se hizo una “prueba de concepto” que resultó exitosa. “Aplicamos este sistema varias veces en una escuela primaria, en dos secundarias y en un colegio universitario –cuenta Hozbor–. La adherencia fue muy buena. Fuimos a hablarles a los chicos y a las maestras. Se hizo con la técnica de ‘autotoma’ de muestras nasales. Les entregamos un video explicativo de cómo obtener la muestra, se llevaron un instructivo y aclaramos dudas. También les dimos los insumos, el hisopo y el tubito, y ellos se los llevaron a la casa. Y después nos demandaban que lo repitiéramos”. 

Obtener las muestras es muy sencillo: se introduce el hisopo en la parte interna de los cornetes nasales como si se limpiara bien la nariz, lo más profundo posible sin que moleste. Primero, en una narina y después en la otra. Se lo coloca en el tubito con la identificación y se lleva a la escuela. “La idea no fue testear a todos, sino ver qué estaba pasando –explica Hozbor–. No es un diagnóstico, sino un monitoreo para verificar si los protocolos están funcionando como corresponde. Salió todo muy bien y no detectamos nada, por suerte”.

Rosario

Otra ciudad donde se está proponiendo implementar esta técnica es Rosario. Allí, dos investigadoras del Conicet la pusieron a punto y está lista para ser utilizada con un equipo muy sensible (PCR Digital Droplet, ideal para realizar determinaciones en pools). “Esta estrategia es óptima en situaciones epidemiológicas particulares, como por ejemplo en este momento, en que tenemos pocos casos”, opina la viróloga Ana Laura Cavatorta, responsable de uno de los laboratorios encargados de hacer diagnóstico de Covid y en el que hace más de un año se dedican a esa tarea casi 20 personas. 

La biotecnóloga Juliana Sesma, también investigadora del Conicet, recibió un subsidio nacional para desarrollar la plataforma. “Las muestras se podrían tomar en el primer recreo y durante la misma mañana se llevan al laboratorio para analizarlas. No se necesita equipo de protección personal”, propone. Y agrega Cavatorta: “Es un buen momento, porque coincide con la relajación de las medidas de prevención. Además, es una práctica complementaria con otras, como los tests de antígenos, con los que también comenzó a hacerse una prueba piloto en los colegios que dependen de la Universidad. Como en estos últimos la sensibilidad correlaciona con mayor contagio y los virus que se recuperan son los que tienen capacidad infectiva, son un buen marcador de que las personas están liberando partículas víricas”. El ensayo se hace por un convenio entre la Universidad Nacional de Rosario y el Centro Tecnología en Salud Pública de la Facultad de Bioquímica y Farmacéutica.

Para Hozbor y los otros investigadores consultados, éste es el momento óptimo para aplicar la estrategia de testeo en pools, que además fue adaptada por Maximiliano Juri Ayub y su equipo, de la Universidad Nacional de San Luis y el Conicet, para hacer vigilancia epidemiológica de delta analizando solo las muestras que arrojen resultado positivo para detectar si entre ellas hay alguna que corresponda a la variante de preocupación. 

“Como no estamos con una alta prevalencia de delta la estrategia de pools se vuelve muy importante, porque te permite tomar decisiones rápidamente y hacer mejor control de foco –destaca Hozbor–. En PBA, la idea es establecerla y de hecho ya comenzamos a hacer algunas detecciones para ver cómo anda. Lo importante es elegir bien dónde aplicarla, porque si está todo ‘apagado’ en los alrededores no vale la pena multiplicar esfuerzos. En los lugares donde la situación está tranquila, se puede hacer en forma menos frecuente, en cambio cuando uno observa que está aumentando la circulación, ahí hay que intensificar la detección y sobre todo prepararse para hacer el control de brotes”. 

Cómo es la técnica en pools

Cuando presentó el sistema original de pools, Etchenique lo describió con el ejemplo del juego de la “batalla naval”: puede imaginarse como un cuadrado de 10 por 10 donde se colocan las muestras correspondientes a 100 individuos, cada una en un tubito. Se toma un poco de cada una de la primera fila y se arma un tubo grande con 10. Otro de la segunda fila, otro de la tercera… así, hasta que tiene 10 pools de filas. Y se hace lo mismo con las columnas. Solo se les hace un test a las mezclas de diez filas y a las de 10 columnas, que son 20 en total; o sea, cinco veces menos que la cantidad total de individuos. Si hay menos de un positivo cada 100 personas, da todo negativo, y se gastó solo 20 determinaciones en lugar de 100. Cuando sale positivo el pool de la fila tres y el pool de la columna cuatro, uno ya sabe cuál es el individuo positivo: el que está en la fila tres columna cuatro. Si hay dos positivos, y están en distinta fila y distinta columna, (que es lo más probable), uno puede determinar cuál es cuál fijándose la ‘marca de positividad’ (Ct,un número que cuanto más alto da, menos virus tiene). Así se pueden encontrar incluso tres entre 100. Si hay una gran cantidad de individuos positivos ya empiezan a mezclarse y entonces se necesitan pruebas individuales. El principio que respalda el nuevo método de rastreo de delta es exactamente el mismo, salvo que en este caso se trabaja solo con muestras positivas para Covid.

“Hasta ahora, en la PBA juntamos muestras de cinco chicos a la vez, y hasta diez, aunque podrían reunirse hasta 20 porque lo probamos y funciona”, concluye Hozbor.