Fuerte respaldo de los especialistas a la apertura de las restricciones

La mayoría de los especialistas avala las medidas anunciadas por el Gobierno. Sin embargo, destacan que no hay que dejar de lado los cuidados, que la pandemia no pasó y que hay que seguir con las actividades “en modo 20/21"

21 de septiembre, 2021 | 17.44

Los anuncios de esta mañana, que dejan sin efecto la mayoría de las restricciones todavía en pie por la pandemia, generaron alegría, pero también preocupación acerca de los beneficios y riesgos que implican. El Destape les pidió su opinión a diversos especialistas y aquí están sus comentarios.

Florencia Cahn, infectóloga y presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología: 

“Creo que con las nuevas  medidas hay que tener mucha cautela y seguir vigilando la situación epidemiológica. También, se necesita mucha responsabilidad individual en cuanto a no acudir a reuniones cuando uno tiene síntomas, el uso de barbijos en lugares cerrados y seguir ventilando. Con tantas aperturas, toma mucha importancia la responsabilidad individual. La variante Delta ya la tenemos en el país, aunque por ahora no es predominante, hay circulación comunitaria y vamos a tener más casos. Sin embargo, se supone que al tener gran parte de la población adulta vacunada no va a incidir en un aumento de hospitalizaciones y fallecimientos”. 

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Javier Farina, jefe de Infectología del Hospital de Cuenca Alta, Cañuelas:

“Así como fui de los más insistentes en mantener medidas más restrictivas para tratar de aplastar definitivamente la curva pandémica o de aminorar su crecimiento en los peores momentos, ahora creo que tiene mucha lógica la apertura de actividades. La sociedad lo necesita, la economía, también… No por eso hay que dejar de comunicar bien: el barbijo debe seguir usándose en los espacios públicos donde haya otras personas, es de sentido común. Puedo no usarlo si voy con mi familia a hacer un picnic a la plaza o a trotar solo, o camino en una vereda vacía. Pero hay que andar con el barbijo, porque uno no sabe lo que hará cuando sale a la calle. Estamos lejos de haber llegado al fin de la pandemia, sin un abordaje global y sin vacunas a las regiones que todavía no las tienen, ya que la emergencia de nuevas variantes siempre está golpeando la puerta”.

Tomás Orduna, infectólogo del Hospital Muñiz

“Las aperturas fueron evaluadas concienzudamente por el equipo del Ministerio de Salud de la Nación, hubo consultas con el equipo de expertos que asesora al ministerio y a la presidencia. Creo que es importante sostener que seguimos en pandemia. No sabemos si habrá que retroceder en todo esto producto de la variante Delta o de cualquier otra situación epidemiológica por otras que pudieran surgir (en Brasil, el 75% de los casos totales corresponden a Delta y está acá al lado). Por lo demás, todo lo que se autorizó tiene un protocolo y en eso tenemos que seguir haciendo hincapié. Respetarlo y hacerlo respetar en cada una de las diferentes situaciones”. 

Luis Camera, ex presidente del Foro Internacional de Medicina Interna y médico del Hospital Italiano

"Ya hace tres o cuatro meses, cuando apareció la variante Delta, dije que no le tenía mucho temor porque en las experiencias europeas era un virus que aparecía cuando ya las otras se habían ido producto de la vacunación. Es una especie de epidemia ‘posvacunatoria’, por así decirlo. Y destaqué que la mortalidad que generaba era mucho menor, porque le quedaban por infectar los jóvenes, y los  que ya tenían una o dosis de vacunas. También creí que iba a haber una especie de competencia ecológica, ya que las variantes de Manaos y Andina son muy predominantes en Sudamérica y así como no pudo entrar la británica, que asoló todo el hemisferio Norte, era posible que sucediese lo mismo con Delta. De ser así, ahora que estamos con pocos casos, está apareciendo la posibilidad de que nos pueda contagiar, pero por otro lado tenemos más gente vacunada. Las aperturas tal vez son un poco rápidas, creo que hay que ser muy cuidadosos con los controles de todos los casos y hacerle sentir a la población que tenemos que seguir usando barbijo la mayor parte del tiempo, porque es la única defensa real que tenemos en este momento, ya que en caso de que viniera una ola de Delta, al ser altamente contagiosa, veo poco probable que las restricciones sean útiles para controlarla. Lo único que me parece que puede controlarla es la vacunación de casi todas las capas etarias. Estoy fuertemente a favor de que se inmunicen las personas de la segunda década de vida, no tan a favor de una tercera dosis, sino que se aplique a los chicos y jóvenes, y eventualmente en los niños para frenar la difusión de la variante Delta.

De las restricciones que se dejan sin efecto, hay dos o tres que no me convencen mucho. No me gusta el tema de la nocturnidad, lo de los aforos medio ‘livianos’ en las discotecas, que serán difíciles de controlar, y lo otro que me preocupa es que no parece haber un control estricto con Brasil. A través de la ruta 14 (el puente internacional entre Uruguayana y Paso de los Libres) puede entrar el virus. De hecho, la variante de Manaos entró por ahí. Y si uno se fija, durante mucho tiempo las ciudades que están cerca sufrieron un impacto muy significativo. También me inquieta que la población tiende a actuar 'a todo o nada’: quiere volver a 2019. Podemos hacer de todo, pero en ‘modo 20/21’, con cuidado. Es un aprendizaje que habrá que hacer porque es el principio del fin de la pandemia, pero también el comienzo de la endemia por Covid. Tendremos que aprender a convivir con el virus. Habrá que hacer mucho esfuerzo para no contagiarse usando barbijo, lavándose con frecuencia las manos, conservando el distanciamiento, la ventilación y con vacunación masiva a la población”. 

Daniel Feierstein, sociólogo e investigador del Conicet:

“Dado que se perdió la lucha por el principio precautorio, como planteé en mi libro [Pandemia. Un balance social y político de la crisis del Covid-19], con los casos actuales, los dos espacios reales de disputa serían el control de ingresos y el uso de barbijo. Acerca de lo primero, me parece apresurado relajar, ya que la ganancia no es mucha y la pérdida sí puede serlo, pero igual ya se estaba haciendo mal. El resto de las aperturas tiene sentido porque un aforo de 50%, 70% o 100% no hace mucha diferencia y no parece haber condiciones para eventos super contagiadores con tanta población vacunada. Por otra parte, hay una necesidad social de retomar actividades (tanto económicas como sociales) y no veo que las mismas puedan cambiar de modo significativo la tendencia decreciente de casos, menos con la llegada de la primavera, el calor y la posibilidad de utilizar espacios abiertos”.

José Barletta, infectólogo del Hospital Fernández: 

"Aunque muchas suenen temerarias, porque venimos de dos años durísimos y nos pareció que ciertas cosas nunca iban a volver, tal como están planteadas las aperturas la verdad es que me parecen sensatas. Si uno mira los números, es sorprendente (por lo impresionante, no por lo inesperado) cómo bajan muertes, internaciones, casos notificados... Ayer escuchaba a una colega terapista del hospital comentando que hace tres semanas que no intuban a nadie por Covid, los positivos en las terapias intensivas se volvieron una extrañeza".

Sol Minoldo, socióloga, investigadora del Conicet e integrante del Comité de Emergencia de Córdoba:

"En relación con el levantamiento de la obligatoriedad de uso de barbijo al aire libre, y a distancia de personas ajenas a la burbuja, me preocupa menos la medida en sí que el mensaje que puede transmitir. Coincido en que el riesgo de contagio cae muchísimo cuando estamos al aire libre y manteniendo distancia de otras personas. Sin embargo, el problema aparece cuando este mensaje no llega de la mano de una fuerte campaña que jerarquice el uso del barbijo en las circunstancias donde sí es un elemento clave de protección. Si este mensaje abona la idea de estar dejando atrás la pandemia y, a la vez, de que la nueva normalidad tiene que ver con despedirnos del barbijo, entonces este paso puede ser negativo. Me preocupa además que, por no usarlo en la calle, nos relajemos en algunas de las tantas interacciones a corta distancia que podemos tener mientras transitamos el aire libre, o al entrar a espacios cerrados. Si ya no lo vamos a usar porque deja de ser obligatorio, entonces que lo empecemos a usar porque entendemos su importancia en las situaciones en las que de verdad nos protege y cuida a los demás. Que no prevalezca el mensaje de 'menos barbijo', sino de un uso óptimo.

El barbijo es un elemento muy costo-efectivo para protegernos, tanto durante la pandemia como en la pospandemia, cuando posiblemente el Sars-Cov-2 se mantenga circulando de manera endémica. Sostener su uso en algunos contextos podría constituir un aprendizaje de la pandemia que contribuya a reducir la transmisión de otras enfermedades respiratorias, que también se transmiten por aerosoles. Podría contribuir a hacer más saludables las escuelas, el transporte público, los centros de salud, los lugares de trabajo, etcétera. Por cierto, nos encontraría mejor preparados para enfrentar otra eventual pandemia, o un rebrote de ésta debido a alguna nueva variante.

En definitiva, creo que lo más responsable para la prevención sería que cada paso que demos para levantar restricciones se produzca acompañado de un esfuerzo contundente para fomentar la adopción de las dos medidas más costo-efectivas de prevención de las que disponemos: ventilación y barbijo".