Crecen los contagios de COVID-19 en el país y los síntomas de la enfermedad cada vez son más variados y extraños, es por eso que hay que estar atentos para detectar una posible infección del virus. Como el caso de Marcela Kloosterboer que contrajo coronavirus este fin de semana y experimentó uno de sus síntomas más particulares: fantosmia.
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"Con esta cara les cuento que di positivo de Covid. Por suerte síntomas leves, uno muy raro, sentía olor a cigarrillo todo el tiempo. Ahora perdí el olfato y estoy muy congestionada...por suerte no mucho más que eso. A seguir cuidándonos y a esperar que termine toda esta locura", detalló la actriz en su cuenta de Instagram.
Lo cierto es que Marcela Kloosterboer no es la única que experimentó fantosmia, un tipo de trastorno a causa del COVID-19. Según un reciente estudio de científicos y médicos publicado en el Journal of Internal Medicine, sobre la alteración del olfato en casi 2.600 enfermos tratados o ingresados en 18 hospitales europeos, el 74,2% de los analizados tenían anosmia o hiposmia (pérdida total o parcial del olfato, respectivamente) y sus trastornos de alteraciones olfativas derivados.
Según el estudio, entre los anósmicos, más de la mitad tenían también problemas con el sentido del gusto (disgeusia), en especial con los cuatro sabores básicos. Casi mil de los participantes del estudio padecían cacosmia, una alteración del olfato que se concreta en oler mal lo que antes olía bien, como un perfume. Mientras que dos de cada diez padecían de fantosmia, percibiendo olores inexistentes, por eso el término vinculado a los fantasmagórico.
“Estas alteraciones pueden tener una causa física o pueden ser secundarias a una alteración neurológica”, detalló el otorrinolaringólogo e investigador del Hospital Universitario Donostia y coautor del estudio Carlos Miguel Chiesa. El profesional detalló que "las dos principales alucinaciones olfatorias, tanto la cascosmia y la fantosmia, pueden darse a la vez". En esa línea, Chiesa agregó: "Los pacientes que han sufrido una alteración del olfato tras sufrir la COVID-19 podrán presentar ambos síntomas, bien sea en relación con el proceso inflamatorio a nivel del bulbo olfatorio o como parte del proceso de recuperación nerviosa”.
En tanto, este porcentaje da cuenta que la disfunción olfatoria es uno de los mayores síntomas de la enfermedad por sobre la tos, dificultad para respirar o fiebre, presentes en el 40% y 50% de los casos. Como también que en los casos leves se da la anosmia y similares mientras que en los moderados, graves y críticos solo superaban el 7%.
Este estudio se realizó sobre un ensayo en el que los estudiados debían oler 16 bastoncillos con distintos aromas e intensidades con el objetivo de contar con una prueba idéntica para todos que eliminara la mayor parte de la subjetividad.
Solo el 4,7% de los estudiados seguían con problemas olfatorios pasados seis meses.
De qué se trata este trastorno Fantosmia
Dentro de las alteraciones olfativas se encuentra la fantosmia que es un trastorno que provoca que una persona perciba olores que en realidad no están en el ambiente. En general este trastorno ya afecta hasta al 6,5% de la población mayor de cuarenta años, es decir a una de cada quince personas, según un último estudio realizado en 2018 por científicos de Estados Unidos sobre 7.417 personas. Asimismo, el informe determinó que este padecimiento es dos veces más común en mujeres que en hombres y aumentan con la edad.
Las consecuencias de padecer fantosmia son fastidio, ansiedad y hasta depresión en muchos casos
Los efectos de la fantosmia pueden ser un tanto peligrosos ya que la persona que lo padece puede percibir olores falsos, desagradables como a quemado, a humo, a sustancias químicas o a alimentos podridos, entre otros.
Otro informe realizado en Suecia también dio cuenta que las personas afectadas también sentían olores con connotaciones autobiográficas como por ejemplo recuerdos de la infancia, olor a incendios de muchos años atrás como también aromas a sus parejas ya fallecidas.
Cabe destacar que quienes están diagnosticadas con este trastorno de por vida sufren un deterioro de su calidad de vida ya que esto les impide disfrutar el sabor de la comida o digerir alimentos en mal estado. Las principales consecuencias son: fastidio, ansiedad y hasta depresión en muchos casos. Por eso es fundamental acudir a un profesional para evaluar el cuadro.