Avanza el Plan Estratégico de Vacunación en la Argentina que en los últimos 7 días se aplicaron casi 2 millones y medio de dosis en todo el país pero la cifra de muertos por el COVID-19 continúa elevada, en las últimas 24 horas murieron 621 personas y son 5.607 los internados por el virus en las unidades de terapia intensiva, con un porcentaje de ocupación de camas de adultos de 64,9 % en el país y del 62,5 % en el AMBA.
En este marco, médicos intensivistas argentinos realizaron un informe que analiza la situación de los pacientes que ingresan a las unidades terapias intensivas (UTIs) a través de un relevamiento realizado en 63 UTIs sobre más de 1900 pacientes del país que fue publicado en la revista científica The Lancet Respiratory Medicine.
En este marco, la médica intensivista e integrante del equipo asesor del Gobernador Axel Kicillof, Elisa Estenssoro, habló con El Destape radio y se refirió a su publicación que tuvo como objetivo "alcanzar las propias respuestas a lo que pasa respecto a la mortalidad por COVID-19, los factores asociados a los decesos como también la caracterización de la población argentina".
Según la especialista, una de las grandes conclusiones del estudio que realizó la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) -que coincide con lo que ocurre en todo el mundo- es que "la edad es uno de los grandes factores que determina la mortalidad como también la presencia de enfermedades coexistentes". "El 92% de los pacientes que murieron tenían una enfermedad preexistente, entre ellas hipertensión, obesidad y diabetes", remarcó la asesora de la Escuela de Salud de la Provincia.
Las enfermedades preexistentes, uno de los principales factores de mortalidad
En ese sentido, el estudio detalla que en los 1909 pacientes que fueron estudiados, entre el 20 de marzo de 2020 y el 31 de octubre de 2020, la edad promedio se ubicó en los 62 años (entre 52 y 70), un 67,8% eran hombres y el 91,7% tenían comorbilidades, presentándose la hipertensión arterial se como la principal, con el 46,9%; seguida por la obesidad (con el 44,4%) y la diabetes (con el 29,0%).
En este marco, el estudio determinó que “el aumento de la edad fue un predictor independiente de mortalidad” y pese a que los “factores de riesgo fueron similares a los identificados en otros estudios”, en el estudio local se demostró la presencia de, al menos, una comorbilidad en el 92% de los pacientes, la cual denominaron como “la más alta registrada”.
“Las complicaciones en todos los pacientes fueron frecuentes. El síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA) se desarrolló en el 87,6% pacientes”, indicaron los intensivistas que enfatizaron en el 61,1% de las oportunidades, se aplicó la técnica de poner boca abajo (decúbito prono) a los afectados, método que, según explicaron, se aplica en los cuadros más graves.
Pese a dichas técnicas aplicadas en los pacientes graves, los intensivistas detectaron que “el 57,7% de los afectados murieron en el hospital (como resultado primario), mientras que la mortalidad a los 28 días alcanzó el 50,6% y la mortalidad en la UCI se ubicó en el 57%”.
Agotamiento del personal de salud y el impacto en la mortalidad
Asimismo, la profesional destacó que en informe reveló un dato impactante y es que “en la mortalidad también jugó la sobrecarga del personal de salud de terapia intensiva". “Fue extrema la sobrecarga de los intensivistas y el aumento de la mortalidad fue aumentando con la sobrecarga de estos profesionales", agregó.
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"El aprendizaje es que se necesitan más intensivistas, más enfermeras de terapia, más kinesiólogos", resaltó Estenssoro. Además destacó que "tiene que haber una gran reforma del sistema de salud y un redireccionamiento en las especialidades médicas".