La lucha por el oxígeno

La pandemia puso en evidencia algo que se sabe mucho y se debate poco: el AMBA necesita más parques y plazas. Una radiografía de la puja entre negocio inmobiliario y desarrollo urbano.

08 de noviembre, 2020 | 10.17

Con la llegada del buen clima, los parques y las plazas se abarrotan de personas que procuran un poco de verde y aire libre. Mientras algunos van a distenderse, tomar sol y recuperar energía, otros, en concordancia con la grieta diaria, levantan sus deditos acusadores para señalarlos como imprudentes que se juntan sin respetar las distancias. Más allá de las responsabilidades de cada quien, la pandemia puso en evidencia algo que se sabe mucho y se debate poco: el AMBA necesita más parques y plazas.
Los organismos internacionales como la ONU y la OMS recomiendan que haya entre 10 y 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante, pero en la Ciudad de Buenos Aires apenas llega al 5,3 y con una accesibilidad muy desigual. El “Atlas de espacios verdes en ciudades argentinas”, realizado por la Fundación Bunge y Born, reveló que “un 12,4% de la población de la ciudad reside lejos de un espacio verde público, por lo cual, a más de 350.000 porteños les hace falta un parque o una plaza cerca de su vivienda”. En este aspecto, los casos más emblemáticos son los de la comuna 3 (Balvanera y San Cristóbal) que apenas alcanzan los 0,4 o la 5 (Boedo y Almagro) que araña los 0,2 m2 por habitante. 
El atlas revela, además, que la población más afectada por la escasez de verde es, claro está, la más vulnerable: “el 25% de la población de menor nivel socioeconómico carece de acceso a espacios verdes, situación que sólo afecta a un 4% de las personas de mayores ingresos de la ciudad”, sostiene el informe.
A pesar de todo, el Gobierno de la Ciudad, tan proclive a hablar de ecología, poner maceteros y carteles que dicen “BA verde”, en los hechos demuestra más entusiasmo por la propagación de las grandes torres que de los espacios verdes. Pero cada vez son más las voces que se levantan contra este afán desmesurado por tapar el cielo y eliminar la naturaleza o dejarla para unos pocos.


Río abierto 
Un caso emblemático es el de los terrenos de Costa Salguero, cuya venta fue suspendida gracias a un recurso presentado por el Observatorio del Derecho a la Ciudad, la diputada Gabriela Cerruti y otras organizaciones. La justicia frenó la venta por haberse hecho en forma inconstitucional, ya que se realizó en forma veloz el 5 de diciembre pasado, poco antes de que se renovaran las bancas porteñas, sin segunda lectura ni audiencia pública alguna, tal como lo establece la ley. “El tema llegó a la agenda pública porque el gobierno presentó un nuevo proyecto de ley para habilitar un emprendimiento inmobiliario donde el Plano Urbano Ambiental y toda una serie de normativas establece que, una vez terminada la concesión, ese predio debe convertirse en parque público”, afirma Jonatan Baldiviezo, integrante del Observatorio y de la coordinadora “La ciudad Somos Quienes la Habitamos”, un colectivo compuesto por la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria, el Observatorio, Jóvenes por el Clima, otras agrupaciones y ciudadanos y ciudadanas dispuestos a pensar y planificar el lugar que habitamos. 
Este resultado judicial fue festejado por porteñxs varixs que, cansadxs de ver cómo crecen edificios y se esparce cemento por la ciudad, se manifestaron el domingo pasado con una gran caravana de autos y bicicletas y ayer hicieron una coreografía lumínica en defensa de la Costanera rioplatense. 
Además de celebrar el freno a la construcción, entre debate y debate, la Coordinadora está elaborando el proyecto “Parque Nuestro Río” para presentarlo en la audiencia pública del 27 de noviembre. La premisa básica es recuperar la costa como reserva ecológica y para la socialización y el disfrute.


Playones en disputa
Se puede decir que en casi todos los barrios hay un frente abierto de vecinxs que pugnan por cuidar, adquirir o retener espacios verdes. Uno de los grandes temas son los playones ferroviarios, esas lonjas de tierra lindantes a las vías que muchos las sueñan como plazas o espacios de esparcimiento pero que las grandes constructoras y sus aliados vislumbran con afán inmobiliario. Tales son los casos de los playones de Colegiales, Villa Urquiza, Palermo, todos terrenos que Macri cedió a Ciudad antes de dejar la presidencia; convenio que ahora ha de revisarse por decreto de Alberto Fernández y que los vecinos no están dispuestos a dejar pasar. De hecho, Parque Cultural Estación Colegiales, Instituto Argentino de Ferrocarriles, Asociación Amigos del Lago de Palermo, Asociación Ciudadana por los Derechos Humanos, SOS Caballito y Vecinos por el Veinticinco (Villa Urquiza) convocan a un encuentro de vecinxs que pretendan que no se vendan esas tierras ferroviarias y que sean destinadas a parques públicos con uso comunitario. La cita es el 12 de noviembre a las 1830 por videollamada: https://meet.google.com/xeq-zsgx-quf.


 Entre estas contiendas, la más resonante es la del playón ferroviario de Caballito, situado en la Avenida Avellaneda 1300/1400/1500, donde se estaba construyendo, en plena pandemia, el mega emprendimiento Ciudad Palmera. Esta obra fue detenida gracias a un amparo que presentaron el Consejo Consultivo Comunal de Caballito, integrantes de la Junta Comunal 6, la asociación vecinal S.O.S. Caballito y el Centro Cultural Estación de los Deseos. Este terreno tiene un largo historial: es el mismo donde el grupo IRSA quiso hacer el Shopping más grande de la Ciudad a pesar de que en el programa de la Ciudad “BA Elige” haya ganado la propuesta de parquizado. Proyecto que fue frenado por la movilización vecinal. “En Caballito fuimos los primeros en lograr la ley de rezonificación. Durante 10 años logramos salvar al barrio de las construcciones desmedidas, hasta ahora que se perdió por el código Urbanístico”, cuenta con enojo Gustavo Desplats, coordinador de Proto Comuna Caballito. 
¿Qué puede hacer un ciudadano común para frenar esta venta de tierras y decidir cómo quiere que sea su hábitat? “La fácil es concientizarse para votar distinto, pero lamentablemente no es sólo eso, sino que tiene que cambiar la mentalidad de quienes nos gobiernan. Nosotros pensamos que la ciudadanía debe ser más activa, no solo votar cada dos años sino que haya una democracia participativa”, dice Jonatan Baldiviezo. Para Desplats “nuestro principal problemas es que no logramos construir un colectivo, romper con la individualidad, fueron muy pocos los que lograron dar el paso de preocuparse por la construcción de al lado de su casa a pensar el barrio, la ciudad a futuro”.