Basta con observar la actualización “al instante” de los nuevos casos sospechosos y confirmados de “viruela del mono” en más de una decena de países (14, según la última cuenta) para comprender porqué volvieron a sonar las alarmas del sistema sanitario global: ayer a las 10.30 am, eran 273; cuatro horas más tarde, 286. El brote excede largamente los registrados con anterioridad fuera de África (donde en algunas regiones es una enfermedad endémica), que generalmente no superaban un dígito.
Entre estos, ya está prácticamente confirmado por el Instituto Malbrán (faltan algunos estudios para corroborarlo con total certeza) un paciente argentino. Residente en la provincia de Buenos Aires, fue detectado en un centro asistencial de CABA y hacía algunos días había regresado de España, donde ya se registraron decenas de casos. El paciente está aislado y en buen estado de salud, y sus contactos, controlados. Pero el sistema de salud está en pie de alerta.
La “viruela del mono” es una enfermedad rara, en general “autocontenida” y causada por un virus del género Orthopoxvirus, que también incluye el de la variola (que causa la viruela humana), el vaccinia (utilizado en la vacuna) y el de la viruela bovina. Se conoce desde 1958 cuando se descubrió en colonias de monos criados para investigación. El primer registro en humanos se detectó en 1970, en un chico de 9 años en una región de la República Democrática del Congo. Desde entonces, el virus causa cada tanto pequeños brotes, que sumaron unos pocos cientos de casos en 11 países africanos. Los que se dieron fuera de ese continente estuvieron relacionados con viajes internacionales o con la importación de animales exóticos. Se cree que el reservorio natural de este virus son ciertos roedores, ardillas y primates no humanos.
El origen
El primer caso de este año se reportó el 7 de este mes (hace algo más de dos semanas) en el Reino Unido. La secuencia que inició tiene desconcertados a los especialistas, que ven cómo se van sumando detecciones en países como Australia, Bélgica, Canadá, Francia, Alemania, Italia, los Países Bajos, Portugal, España, Suecia y los Estados Unidos.
En principio, se está evaluando que podría haber habido transmisión comunitaria "por debajo del radar", y que el virus (más benigno que el de la viruela humana) ya estaba circulando desde antes.
“Tiene que haber existido transmisión silenciosa –destaca Mario Lozano, miembro de la Sociedad Argentina de Investigación Bioquímica, de la Asociación Argentina de Microbiología y de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Virología, y actual rector de la Universidad Nacional de Quilmes–. No hay forma de que no lo haya hecho, ya que no pudieron rastrear el inicio [del brote]”.
¿Pero por qué emergen ahora tantos casos, y algunos sin nexo establecido? Según Leda Guzzi, infectóloga, docente e investigadora, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), hay dos hipótesis principales: la primera es que al dejar de administrarse hace 40 años la vacuna “antivariólica” (la enfermedad se erradicó en 1980), las personas más jóvenes carecen de inmunidad, son completamente susceptibles. De hecho, la mayoría de los casos se dio en esa franja de edad. La segunda es que el virus podría haber sufrido un cambio evolutivo que le permitió adaptarse mejor al organismo humano y transmitirse con más facilidad entre personas, aunque todavía no hay evidencias que lo indiquen.“Este virus no tiene mucha capacidad de contagio (comparado con la viruela humana) y empezó a producir brotes después de que dejamos de vacunar –opina Lozano–. Como tiene reservorios naturales, es muy difícil pensar en controlarlo definitivamente, como sí hicimos con su pariente más peligroso. El escenario que estamos viendo es de brotes bastante continuos en Africa con alguna salida esporádica a países donde no hay circulación endémica. En este proceso, el virus se va adaptando al nuevo anfitrión, que somos nosotros. Lo hace más lentamente que los coronavirus, porque su genoma es a ADN [es un virus grande, capaz de corregir sus errores]. Así que imagino que la variante que circula por Europa es un poco más contagiosa que las anteriores y esa puede ser una de las causas del brote. Alternativamente, también puede haber disminuido su patogenicidad y entonces pueden estar produciéndose más infecciones asintomáticas, con lo que resulta más difícil evitar que se disperse. No hay que descartar el tráfico de animales exóticos, que sigue siendo una fu
ente inagotable de chances para la aparición de estas zoonosis donde no están normalmente”.
También, hay quienes se preguntan si esto ocurre ahora por la falta de exposición a gérmenes habituales durante los dos años de cuidados por el Covid-19. Sin embargo, Lozano no coincide: “Es probable que para enfermedades endémicas [gripe, virus sincicial respiratorio] sí valga eso. Para éstas, no creo, porque el sistema inmune es muy específico y podríamos haber perdido memoria inmunológica contra virus que nos encontrábamos cada año, pero en baja proporción”.
Para Pilar Fernández, investigadora en la Escuela de Salud Global Paul Allen de la U de Washington, " Lo que estamos viendo ahora puede responder a varias hipótesis. Una es que el virus se haya hecho más eficiente para transmitirse, pero por ahora no tenemos evidencia al respecto. Lo que sí sabemos, por las secuencias genéticas que tenemos, es que no es muy diferente de lo que conocemos; está más cercano al ‘clado’ de Africa occidental, que produce casos más leves. En ese sentido es una buena noticia. Otra pregunta es ¿por qué ahora? Da la sensación de que tenemos cada vez más virus, pero en realidad lo que sucede es que los estamos detectando más. Es cierto que en los últimos 20 años vimos la emergencia de tres coronavirus: además del SARS-CoV-2, el SARS-CoV-1, que no era tan transmisible y se autocontuvo, y el MERS que cada tanto causa brotes en Africa y medio Oriente porque está asociado con los camellos. Después hay un montón de otros virus que cada tanto producen brotes, pero o se autolimitan o hay una respuesta rápida de las autoridades. Hay que tener en cuenta que los humanos cambiamos las condiciones ecológicas en las cuales se transmiten. Dada la alta movilidad global, tal vez se dio un salto que en otras condiciones hubiera sido limitado, pero en un momento y un medio que permitió su expansión".
Cómo se transmite
La viruela del simio era considerada una patología no muy contagiosa: no está descripta la transmisión por aerosoles (solo por gotitas de expectoración, contacto con fluidos corporales, saliva, excretas, lágrimas, con las pústulas de los infectados y con superficies contaminadas, o al tocar o compartir artículos, como ropa y ropa de cama), “pero las vías de transmisión en este momento están bajo la lupa y se está analizando qué potencial epidémico tienen”, dice Guzzi.
Por ahora, los brotes más numerosos fueron reportados en Europa, particularmente en España, lo que llevó a varios expertos a sugerir que se originaron allí. Están investigando dos posibles fuentes: un evento multitudinario en las Islas Canarias que comenzó el 5 de mayo y reunió a 80.000 personas, y un sauna de Madrid.
Los análisis de las evidencias, que se conocerán en los próximos días, permitirán ir ajustando estrategias, pero por el momento no se espera una vacunación en gran escala, ya que la inmunización tradicional contra la viruela humana tiene ciertos efectos adversos, especialmente en inmunocomprometidos. Aunque son muy infrecuentes, si se vacuna a millones de personas, podrían multiplicarse.
Pero por si acaso, según informó Apoorva Mandavilli en The New York Times, los sistemas sanitarios de los distintos países ya están revisando sus existencias de vacunas. Estados Unidos tiene 100 millones de dosis de la antivariólica original y 1000 de una más nueva (Jynneos), específica contra la viruela símica, aprobada en 2019.
“Hay dos ‘clados' o variantes: uno del Congo, que tiene un 10% de letalidad, y otro de Africa Occidental, con un 1% –explica Guzzi–. Los casos detectados pertenecerían en principio a este último. Es decir, que corresponderían a una enfermedad sin grandes complicaciones y en principio autolimitada. ¿Volver a vacunar contra la viruela? Dependerá del potencial epidémico. Si esto sigue, es probable que los países tengan que volver a hacerse de vaccinia (el componente activo de la vacuna) para inmunizar probablemente a grupos de mayor riesgo. Pero dependerá de lo que pase en los próximos días. Están todas las alarmas encendidas para tratar de detectar casos o cadenas de transmisión”.
Para los especialistas, aunque aparezcan más pacientes, es poco probable que la viruela símica conduzca a un escenario similar al del coronavirus. Para empezar, no es un virus nuevo, no se propaga de la misma forma y tenemos vacunas y tratamientos para contenerlo.
Un escenario que desconcierta
Por ahora, las recomendaciones de la OMS y los organismos de salud indican mantenerse vigilantes frente a la aparición de síntomas y hacer la consulta precoz. En promedio, estos aparecen dentro de los 6 a 13 días posteriores a la exposición, pero pueden demorar hasta tres semanas. Los principales son fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares y de espalda, ganglios linfáticos inflamados y agotamiento general.
Según la OMS y el CDC, alrededor de uno a tres días después de tener fiebre, la mayoría de los pacientes desarrolla un sarpullido doloroso. Comienza con marcas rojas que se llenan de pus durante los siguientes cinco a siete días. La erupción puede iniciarse en la cara, las manos, los pies, el interior de la boca o los genitales y progresar al resto del cuerpo. En dos a cuatro semanas se forman costras que ya no son infecciosas.
Los chicos y las personas con inmunodeficiencias pueden padecer casos más graves, pero la viruela símica rara vez es mortal. Aunque algunos subrayan que muchos de los casos se dieron en hombres que tienen sexo con hombres, la transmisión debe atribuirse al contacto físico íntimo y no al tipo de práctica sexual.
En las últimas décadas, las patologías adquiridas por contacto con animales se volvieron más frecuentes debido al aumento de la urbanización, la deforestación y el avance de los humanos hacia ámbitos que antes eran silvestres. “¿Qué está pasando que aumenta la transmisión cruzada [de patógenos] –se pregunta Guzzi–. Invasión de ecosistemas, convivencia extrema con animales silvestres, hacinamiento, refugiados y guerras, producción animal en gran escala, en forma intensiva… Todo esto debe tener que ver con la emergencia y reemergencia de enfermedades. Nos tiene que llamar la atención, tenemos que ver cómo mejorar la supervivencia del planeta a largo plazo para todos los seres vivos y repensar la necesidad de las vacunas como aliadas fundamentales para la vida”.
Mientras tanto, el lunes último el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades advirtió a las personas infectadas que mantuvieran aisladas a sus mascotas. “Si se produce la transmisión de humano a animal y el virus se propaga en una población animal, existe el riesgo de que la enfermedad se vuelva endémica en Europa”, advirtió la agencia sanitaria.