Preocupación por el destino de Y-TEC, la compañía del Conicet e YPF

Según su gerente general, Eduardo Dvorkin, si se privatiza se perderá un potencial enorme. En diez años, obtuvo 35 patentes y desarrolló 20 tecnologías.

07 de diciembre, 2023 | 21.50

Cuando se doctoró en ingeniería en el MIT, en la Argentina todavía prevalecía la impronta que había dejado Bernardo Houssay, la que indicaba que la ciencia no debía tener otro fin más que dilucidar los misterios de la naturaleza. Pero Eduardo Dvorkin siempre nadó contra la corriente: el hasta hoy gerente general de Y-TEC, la compañía de innovación cuyo paquete accionario pertenece en un 49% al Conicet y en un 51% a YPF, siempre luchó por desarrollar tecnología que sirva a los intereses nacionales.

Ya después de graduarse, impulsó una experiencia pionera cuando creó en la siderúrgica Siderca, del grupo Techint, un laboratorio que llegó a emplear a más de un centenar de físicos y matemáticos (el Centro de Investigaciones Industriales, CINI), que ayudó a la compañía a multiplicar varias veces su producción y a convertirse en una multinacional con filiales en Brasil, Venezuela, Canadá, Italia y Japón, entre otros países.

Desde allí, desarrolló uniones para tubos petroleros que se venden en todo el mundo, criterios para aumentar su resistencia a la presión externa y nuevos tipos de acero resistentes a la corrosión sulfídrica, entre muchas otras aplicaciones.

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Eduardo Dvorkin, en Y-TEC

Después, fundó la consultora Sim & Tec, que trabajó para una amplia gama de empresas y organismos públicos que incluyen a Invap (la empresa rionegrina de alta tecnología que cuenta con participación del Estado), Veng (que desarrolla lanzadores espaciales), Tenaris, el INTI e YPF. Dirigió el Centro de Simulación Computacional para Aplicaciones Tecnológicas en el Polo Científico de Palermo, y participó en algunas de las iniciativas tecnológicas más destacadas de la última década, como los satélites ARSAT 1 y 2, y la supercomputadora TUPAC.

Hoy, ve con gran preocupación cómo con la llegada del nuevo gobierno no solo peligra YPF, sino también esta iniciativa considerada un hito en el desarrollo tecnológico local.

“YPF es una compañía que da enormes ganancias; sin embargo, en los medios se habla de pérdidas –comenta Dvorkin–. Basta un dato. Hay un número que los petroleros usan mucho, que es el ‘costo de desarrollo’: cuando se hace un pozo, si uno suma la cantidad de dólares que me costó hacerlo, poner los caños, producir y lo divido por la cantidad de barriles de petróleo (o "barriles de petróleo equivalentes", si es un pozo que produce gas, o petróleo y gas), ese número cuanto más chiquito sea, quiere decir que gasté menos o que produje más, pero es el número que yo tengo que disminuir si hago una producción razonable. En 2016 (o sea, hace siete años) a YPF ese número le daba dos veces y media lo que daba en la cuenca Permian, [el mayor yacimiento de shale] de los Estados Unidos. Hoy da un poco menor para YPF que para el Permian; es decir, que en siete años YPF logró equilibrar la diferencia de costos que tenía con el Permian, que es enorme. Pero además, otra de las funciones de YPF, que da ganancias, que tecnológicamente logra producir dentro de un nivel internacional, era no solamente producir petróleo y gas, sino generar cadenas productivas. El gasoducto es la posibilidad de existencia de Vaca Muerta, porque no había cómo el gas, porque entre otras cosas, está prohibido, a pesar de que el presidente electo no cree en el cambio climático. Ahora, otro gasoducto que está en desarrollo hacia Bahía Blanca es la condición para que la Argentina produzca gas natural líquido y lo exporte. Eso permitirá evitar la pérdida de divisas por importación de combustibles. Pero además está planificada una planta de gas natural líquido para empezar a exportar en tres o cuatro años. Todo eso involucra cadenas productivas, desarrollo nacional y sobre todo, significa no perder dólares. Y pasar de ser un país que importa energía a un costo enorme, sobre todo a raíz de la guerra de Rusia en Ucrania, a ser un exportador neto. Todo eso ahora está en riesgo”.

Muestra de material para el estudio de su porosidad

Desde que asumió la gerencia de Y-TEC, Dvorkin se comprometió a alinear el trabajo de esa usina de innovación con las necesidades tecnológicas de YPF. "Y para eso, la participación del Conicet es indispensable”, subraya.

Uno de los productos de esa colaboración es un dispositivo robótico para inspeccionar gasoductos: un “PIG”, siglas en inglés que corresponden a pipeline inspection gauge, que hasta ahora siempre debía ser contratado a empresas extranjeras. O una batería de nuevas tecnologías para la caracterización del subsuelo y la optimización de la producción de hidrocarburos.

Aunque YPF es conocida como una compañía de extracción de petróleo y gas, y como fabricante de lubricantes y combustibles, tiene otras facetas menos visibles: YPF Luz (con centrales térmicas, parques eólicos en la Provincia de Buenos Aires, Chubut y Santa Cruz, y un gran parque solar en San Juan) o YPF Agro (se dedica a la biotecnología vegetal, fertilizantes y otros insumos para el campo). Es el segundo productor de energía verde del país y está avanzando hacia la transición energética con nuevos métodos de extracción de litio, la primera planta de producción de celdas y baterías de América latina, y proyectos para la obtención de hidrógeno verde.

La “catedral de la tecnología” que da lugar a estas y otras innovaciones ocupa un predio de cinco hectáreas cedido por la Universidad Nacional de La Plata. En su moderno edificio de unos diez mil metros cuadrados, trabajan 260 investigadores y tecnólogos, más otros 133 investigadores, becarios y técnicos adscriptos a proyectos puntuales, hacen sus tesis 10 doctorandos, funcionan 47 laboratorios, 12 plantas piloto y más de mil equipos, algunos de ellos, únicos en el país.

Y-TEC posee equipamientos únicos en el país

A diez años de su creación, obtuvo 35 patentes y desarrolló 20 tecnologías. Además, tiene más de 100 acuerdos de cooperación con el sistema científico, y convenios de colaboración con las universidades nacionales de Córdoba, del Sur, de Río Negro, San Juan Bosco y de La Plata, y con la Comisión Nacional de Energía Atómica, entre otros. Y lleva publicados alrededor de un centenar de trabajos de ciencia básica en revistas con referato.

“Logramos desarrollar toda la cadena del litio, no solamente las celdas para armar baterías, sino además el material catódico –detalla Dvorkin–. Estamos terminando de instalar una planta para que el material activo (litio-hierro-fosfato) se produzca en la Argentina. Y también estamos trabajando para producir en el país el electrolito [el conductor eléctrico], que sería un negocio enorme; no solo en la planta de La Plata, sino también en la de Santiago del Estero, y en la que quieren hacer Catamarca y otras provincias. Todo esto lo hicieron Y-TEC, el CONICET y la Universidad Nacional de La Plata. Un nodo de producción, enseñanza, investigación y tecnología que hay en el triángulo de La Plata, Berisso y Ensenada, y que ahora está fuertemente amenazado”.

Para Dvorkin, está fuera de duda que en todo el mundo la vanguardia tecnológica la conduce el Estado, “hasta en el mismísimo Estados Unidos. Negar al Estado es impedir el desarrollo económico de la Argentina –asegura–. Volvemos a la controversia entre los dos modelos de país que arranca antes de la Revolución de Mayo. En 1802, Manuel Belgrano polemizaba con los exportadores de cuero del puerto de Buenos Aires diciendo que los países (él los llamaba en ese momento ‘civilizados’) no basaban su crecimiento en exportar materia prima, sino en elaborarla. Él decía ‘exportemos zapatos y no cuero crudo’”.

Ahora, todo sugiere que el nuevo presidente designado para YPF planea desprenderse de Y-TEC. “Una compañía privada puede tener un centro de investigación –comenta Dvorkin–. Hace un mes estuve en los que poseen Exxon y Chevron. Son verdaderas ciudades, pero no es el destino que la globalización tiene reservado para nosotros. En la división internacional del trabajo en la que nos queremos insertar, a la Argentina no le toca el papel de desarrollar ciencia y tecnología, sino de importarlas para algunas cosas que sean imprescindibles. Si se privatiza YPF, Y-TEC dejará de existir o se transformará en una ingeniería de proceso que resolverá problemas menores”. Y concluye: “YPF es eficiente en todos los indicadores. Es una gran empresa, excelentemente organizada. Lamento muchísimo que retrocedamos en ciencia, pero me parece que vamos a retroceder en cosas más básicas que hacen a la vida diaria de las personas”.