Después de casi dos semanas de intenso trabajo, ayer a la madrugada 195 gobiernos miembros del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) dieron por finalizada la revisión y aprobaron un nuevo informe del Grupo de Trabajo II: “Cambio Climático 2022: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad”.
“Ésta es una grave advertencia sobre las consecuencias de la inacción –dice Hoesung Lee, presidente del organismo internacional, en el material distribuido a la prensa–. Reconoce la interdependencia del clima, la biodiversidad y las personas, e integra las ciencias naturales, sociales y económicas con más fuerza que las evaluaciones anteriores”.
El documento advierte que el mundo se enfrenta a múltiples peligros climáticos ya inevitables en las próximas dos décadas, durante las cuales la temperatura promedio global superará en un grado y medio el promedio de la era preindustrial. “Incluso superar temporalmente este nivel dará como resultado severos impactos adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles –afirma–. Las personas y los ecosistemas menos capaces de adaptarse serán los más afectados”.
La cubierta del nuevo informe
Incluso con el calentamiento actual, de 1,1ºC, el aumento de las olas de calor, las sequías y las inundaciones están superando los umbrales de tolerancia de plantas y animales, y generando impactos en cascada que son cada vez más difíciles de manejar. Si se quiere evitar una creciente pérdida de vidas, biodiversidad e infraestructura, se requieren reducciones rápidas y profundas en las emisiones de gases de efecto invernadero, subrayan. Según los expertos, la salida sería restaurar los ecosistemas degradados y conservar del 30 al 50 por ciento de los hábitats terrestres, de agua dulce y oceánicos de la Tierra, lo que permitiría avanzar hacia el desarrollo sostenible.
“Ésta es la segunda parte del documento que se aprobó el año pasado sobre las bases físicas del cambio climático –aclara Carolina Vera, investigadora en ciencias de la atmósfera e integrante del buró del IPCC–. Por lo tanto, se concentra en especial en algunos aspectos, que son los impactos, la vulnerabilidad y la adaptación. Nos encontramos con un calentamiento de 1,1ºC y esto ya causó perturbaciones importantes tanto en la naturaleza como en la vida de millones de personas, a pesar de los esfuerzos para adaptarse”.
A esta altura, la evidencia científica es inequívoca e indica que cada minuto cuenta. Los retrasos en la acción global contra este problema redundarán en impactos más graves. Pero si la encrucijada afecta a todo el planeta, se requieren soluciones locales.
Se intensificarán los eventos extremos, como las inundaciones
“El tema es que hay una combinación de efectos (destrucción del hábitat, pérdida de la biodiversidad, creciente urbanización, la inequidad…) que hace que las amenazas se multipliquen –subraya Vera–. Ahora mismo y para el futuro. Nos enfrentamos a múltiples peligros, ya inevitables, porque es altamente probable que alcancemos el grado y medio de calentamiento hacia 2040. Pero la forma en que nos afectarán esos riesgos dependerá de cómo nos adaptemos. Es urgente y necesario disminuir las emisiones. En este reporte se confirma que esto reduciría las pérdidas relacionadas con el clima. Cada pequeño aumento en el calentamiento importa, y por encima del grado y medio el riesgo es mayor. Las acciones de adaptación aumentaron, pero el progreso es desigual”.
Puntos claves
Entre los puntos claves que recorre el documento figuran los siguientes:
–El alcance y la magnitud del cambio climático es mayor que lo estimado en evaluaciones anteriores. Están causando trastornos graves y generalizados en la naturaleza y en la sociedad; reduciendo nuestra capacidad para cultivar alimentos nutritivos o proporcionar suficiente agua potable.
–El aumento del calor y el clima extremo están empujando a las plantas y los animales terrestres y marinos hacia los polos, hacia mayores altitudes o aguas oceánicas más profundas.
–Muchas especies están llegando al límite de su capacidad para adaptarse y están en riesgo de extinción. El momento de eventos biológicos clave, como la reproducción o la floración, se está alterando y afectando las redes alimentarias.
–Los cambios en la temperatura, las precipitaciones y el clima extremo también aumentaron la frecuencia y la propagación de enfermedades en la vida silvestre, la agricultura y las personas.
–Los incendios forestales se hacen más prolongados y abarcadores.
–Las sequías se volvieron más frecuentes en muchas regiones, afectando negativamente la agricultura y la producción de energía de las centrales hidroeléctricas.
–Alrededor de la mitad de la población mundial actualmente experimenta grave escasez de agua en algún momento del año.
–Las personas que viven en las ciudades enfrentan mayores riesgos de estrés por calor, se reduce el tiempo que pueden pasar al aire libre y consecuentemente se reducen las horas en que es posible realizar algunas tareas remuneradas.
–En el océano, las plantas y los animales marinos se desplazaron hacia los polos a una velocidad media de 59 km por década por la creciente temperatura del agua.
–Debido al calentamiento de los océanos, el potencial sostenible para las capturas pesqueras de varios peces y mariscos marinos disminuyó en un 4,1% entre 1930 y 2010.
–Las proyecciones actuales indican que con un nivel de calentamiento global de 2°C para 2100, hasta el 18 % de todas las especies terrestres correrán un alto riesgo de extinción; la fauna polar (incluidos peces, pingüinos, focas y osos polares), los arrecifes de coral tropicales y los manglares estarán bajo una seria amenaza.
–Si el mundo se calienta 4°C, una de cada dos especies de plantas o animales estará amenazada. Para fines de siglo, la cantidad de días con condiciones climáticamente estresantes para los que trabajan al aire libre podría llegar a 250 en algunas partes del sur de Asia, el África subsahariana, y América Central y del Sur. El porcentaje de la población expuesta al estrés por calor mortal aumentaría del 30 % actual al 48/76 %.
–Hoy, los ecosistemas están eliminando y almacenando más carbono de la atmósfera del que emiten, lo que ayuda a equilibrar el calentamiento. Pero la tala de los bosques; el drenaje y la quema de turberas y el deshielo del permafrost del Ártico están provocando que algunos de esos ecosistemas emitan más carbono a la atmósfera (a partir de la descomposición de material vegetal muerto) del que eliminan naturalmente (a través del crecimiento de la vegetación).
América central y del Sur
El análisis revisa los impactos y la vulnerabilidad de cada región del mapa. En lo concerniente América Central y del Sur señala que se encuentran altamente expuestas y fuertemente impactadas por el cambio climático combinado con la desigualdad, la pobreza, y la alta densidad poblacional. Los eventos extremos ya están afectando la región y se prevé que se intensifiquen, incluidos el aumento de las temperaturas y las sequías, el aumento del nivel del mar, la erosión costera, y la acidificación de los océanos y los lagos.
Entre los ejemplos que menciona el informe con “alto o muy alto grado de seguridad”, se incluye la previsión de que los arrecifes de coral perderán su hábitat y sufrirán más episodios de blanqueamiento por el aumento de la temperatura de los océanos; que cambie la distribución de las especies terrestres en los Andes y que hasta el 85 % de los sistemas naturales se vean afectados negativamente.
También destaca que aunque desde mediados del siglo XX el aumento de la precipitación media tuvo un impacto positivo en la producción agrícola en el sureste de América del Sur, los períodos secos extremadamente prolongados se volvieron más frecuentes.
Los Andes, el noreste de Brasil y los países del norte de América Central se encuentran entre las regiones más sensibles a las migraciones y desplazamientos relacionados con el clima, como las tormentas tropicales y los huracanes, las lluvias torrenciales y las inundaciones.
Para las próximas décadas, también se prevé que aumenten las enfermedades infecciosas endémicas y emergentes sensibles al clima por el aumento de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue, el chikungunya y el zika.
“Uno de los puntos que más se resaltó para nuestra región es el de los efectos en la salud –destaca la investigadora del Conicet en el Centro del Mar y la Atmósfera Matilde Rusticucci, una de las autoras del informe–. Todos los eventos extremos que hemos tenido, las olas de calor, la sequía, las inundaciones impactan principalmente en la disponibilidad de agua, en los incendios, la seguridad alimentaria. Se midió con precisión el aumento de enfermedades propagadas por vectores. Además, los ‘deslaves’ (por lluvias intensas) dejaron poblaciones aisladas...”.
"El calentamiento global provocó la pérdida de glaciares en los Andes del 30% a más del 50% de su superficie desde la década de 1980 –agrega Pablo Peri, coordinador del Programa Nacional Forestal de INTA - Universidad Nacional de la Patagonia Austral y uno de los autores del capítulo sobre nuestra región–. El retroceso de los glaciares, el aumento de la temperatura y la variabilidad de las precipitaciones, junto con el cambio en el uso de la tierra afectaron los ecosistemas, los recursos hídricos y los medios de subsistencia a través de deslizamientos de tierra e inundaciones. En varias áreas de los Andes, los desastres por inundaciones y deslizamientos de tierra se multiplicaron, y la disponibilidad y calidad del agua y la erosión del suelo se vieron afectadas por factores tanto climáticos como no climáticos". El científico también destaca que esos impactos no tienen el mismo alcance para hombres y mujeres. Estas últimas, particularmente las más pobres, son más vulnerables y se ven afectadas en mayor proporción. A menudo tienen menor capacidad de adaptación y esto amplía las brechas de género.
Cinco escenarios
De acuerdo con cinco escenarios posibles, el IPCC calcula que existe una probabilidad superior al 50 % de que el calentamiento global alcance o supere el grado y medio de aumento a corto plazo, incluso con muy bajas emisiones de gases de efecto invernadero. Con ese aumento de temperatura, los chicos que ahora tengan diez años o menos experimentarán para 2100 casi cuatro veces más eventos extremos, y si el calentamiento es de 3°C , cinco veces más.
Esta y otras tendencias aún pueden revertirse restaurando, reconstruyendo y fortaleciendo los ecosistemas y manejándolos de manera sostenible. Con una acción inmediata ahora, aún se pueden prevenir impactos drásticos.
“Antes el sur de la ciudad se inundaba más fácilmente con una sudestada y que al construir grandes paredones para que el río no llegue se impidió –comenta Rusticucci–. Eso es una medida de adaptación concreta que funcionó”.
Pero el documento también plantea que el cambio climático está avanzando más rápido de lo que podemos adaptarnos a él, y que hay formas adecuadas e inadecuadas de adaptación. Durante una conferencia de prensa para periodistas latinoamericanos, Thelma Krug, vicecoordinadora del trabajo, experta en uso del suelo y silvicultura, destacó que la barrera fundamental para encararla es la falta de fondos. Y subrayó que si no se realiza correctamente, podría traer impactos mucho más amplios e incluso causar más emisiones de efecto invernadero.
“Cuando hablamos de adaptación, tenemos que considerar también las consecuencias que nuestras intervenciones pueden causar a mediano plazo –agregó Edwin Castellanos, autor principal del documento e investigador en clima extremo de la Universidad del Valle de Guatemala–. Por ejemplo, ‘reforestar’ es plantar árboles donde antes ya había un bosque. Según las condiciones en las que se haga, puede ser una buena o una mala adaptación, si no toman en cuenta los derechos de propiedad o de los pueblos indígenas. ‘Aforestar’ es hacerlo donde antes no había. En el corto plazo, eso nos puede ayudar a captar gases de invernadero, pero a largo plazo puede desequilibrar todo el ecosistema. La aforestación es una mala práctica de adaptación”.
Una estimación aproximada de las inversiones en adaptación con el actual escenario ronda los 127.000 millones de dólares para 2030, pero a medida que la temperatura aumente, el monto será cada vez mayor y tal vez inabordable, detalló Castellanos.
Del mismo modo, los estudios sobre geoingeniería (captura de dióxido de carbono o control de la cantidad de energía solar que llega al planeta) es una forma adicional de mitigación que es necesario profundizar antes de poder implementarla, porque puede tener consecuencias no esperadas y no entendidas todavía, como modificar la productividad de las plantas. Controlar la radiación solar únicamente no resolvería el exceso de CO2, que tiene otros problemas, como la acidificación de los océanos.
Según Liliana Miranda, del Foro Ciudades para la Vida, "Tenemos más conciencia de la magnitud del desafío que debemos enfreentar, pero en América latina nos falta más investigación para ser más precisos en la 'bajada' de los escenarios a las distintas poblaciones. Necesitamos más recursos, más investigadores que publiquen en nuestro idioma, conocer las necesidades locales para responder más rápido. Nuestra gobernanza todavía no se adecuó a estos retos y eso complica la situación".
“La naturaleza puede ayudarnos; pero invertir solo en ella no alcanza –asegura el documento–. Debemos transformar nuestra forma de vida, la industria y el sector energético, así como la forma en que se planifican y construyen las ciudades. No tenemos tiempo que perder. Ahora está claro que los cambios menores, marginales, reactivos o incrementales no serán suficientes”.
“Lo positivo es que por lo menos ahora ya no se discute el cambio climático. Existe, en eso estamos de acuerdo –dice Rusticucci–. Tenemos que convencernos de que hay que tomar medidas”.
La argentina Paulina Martinetto, investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras, y también coautora del reporte (en el capitulo de océanos, costas y sus servicios), agrega que el énfasis está puesto en el vínculo entre clima-naturaleza-personas. "El trabajo deja en claro que si bien las acciones de adaptación se incrementaron en el mundo, no llegan a equiparar la amenaza; es decir que no nos estamos adaptando lo suficientemente rápido. Gran parte de las acciones efectivas mencionadas en el reporte son basadas en la naturaleza, reflejan el vínculo entre clima, naturaleza y personas, y por lo tanto la necesidad de conservar, restaurar y hacer un manejo sustentable de los ecosistemas".
Para Peri, "Es esencial que la ciencia y la tecnología apoyen a los gobiernos en la toma de medidas para la mitigación y en especial, la adaptación al cambio climático. El sector científico tiene que comprometerse para que el conocimiento pueda aplicarse. Es fundamental determinar las zonas más vulnerables de la Argentina para priorizar las intervenciones, para decidir qué acciones o qué infraestructura se necesita. Hay regiones más sensibles que otras".
Y concluye Vera: “Las decisiones que tomemos durante la próxima década van a determinar nuestro futuro”.
Según difundió la agencia AFP, uno de los momentos más conmovedores de la reunión virtual “a puertas cerradas” se produjo cuando el jefe de la representación rusa pidió disculpas por la “injustificable” guerra en Ucrania. A su turno, la representante de este país contestó: "No nos rendiremos en Ucrania, y esperamos que el mundo no se rendirá ante el desafío del calentamiento global. El cambio climático y la guerra a Ucrania tienen las mismas raíces –los combustibles fósiles y nuestra dependencia de ellos”, agregó.