Mientras la variante Delta amenaza con sumir Alemania en una cuarta ola (ya es responsable de un 99% de las muestras de SARS-CoV-2 secuenciadas), en los Estados Unidos, varios estados se enfrentan a la saturación de los hospitales pediátricos también por el avance de este linaje, y en Israel se decidió aplicar una tercera dosis de inmunización y aplazar el comienzo escolar por la explosión de casos originados por esta descendiente del coronavirus que inició la pandemia, la mayoría de los países latinoamericanos (en los que ya ingresó) están registrando un descenso sostenido de casos. Esta aparente contradicción condujo a barajar la idea de que, tal vez, dado que en la región hubo una predominancia de variantes diferente de la que se dio en el hemisferio Norte, la protección natural que confiere la infección sumada a la de las vacunas podrían limitar su transmisión. ¿Nos salvaremos de una próxima ola por Delta y podemos dar por finalizada la pandemia?
Todo lleva a creer que esta hipótesis, muy difundida por estos días, no tendría altas chances de concretarse: aunque la incertidumbre de los modelos es elevada por la gran cantidad de factores que inciden en la gestación y progresión de los brotes, hay indicios de que antes o después volverían a multiplicarse los casos. Pero con una salvedad: que sean “antes” o “después” puede hacer una diferencia crucial en la gravedad de las hospitalizaciones y en la mortalidad.
En esto coinciden la mayoría de los especialistas del país y del extranjero que siguen las huellas de la pandemia. Por ejemplo, el virólogo del INTA e integrante del consorcio PAIS de vigilancia genómica Humberto Debat. Para el especialista, la excepcionalidad de la situación latinoamericana que nos puso en un paisaje de variantes distintivo con respecto a lo que se vio en Europa y los Estados Unidos, en la que la variante Alfa (británica) nunca llegó a ser dominante, muy distinto de lo que sucedió en otras partes, y donde la emergencia de Manaos (o Gamma) marcó dramáticamente a la región, no sería tal. “De acuerdo con el último reporte del Ministerio de Salud de la Nación, con distintas oscilaciones, aproximadamente el 60% de las infecciones de nuestro país están siendo impulsadas por Manaos, y muy lejos en segundo lugar, Lambda (andina) con alrededor del 18%; es decir, que estamos viendo un desplazamiento de Lambda por Gamma y en muchísima menor proporción, Alfa, que está alrededor del 4 o 5%. Aunque esta última en llegó en algunas localidades a aproximadamente el 15%, nunca subió más de eso”, explica.
Debido al retraso en el registro y la frecuencia en que se comparten nuevos datos de rastreo genómico, la foto regional es bastante difusa. “El paisaje de variantes [local] es bastante similar al que se da en Chile. Pero hay muchísimo reporte difícil de rastrear. Los registros son parciales, es difícil encontrarlos, y tenemos que reconocer que hemos estado bastante por detrás en compartir en tiempo y forma los genomas y las plataformas públicas –destaca Debat–. Independientemente de esto, aunque hace un par de semanas tenía una opinión ligeramente distinta, en el sentido de que podía ser esa coyuntura distinta latinoamericana la que definiera que Delta no hiciera el mismo recorrido que estamos viendo afuera, los reportes de Brasil, y principalmente el caso de Rio de Janeiro, donde se vio que en pocas semanas Delta empezó la circulación comunitaria y alcanzó niveles de aproximadamente el 45% (esta información ya tiene unos cuantos días y estamos todos expectantes a ver cuánto va progresando) nos hizo revisar esa visión. Estamos hablando de una ciudad que en la ola anterior había sido dominada totalmente por la variante Gamma y esa era su situación antes del ingreso de Delta; sin embargo, esta última la está reemplazando Delta.Y no solo eso, sino que hace pocos días hemos visto que esto se estaría expandiendo por lo menos en San Pablo, Rio Grande do Sul y algunas otras localidades de ese país”.
Esto sería una mala señal, ya que indicaría que la competencia de Delta contra Gamma parecería favorecer a aquella variante, la más transmisible y contagiosa que se reportó en el mundo.
“Sería interesante ver la progresión en Chile, que entiendo que está un poco más adelantado que nosotros –aclara Debat–. Sigo manteniendo que si bien la evidencia actual está favoreciendo un recorrido hacia la circulación comunitaria de Delta, hasta ahora los casos sin nexo siguen siendo pocos, esporádicos. No están sostenidos, se encuentra en muy baja frecuencia, y todavía queda una ventana de tiempo para su establecimiento y su potencial aumento de frecuencia”.
La incertidumbre es tal, que en este momento la circulación comunitaria de Delta con generación de una nueva ola y gran cantidad de casos no puede ni asegurarse ni descartarse. “Tranquilamente, nos puede explotar en la cara –reflexiona el investigador–. Seguimos con una situación epidemiológica a la baja. Cuanto más baja esté la notificación, menos dramática sería una tercera ola. Estamos viendo cuándo esa curva sufre una inflexión y empiezan a aumentar los casos. Podría ser por Delta, pero también por tantos otros factores. En un contexto de apertura de las restricciones, cansancio en la población, política sanitaria de aperturismo… Eso puede favorecer otra expansión en cualquier momento. Esperemos que la llegada del tiempo más cálido de alguna manera nos ayude, pero no hay que olvidar que en Europa, en varios países están aumentando mucho los casos en pleno verano. El ejemplo de Brasil es un gran llamado de atención en el sentido de que hace que algo que era plausible, que era probable, ahora tenga más robustez. Pareciera que el recorrido más probable sería que su establecimiento en la Argentina redundara en un desplazamiento de Gamma, que es variante dominante en este momento”.
En este momento, la variante Delta está presente en más de 140 países, en la mayoría de los cuales desplazó a las otras circulantes. En América latina, además de en Chile, Uruguay y Paraguay, hay reportes de transmisión local al menos en Brasil, Colombia, Ecuador y Perú.
La epidemióloga Zulma Cucunubá, profesora asistente de Epidemiología de Enfermedades Infecciosas y Bioestadística en la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia y profesora honoraria de Centro de Análisis de Enfermedades Infecciosas del Imperial College London del Reino Unido, tampoco se anima a confirmar ni descartar la hipótesis de que estamos en la antesala de la tormenta.
“En este momento, Delta apenas está empezando a circular –explica, desde Bogotá–. Esto coincide también con que muchos países acabamos de pasar olas muy grandes de casos. En el caso de Colombia, específicamente, aquí Gamma y Alfa no tuvieron una gran preponderancia, pero sí una variante local (la B.1.621), que impulsó el enorme tercer pico de Colombia. Sin embargo, el hecho de que muchos países de América latina acabamos de salir de una ola bien grande, hace que Delta nos encuentre con un número importante de personas recientemente infectadas y con inmunidad natural en una gran proporción de la población, que es algo muy distinto a lo que pasa en Europa. De cierta manera, creo que estamos un poco más protegidos. Hay ciudades de Colombia donde se estima que más del 90% de la población se infectó y esto genera niveles de inmunidad importantes y superiores a los que tuvieron en Europa y Estados Unidos”.
Sin embargo, subraya la investigadora, aunque el número reproductivo en la mayoría de los países de la región está por debajo de 1, nos encontramos ante el contraejemplo de México. “Es un caso muy emblemático, uno de los países más afectado por la pandemia, con tasas de infección natural muy grandes, inclusive más grandes que las de varios países de América latina, porque tiene un enorme exceso de mortalidad, con alrededor del 35% de la población totalmente vacunada y aún así, con esas tasas de inmunización, que no son malas, y un historial de infección altísima, hoy día está padeciendo una ola muy grande con Delta, incluso superior a las anteriores, aunque con menos muertes”, puntualiza.
Enigma difícil de resolver
La situación es un enigma. Por su lado, la ingeniera en sistemas e integrante del Grupo de Investigación en Base de Datos de la Facultad Regional Concepción del Uruguay de la Universidad Tecnológica Nacional, Soledad Retamar, evalúa que puede habernos ayudado el haber avanzado mucho con la vacunación en estos últimos dos meses y que pronto las temperaturas comiencen a subir, aunque confiesa que le cuesta mucho proyectar un escenario posible ante tanta incertidumbre. Pero el químico analítico de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA Roberto Etchenique sospecha que “no tenemos nada especial en el país que permita afirmar que Delta no provocará otra ola. Puede haber influido la vacunación con Sputnik V y Sinopharm, o tal vez, como todavía no hay muchas personas infectadas, le cueste ‘arrancar’”, arriesga.
Rodrigo Quiroga, bioinformático de la Universidad Nacional de Córdoba, está completamente en desacuerdo con la idea de que la circulación de Gamma (Manaos) y Lambda (Andina) impediría la ola por Delta. “Sabemos que Delta es bastante más contagiosa que Lambda y Gamma, y en Río hoy aumentan casos y hospitalizados [70% de vacunados] –detalla–. Muchos confunden la baja velocidad de aumento de los casos con un ‘no crecimiento’. Pero la curva exponencial, que seguro ya arrancó, está aún en números pequeños y su aumento es lento, justamente porque es exponencial. Por eso, recién en dos a cuatro semanas lo vamos a ver, cuando el aumento diario de casos por Delta supere la disminución por otras variantes. La razón por la que pudimos demorar y contener la transmisión de Delta fue por las restricciones y controles a los vuelos. A pesar de haber sido insuficientes, ya que sólo Buenos Aires, Catamarca y Formosa implementaron aislamiento obligatorio en hoteles, las medidas tomadas permitieron demorar su circulación. Vemos mayor cantidad de casos en las provincias que no implementaron aislamiento en hoteles, Córdoba y CABA, y dónde probablemente primero observemos aumento de casos”.
Tanto Quiroga como Cucunubá desarrollaron modelos para tratar de prever el impacto y la trayectoria de una próxima ola motorizada por la variante Delta. A pesar de las incertezas, arrojaron resultados coincidentes: que habrá una ola de contagios a pesar de la vacunación.
“Lo que hicimos fue algo preliminar. El modelo depende del momento en que hayan empezado a ingresar los casos y adicionalmente de cómo se avance en la inmunización –ilustra Quiroga–. También, de cuánto más contagiosa es Delta, algo que no está demasiado claro. Así, la magnitud [de la curva] dependerá de cuánto podamos sostener los cuidados mínimos, del avance de la vacunación y de si podemos vacunar o no a adolescentes y niños a tiempo. Si los vacunáramos a tiempo la diferencia sería muy grande. El aumento probablemente ocurra en las próximas dos a seis semanas, pero primero va a comenzar en los lugares donde hubo mayor inyección de infectados que contagiaron”.
Cucunubá está de acuerdo en que es difícil asegurar cuál va a ser el desenlace de esta fase de la pandemia. “En nuestro modelo sobre el potencial impacto de Delta en Bogotá, encontramos que a pesar de que las tasas de vacunación en este momento llegan al 35% de la población con esquemas completos, puede llegar a ocasionar una ola en algún momento del año. Esto depende de varias cosas. Por un lado de los patrones de contacto: si se mantienen moderados, esa ola puede ser muy pequeña, pero si se eliminan todas las medidas de precaución, puede ser muy grande. Dada la cantidad de población que se infectó de manera natural uno diría que sería suficiente para protegernos, pero lo que encontramos es que no necesariamente, porque Delta tiene una capacidad de infectar que supera a todo el resto de las variantes. Yo creo que sí existe la posibilidad de que Delta ocasione un brote en América latina. Tiene una transmisibilidad muy superior a Gamma, Alfa e incluso a la que se encontró en Colombia”.
Según la especialista, haber tenido Covid no da un certificado de inmunidad total contra el resto de las variantes. Ni la inmunidad natural, ni la de las vacunas es 100% protectora. Y si la infección ocurrió hace muchos meses, para el momento en que llegue Delta tal vez no sea suficiente para lidiar con ella, aunque las infecciones podrían ser más benignas. “Hay estudios que muestran que las segundas infecciones la mayoría de las veces tienden a ser leves. Lo mismo ocurre con los vacunados”.
Para hacer frente a una posible tercera ola por Delta, en el preprint del trabajo sobre el impacto que tendría en Bogotá (https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.08.06.21261734v1), Cucunubá y colegas recomiendan mantener el índice de contactos bajo control, sin eventos masivos ni situaciones que pongan en riesgo a muchas personas, y seguir utilizando medidas como el barbijo, la distancia y la ventilación. “De que mantengamos las normas de prevención depende mucho que Delta no se propague tan rápido –comenta–. Y si comienza a circular más hacia el final del año, permitirá que más personas hayan alcanzado un status de vacunación aceptable”.