Los hechos se sucedieron a la velocidad del rayo: el martes 23 a las dos de la tarde se detectó una variante desconocida hasta ahora en muestras analizadas en Sudáfrica; el miércoles, reunión urgente para discutir estos resultados e informe a las autoridades sanitarias; ese día llegan los primeros reportes sobre su detección en cuatro viajeros arribados a Botswana; anteayer (jueves) a las ocho de la mañana, presentación ante los ministros y el presidente, y al mediodía, conferencia de prensa; ayer (viernes), tras una reunión con el grupo técnico asesor sobre evolución viral del SARS-CoV-2 de la OMS, clasificación de la nueva variante como “de preocupación”. Para la comunidad científica es B.1.1.529, pero de aquí en más se la conocerá como “Omicron”.
Aunque se observó que presenta una cantidad de cambios genéticos inusuales con respecto al virus original (el doble de Delta), aún no se sabe si estos alteran su comportamiento y biología, ni cómo. Pero algunos indicios, no precisamente tranquilizadores, desataron el frenesí entre virólogos de todo el mundo, que están siguiendo las noticias y analizando la trascendencia de este hallazgo minuto a minuto. Por precaución, después de que se registrara el primer caso en Bélgica, los 27 países de la Unión Europea decidieron suspender todos los vuelos provenientes del Sur de África. Una conducta similar adoptaron Singapur, el Reino Unido e Israel. En la Argentina se repuso la obligatoriedad de aislamiento de 14 días para todos los viajeros procedentes de esa parte del mapa.
El primer espécimen conocido de la variante Omicron fue recolectado el 9 de este mes en la provincia de Gauteng, Sudáfrica, donde desde hace un par de semanas también empezaron a detectar un aumento repentino de casos. “En ese contexto, como pasó en diciembre de 2020 con [la variante] Alfa, vieron que en los kits de testeo que estaban usando, uno de los ‘cebadores’ que tiene como blanco una región de la proteína Spike [la parte del virus que se une a los receptores para ingresar en las células] estaba fallando –cuenta el virólogo del INTA Humberto Debat, integrante del proyecto PAIS de vigilancia genómica–. No significa que no era detectable, sino que uno de los tres blancos de los dispositivos de detección de la PCR estaba fallando. Eventualmente, secuenciaron esas muestras y se encontraron con genomas virales que presentaban un impactante número de mutaciones y de forma muy asimétrica. Para dar una idea, solo en la región que codifica [dirige la producción de] la proteína Spike, se encontraron unas treinta y tres mutaciones, inserciones o deleciones [pérdidas de segmentos de ADN]. Se trata de un número muy grande: la variante Delta tiene unas 17. Once de estos cambios se encuentran en una región muy relevante que es el ‘dominio de unión al receptor’, justamente uno de los blancos terapéuticos más importantes y que está más asociada con procesos de evasión o escape inmune”.
Estos cambios podrían quedar relegados al arcón de las curiosidades de la profusa descendencia del SARS-CoV-2 si no se asociaran con información epidemiológica. Pero tras el hallazgo, los científicos sudafricanos, liderados por Tulio Oliveira, sometieron al análisis de PCR unas miles de muestras de la región y se encontraron con que más del 90% correspondían a la nueva variante. Aunque solo secuenciaron menos de un centenar de genomas, calculan que ya podría haber más de mil casos de la nueva variante. Otro dato importante es que esto no solo sucedió en Gauteng, sino que se replicó en muestras tomadas al azar de una decena de distritos de Sudáfrica. También se detectó en dos casos importados de viajeros que llegaron a Hong Kong desde Sudáfrica, y en otros llegados a Israel y Bélgica.
En Sudáfrica hasta hace pocas semanas había una dominancia casi total de Delta, y este virus la está desplazando en mucho menos tiempo de lo que demoró Alfa en hacer lo propio con otras variantes o lo que le llevó a Delta desplazar a Alfa. La replicación de esta variante en una ventana de tiempo tan corto, más rápido que todo lo conocido, sumada a una incipiente expansión geográfica, es un indicador de que presenta importancia epidemiológica. Sin embargo, es necesario encarar una importante cantidad de experimentos, algunos de los cuales llevarán una o dos semanas, para saber exactamente cómo estos cambios se traducen en su transmisibilidad, gravedad y letalidad, algo que científicos de todo el planeta están analizando contrarreloj.
“Muchos ya los conocemos, porque están presentes en otras variantes de preocupación: Delta, Gamma, Beta y Alfa –destaca Debat–. Otros ya se estudiaron en forma experimental, y hay como una decena que no habíamos visto antes y no sabemos bien qué pueden hacer. O por lo menos, no los habíamos visto en conjunto. Pero a priori, por la ubicación de las mutaciones, por la literatura científica, se puede presuponer que es muy probable que tengan impacto en la biología del virus. ¿De qué tipo? Principalmente, de dos. Por un lado, se asocian con procesos de evasión y escape parcial a la respuesta inmune (podría disminuir la efectividad de vacunas, pero, por supuesto, hay que probarlo). En un segundo grado de importancia, varios están asociados con mayor infectividad y transmisibilidad. Por distintas vías: algunos aumentan la afinidad de esta proteína con el receptor celular, otros favorecen el ingreso del virus a la célula, otros generan cambios estructurales que hacen que sea más fácil la infección…”
Para la viróloga Carolina Torres, también integrante del consorcio PAIS, “Todavía es muy poco lo que se sabe. Lo único que se conoce hasta ahora es su estructura genética y en la base de datos hay menos de cien genomas secuenciados, que es muy poco para sacar conclusiones. Algunas de las mutaciones estarían asociadas con una mayor transmisión, también puede sospecharse escape inmunitario y no hay mutaciones asociadas con severidad. El dato más preocupante tiene que ver con su transmisibilidad, por su incremento muy rápido en poco tiempo. Y eso se puede saber porque tiene una deleción en una porción del gen de la proteína S que puede detectarse de la misma forma en que se ocurrió con Alfa. Si uno encuentra esa deleción es posible que estemos hablando de esta variante, por lo menos en las zonas geográficas donde se la descubrió”.
Pero aunque la preocupación está presente entre todos los especialistas, también aconsejan cautela. “Esta cantidad de mutaciones nunca las habíamos visto hasta ahora –coincide Josefina Campos, del equipo de vigilancia genómica del Instituto Anlis-Malbrán–. Pero debemos tener en cuenta que surgió en Sudáfrica, un país donde la vacunación avanzó mucho menos que en la Argentina, y hay que ver cómo se va a dispersar. De la [variante] Beta tuvimos un solo caso de un viajero y no llegó a propagarse. Ésta también tiene la particularidad de que se detecta con las PCR diagnósticas (de los tres genes, hay uno que no se ve, entonces es un buen predictor). Hay que analizar cómo desplaza a Delta, cómo aumentan las hospitalizaciones. La OMS alertó también sobre la posibilidad de reinfecciones”. Para enfrentar esta crisis, el Malbrán multiplicó su capacidad de secuenciación y la idea es incrementarla aun más.
El biólogo molecular y periodista científico de la revista Science, Kai Kupferschmidt, subraya que “interpretar datos del mundo real es difícil. El aumento de una variante en un lugar puede deberse a muchas razones y no todas tienen que ver necesariamente con ella. Un evento de supercontagio (o una serie de ellos) también pueden conducir a un incremento acelerado”. Y más adelante agrega: “Si es la variante, puede haber varias razones por las que está superando a Delta: ¿es esta versión más efectiva para reinfectar a los recuperados o vacunados, o es inherentemente más transmisible? ¿O se debe a una mezcla de las dos cosas?”
Otros, como el bioinformático de la Universidad Nacional de Córdoba, Rodrigo Quiroga, recomiendan revisar ciertas disposiciones sin dilación en virtud del principio precautorio: “¿Hay que entrar en pánico por la variante Omicron? –se pregunta–. No. ¿Hay que ignorarla y esperar más información? Tampoco. Tenemos indicios tempranos, pero contundentes de que podría ser peligrosa, por lo que es necesario actuar ya. Seguir con cuidados, vacunar, restringir vuelos y volver a instaurar el aislamiento al ingreso al país”.
Lo cierto es que hasta ahora son más las dudas que las certezas. Por ejemplo, no se sabe qué tan bien puede reconocer los anticuerpos esta nueva forma del virus, pero las vacunas generan diferentes capas de protección y varios estudios sugieren que las dosis de refuerzo deberían, por lo menos por algún tiempo, promover niveles de protección que podrían resistir el avance de la nueva variante.
También queda por responder cómo surgió Omicron. Las hipótesis abundan. Una de ellas señala que, como ocurrió con otras, podría haber emergido de una infección en un paciente inmunosuprimido, donde el virus puede “explorar” todo el paisaje evolutivo sin limitaciones. “Eventualmente, eso genera una suerte de aceleración que permite acumular muchas mutaciones en poco tiempo”, explica Debat.
Por supuesto, no se puede ignorar el aspecto de la carencia de vacunas. En África, un continente de 1200 millones de personas, en este momento solo el 11% de la población tiene por lo menos una dosis y el 7%, dos. Se trata de un caldo de cultivo rico para la aparición de nuevos descendientes del virus de Wuhan. “Ojalá esto genere conciencia de porqué no se puede dejar a nadie atrás en el proceso de inmunización –subraya–. Esto me hace acordar mucho al 20 de diciembre del año pasado, cuando anunciaron la detección de Alfa y cambió la pandemia. En los últimos meses, detectamos una serie de genomas circulantes que quedaron en la nada, pero ahora veo muy preocupados a los que saben”.
Afirma el infectólogo y asesor de presidencia, Pedro Cahn: “Se trata de una nueva variante de la que no sabemos el impacto que puede tener, si le confieren al virus capacidades para evadir las vacunas o, por el contrario, son deletéreas, que no parece ser este caso. Es muy temprano todavía para sacar conclusiones, hacen falta un par de semanas para analizar sus características, si son iguales, mejores o peores que las que tenemos hasta ahora. Pero el mensaje tiene que ser éste: mientras haya replicación viral va a haber mutaciones. Si nosotros no ampliamos la vacunación en todo el mundo, si no mantenemos los cuidados esenciales, el uso de barbijo, no juntarnos en lugares cerrados… el virus se va a seguir multiplicando, y mientras se multiplica se equivoca y adquiere mutaciones que pueden hacerlo más peligroso”.