Desconcierto entre los toxicólogos por las muertes en consumidores de drogas

Dicen que hasta ahora no se había observado consumo de opioides en el país; las hipótesis

04 de febrero, 2022 | 00.05

El horroroso episodio de las muertes casi instantáneas de más de 20 personas y la internación de varias decenas (algunas en gravísimo estado) después de consumir una combinación de sustancias que todavía no logra dilucidarse sumió en el desconcierto a los toxicólogos, que por estas horas solo se animan a barajar hipótesis en busca de certezas.

La mayoría de los componentes de esta historia conducen a la incredulidad: la combinación de dos sustancias de efectos contrapuestos (como la cocaína, que es excitante, y un opioide, que es depresor), el uso de fentanilo (o un sucedáneo), que no parecía estar circulando en el país, la imposibilidad de determinar exactamente qué fumaron, aspiraron o se inyectaron…

Mientras para algunos, como Edda Villamil, toxicóloga legal y forense, “es casi seguro que lo que se utilizó para ‘cortar’ la droga es fentanilo o algún derivado”, para otros, más escépticos, como Carlos Damín, jefe de Toxicología del Hospital Fernández y profesor de esa especialidad en la UBA, “puede que no hubieran consumido cocaína, que no hubiera cocaína en la bolsita y lo que estaba adulterado era directamente el opioide. Y no sabemos si además contenía un raticida. No se descarta porque tuvimos varios pacientes con hemorragias internas”. Damín se enoja por la falta de respuestas: “Es una vergüenza que no tengamos ya los resultados analíticos que deberían estar en dos horas”.

Efectos antagónicos

De acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud, “droga es toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración, produce una alteración del natural funcionamiento del sistema nervioso central modificando su conciencia, su estado de ánimo o sus procesos de pensamiento”. La cocaína es un estimulante muy adictivo que aumenta los niveles de dopamina en el cerebro y provoca estados de excitación psicomotriz. Tiene la apariencia de un polvo blanco y, en la calle, para que “rinda más”, suelen mezclarla con sustancias de aspecto parecido, como talco, almidón de maíz, bicarbonato, ibuprofeno, paracetamol y otras que no tienen efecto farmacológico.

A Villamil la sorprende que se hubiera mezclado con un opioide, que provoca un estado opuesto, es depresor del sistema nervioso. Pero esto es lo que sugiere que los pacientes con un cuadro gravísimo hayan respondido bien a la naloxona, un medicamento que revierte durante un período de entre 30 y 90 minutos el efecto de la sobredosis por estas drogas. “Es un antagonista opioide; es decir, se adhiere a los receptores para estas sustancias y bloquea sus efectos –explica el sitio Intramed.net–. Puede restablecer con rapidez la respiración normal de una persona que respira lentamente o ha dejado de respirar” por esta causa. Se administra con un vaporizador nasal, como inyección intramuscular, subcutánea o intravenosa.

“El fentanilo y sus derivados, que ahora son muchísimos, tienen una acción similar a la heroína, pero mucho más potente –dice la especialista–. Nadie se explica porqué estaba cortando la acción de la cocaína. Es muy raro que se la utilice como droga ‘de corte’. Leí que habría un poco de escasez de aquella en el mercado ilícito y que por eso la están estirando. También podría haber sido una confusión de los que preparan los cortes o una guerra interna entre carteles”.

Según Villamil, los resultados de laboratorio están demorando porque no hay “testigos” de esas moléculas en el país. “Para hacer el análisis se necesita la droga pura –explica– y hay pocos equipos en condiciones de realizarlo fuera del laboratorio de la morgue judicial”.

El fentanilo está generando verdaderas epidemias de intoxicación en el hemisferio Norte; tiene una letalidad muy alta porque es fácil llegar a la sobredosis. “Es un medicamento formidable , un anestésico que se usa mucho en los quirófanos. Se piensa en él porque en los Estados Unidos es el opioide más común –dice Damín–: en 2017 declararon la emergencia sanitaria porque tuvieron 70 mil muertes en un año. Pero la verdad es que no sabemos todavía qué fue lo que usaron”.

Aclara que aunque se usa por vía endovenosa, cualquier cosa se puede aspirar y un polvo, si tiene algo de hidrosolubilidad, puede disolverse y absorberse en la mucosidad nasal. “Hasta donde sabemos, la mayoría de los afectados lo aspiraron, no sabemos si alguno  se inyectó o lo fumó –menciona–. Tampoco podemos calcular la dosis que produjo una muerte tan instantánea: tenemos pacientes que fallecieron en 30 minutos”.

“Mientras la adicción a la cocaína tarda un poco más en desarrollarse, la de los opioides se instala en un corto tiempo –subraya Eugenio Nadra, médico psiquiatra y ex integrante de la Sedronar–: utilizarlos dos o tres veces puede bastar para desarrollar dependencia. Y aunque es un depresor, puede provocar estados eufóricos, de bienestar y alucinatorios por mecanismos paradójicos”.

Para Nadra, lo que se habría buscado al combinarlo con cocaína es atenuar los efectos estimulantes de esta última y volverla más adictiva. “El opioide mantendría todas las propiedades placenteras, pero disminuiría esa excitación psicomotriz que lleva al cocainómano a perder el control, salir, hacer compras excesivas, manejar de manera arriesgada”.

Los números de la adicción

Sin embargo, aclara que el fentanilo no es muy común en la Argentina. Otros derivados del opio son la oxicodona (que consumía el televisivo doctor House), y la codeína. “En 2020 incluso hubo faltantes [de aquel] debido al sobreuso que se hizo por la pandemia –cuenta Nadra–. En los casos graves de Covid con las anteriores variantes, se les administraba a los pacientes que estaban en terapia intensiva para que el cuerpo disminuyera su necesidad de oxígeno y no sufrieran tanto su falta”.

La cocaína puede llevar a la muerte por hipertensión y accidente cerebrovascular; los opioides, por paro cardiorrespiratorio.

No se sabe a ciencia cierta el volumen de la adicción a la cocaína en el país. “Son todas especulaciones –afirma Damín–.  Pareciera que crece el consumo de sustancias psicoactivas (marihuana, drogas sintéticas, alcohol y psicofármacos), excepto el de la cocaína que hace como diez años estaba estancado; es decir, aumentaba con la población, no por encima.”.

El último Estudio Nacional en Población de 12 a 65 años sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas, presentado en 2017 por la Sedronar, concluyó que el de alcohol y tabaco presenta las prevalencias más altas, seguido por el de marihuana. “El consumo reciente de alguna droga ilícita pasó del 3,6% en el año 2010 a 8,3 % en la actualidad”, afirman los autores.

Según este mismo trabajo, el 53% de la población consume alcohol (y el 62% de los de entre 18 y 24 años), 15 de cada cien toman psicofármacos sin prescripción médica, el 7,8% de la población declaró haber fumado marihuana el año previo a la encuesta y este hábito creció en todos los grupos de edad entre 2010 y 2017.

Con respecto a otras drogas, el 6,2% declaró haber usado alguna vez opiáceos sin indicación médica, el 2,3% haber consumido alucinógenos, el 1,6 % haber fumado hashis y el 0,8 %, sustancias inhalables alguna vez en su vida. Los niveles de consumo estimados para pasta base-paco presentaban tasas inferiores al 0.6%.

“Los tratamientos de rehabilitación para cualquier droga de abuso son complejos –dice Villamil–. No solamente interviene la dependencia física, sino también el factor psicológico, el social, el familiar… Es un problema multifacético y multicausal de difícil abordaje y solución. En general, se estima que el porcentaje de recuperación de aquellos que se tratan por adicción a la cocaína, por ejemplo, es de apenas el 17%”.

Y concluye Damín: "Esperemos que este no sea un debut trágico de los opioides en el país, que solo haya sido un cargamento que ingresó no sabemos de qué manera..."