La última “joyita” de la Ciudad Universitaria, el edificio Cero+Infinito, alberga desde hace unos meses una iniciativa que intenta zanjar el abismo entre el “impoluto” mundo académico y el “fango” de la “vida real” aplicando la ciencia de datos y la inteligencia artificial a la toma de decisiones informadas en el ámbito público y privado.
Se trata del Centro Interinstitucional de Datos (CID, de doble dependencia UBA/Mincyt), que propone un original modelo de trabajo conjunto, durante lapsos breves, entre investigadores y “adoptantes” de soluciones basadas en el procesamiento de enormes cantidades de datos. Es decir, no venden un servicio mensual o anual, sino que una vez que desarrollan la herramienta que puede optimizar un proceso, entrenan a quienes la solicitaron y la dejan en sus manos.
“La idea es que investigadores del Conicet, profesores de la UBA, estudiantes avanzados trabajen junto con los ‘adoptantes’ durante unos seis meses y que luego transfieran a organismos del Estado o a privados instrumentos aptos para la toma de decisiones informada”, explica Diego Fernández-Slezak, doctor en ciencias de la computación, docente de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, investigador del Conicet y uno de los coordinadores del nuevo Centro, dirigido por Sebastián Uchitel, también director del Instituto de Ciencias de la Computación. La vicedirectora del CID es Cecilia Galarza, profesora asociada de la Facultad de Ingeniería de la UBA.
Para ponerlo en marcha, empezaron con una decena de proyectos que se presentaron al Ministerio de Ciencia y otros que se fueron sumando en las semanas posteriores. Si quienes lo solicitan pueden hacerse cargo, se opta por un financiamiento mixto; si no, el centro cuenta con un presupuesto provisto por el Ministerio.
Compuesto por unos 20 investigadores e investigadoras; entre ellos, un consejo académico de seis titulares y seis suplentes, una de las líneas en las que están trabajando en el CID es la iniciativa “Fingers”, colaboración latinoamericana que estudia intervenciones sobre el estilo de vida para prevenir el deterioro cognitivo. “En nuestro país lo administra Fleni –cuenta Fernández-Slezak–. Ellos necesitaban un grupo de investigadores en ciencia de datos para hacer el seguimiento del ensayo clínico y la estadística asociada”.
Otra fue propuesta por la Asesoría General de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires (PBA). “Todo dictamen que se emite dentro de ese ámbito, desde una licencia por maternidad hasta un convenio con un organismo de otro país, pasa por esa dependencia –explica el científico–. Los abogados que lo integran todo el tiempo necesitan buscar jurisprudencia propia, lo que les presenta muchos problemas. Lo que estamos haciendo con ellos es un sistema inteligente que busca muy bien en bases de datos de dictámenes antiguos. Pero, como los abogados son los que van a tener que usarlo, no basta con que nosotros planteemos lo que se nos ocurre. Necesitamos que se sienten con nosotros y nos vayan indicando qué es lo que verdaderamente les sirve. Aquí tienen lugar de trabajo, pueden venir dos o tres veces por semana para trabajar junto con programadores, investigadores, administrativos…”
También están avanzando en conjunto con el Ministerio de Educación de una provincia que se mantiene en reserva en el desarrollo de un sistema capaz de detectar tempranamente la probabilidad de abandono escolar. Y replicando una investigación de los Estados Unidos que intentó predecir cuáles son los trabajos que desaparecerán con la aplicación de la inteligencia artificial generativa. “Le hicimos la pregunta a ChatGPT con la ingeniería de prompt [las instrucciones precisas para obtener el máximo rendimiento de este sistema] para preguntarle en qué porcentaje cada una de las tareas (según la nomenclatura internacional de la Organización Mundial del Trabajo) será reemplazada en el mercado laboral argentino. Luego, haremos una validación humana”.
A todo esto se dedica un ala del primer piso del modernísimo edificio. Alrededor de mil metros cuadrados con salas de reuniones, para ateneos, un espacio de “coworking” y hasta una Plaza de Datos, ámbito de juegos al que los estudiantes puedan ir a dar rienda suelta a su creatividad. En la inauguración de este sector, prevista para octubre, tienen pensado realizar un campeonato de truco entre humanos e inteligencia artificial, algo similar al torneo de ajedrez entre Deep Blue y Kasparov, apunta Marisa Galvagni, licenciada en administración y también coordinadora de investigación del CID.
“La ciencia de datos y la inteligencia artificial exigen un recurso humano muy valioso y hoy escaso, porque es muy requerido por empresas que pagan en dólares acá y en el exterior –destaca Fernández-Slezak–. Esa es nuestra ventaja, porque en Exactas tenemos una alta concentración de expertos y muchos jóvenes”.
Para atraer “adoptantes”, el CID viene organizando ateneos sobre distintos temas en áreas estratégicas. “Adrede, no utilizamos la palabra ‘seminario’ para diferenciarnos del modus operandi típicamente científico –dice Fernández-Slezak–. El ateneo tiene más un estilo médico, en el que el adoptante presenta un problema y los investigadores proponen soluciones. No nos medimos en función de cuántos papers publicamos, sino de cuántos proyectos son adoptados”.
Ya tuvieron uno sobre inteligencia artificial aplicada a las imágenes de salud y robótica en cirugía al que concurrieron algunas de las principales instituciones médicas del país. Otro, sobre cibercrimen y ciberseguridad en el que estuvo presente personal de la Dirección Nacional de Migraciones. “Es enorme lo que hacen, porque tienen que registrar ingresos y egresos del país a lo mejor desde una oficina en el medio de la cordillera a la base central –destaca Galvagni–. Los desafíos tecnológicos de transmisión de datos y seguridad son muy importantes, pero además, eso ofrece oportunidades de, por ejemplo, detectar redes de trata de personas. La idea es justamente generar este ecosistema de interacción para que el país pueda avanzar y medirse con la referencia internacional en la materia”.
El tercer ateneo será este viernes, a las 15, y tratará sobre actividad espacial. Contará con un invitado de lujo, el ingeniero argentino responsable del guiado y control de los rovers de la NASA que aterrizaron en Marte, Miguel San Martín, un número uno en el mundo. La conferencia, titulada “Desafíos de los descensos en Marte” y a la que asistirán científicos, profesores y estudiantes interesados en el tema, será en el auditorio del Pabellón II de la Ciudad Universitaria, y es abierta a todo público. Quienes deseen participar pueden inscribirse en bit.ly/ateneocid.
La actividad espacial presenta gran interés como área de investigación, pero también como oportunidad comercial. “A las imágenes captadas por satélites argentinos podría aplicársele un procesamiento que le agregaría valor –dice Fernández-Slezak–. Es una diferencia similar a la que existe entre simplemente extraer sales de litio y vender baterías.
"Es ahí adonde a nosotros nos gustaría participar: tomar datos crudos, procesarlos y convertirlos en una aplicación útil”, dice Fernández-Slezak. Y agrega Galvagni: “Hoy ya están en marcha las negociaciones sobre soberanía aeroespacial y los países que tengan más herramientas serán lo que se ubicarán en la vanguardia”.