Cada día mueren 300 personas por enfermedades cardiovasculares

Es la principal causa de muerte en hombres y mujeres; podría prevenirse en gran parte controlando factores de riesgo

23 de septiembre, 2023 | 00.05

La pandemia de Covid-19 puso en “pausa” al mundo durante tres años; sin embargo, otras patologías crónicas siguieron haciendo estragos, incluso mayores, pero en silencio. Entre ellas, las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en el mundo occidental… aunque en gran medida podría disminuirse su impacto con cambios en nuestros hábitos de vida. Se calcula que si se controlaran solamente cinco factores de riesgo, se podrían disminuir un 60% los casos y un 22% las muertes. Por eso, todos los años desde 2000, la Federación Mundial del Corazón convoca a las sociedades de cardiología de cada país a dedicar el mes de septiembre a promover la toma de conciencia para reducir un 25% la muerte prematura por enfermedad cardiovascular para 2025.

“Entendemos por enfermedad cardiovascular aquellas condiciones que afectan al corazón o a los vasos sanguíneos, y los ejemplos más típicos son el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular, las patologías de la aorta, la insuficiencia cardíaca –explicó Gerardo Zapata, jefe de Unidad Coronaria del Instituto Cardiovascular de Rosario y presidente de la Federación Argentina de Cardiología (FAC), que esta semana junto con Claudio Majul, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), dieron una conferencia de prensa para mejorar la prevención–. En conjunto, producen alrededor de 20 millones de muertes al año; una cada 17 segundos. La mayoría de éstas, lamentablemente, se produce en los países de ingresos medios y bajos, como la Argentina, donde estas enfermedades siguen en aumento”.

Zapata subrayó que, pasado lo peor de la pandemia, las muertes ocurridas por eventos cardiovasculares se ubican en el primer lugar del ranking local. “En nuestro país ocurren alrededor de 100.000 por año, unas 300 por día –detalló–. Dentro de ese grupo, el infarto agudo de miocardio es el más frecuente. Según registros locales, se producen alrededor de 50.000 por año y la mitad de los afectados fallece antes de llegar al hospital o antes de ser atendido en un centro de salud. Un 10% más de los decesos ocurre en el hospital”.  

Ya está bien establecido que una serie de factores de riesgo poseen una relación causal muy directa con estos cuadros. Por ejemplo, el tabaquismo y el aumento del colesterol en sangre multiplican por tres la probabilidad de enfermedad cardiovascular; factores psicosociales (como el stress, la depresión o la ansiedad) los multiplican por 2,6; la diabetes, por 2,5; y los antecedentes de hipertensión u obesidad abdominal los duplican.

En un estudio que acaba de presentarse en el Congreso Europeo en Cardiología realizado hace algunas semanas en Amsterdam, Países Bajos, en el que participaron más de 30.000 cardiólogos,  se reclutaron un millón y medio de pacientes de 34 países a los que se siguió durante 10 años, y mostró que la combinación de cinco factores de riesgo modificables fue responsable del 60% de todas las enfermedades cardiovasculares y del 22% de las muertes: la hipertensión arterial, el tabaquismo, el aumento del colesterol LDL en sangre (el “malo”), la diabetes del adulto y la obesidad.

Hay otros también modificables, aunque menos estudiados. Se los llama “emergentes”: son la contaminación ambiental, las alteraciones del sueño, el exceso de ruido, la falta de espacios verdes en las ciudades, las jornadas laborales excesivas y la soledad.  

“Sabemos que hay un vínculo directo entre la liberación y el tiempo de exposición a partículas producidas por la actividad humana con las enfermedades cardiovasculares –comentó Zapata–. Se encontró aumento de accidentes cerebrovasculares y eventos coronarios asociados con el tipo de partículas que inhalamos y el tiempo que nos expongamos a ellas.  Si bien es una problemática global, es particularmente relevante en algunas ciudades de nuestro país. Por ejemplo, en la mía, Rosario, los incendios de los humedales del Delta del Paraná tienen mucho que ver con la posibilidad de desarrollar enfermedad cardiovascular”.

Por su parte, Majul subrayó que, entre todas, la hipertensión es por lejos el factor que más contribuye a la carga mundial de morbilidad y mortalidad de las enfermedades cardiovasculares. “Se le atribuyen 9,4 millones de muertes anuales en el mundo –explicó–. Con un agravante: una de cada tres personas que la padece desconoce su situación y apenas una de cada cuatro logra controlarla de forma eficiente. Además, los estudios Renata I y II realizados con cinco años de diferencia por la SAC mostraron que en nuestro medio la hipertensión, lejos de disminuir, va en aumento”.

De acuerdo con la 4ta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (realizada en todo el país en 2018), 34 de cada 100 argentinos son hipertensos; el 29% tiene colesterol elevado; el 22% dijo ser fumador; por lo menos el 61% tiene sobrepeso u obesidad; el 12,7% es diabético (o tiene la glucemia elevada); el 13,3% reconoció el consumo de alcohol “episódico” excesivo y apenas el 6% afirmó consumir las cinco porciones diarias de fruta o verdura recomendadas por la OMS.

“Por todo esto, pensamos que lo esencial es la prevención –dijo Majul–. En la SAC este año presentamos un consenso con siete reglas: suspender el tabaquismo o disminuirlo en forma drástica; cuidar que el índice de masa corporal [IMC: peso dividido por el cuadrado de la altura] sea menor o igual a 25; realizar 150 minutos semanales de actividad física moderada o 75 minutos en forma vigorosa, mantener una alimentación saludable; la glucemia en ayunas por debajo de 100 mg/dL, el colesterol total por debajo de 200 mg/dL y, por supuesto, controlar la presión arterial (debe mantenerse por debajo de 120/80)”.

Entre los factores ambientales asociados con la mortalidad cardiovascular, este especialista  mencionó la exposición a ruido, la calidad del sueño y la falta de espacios verdes en las ciudades. “Esto es muy importante –insistió–. La mayor parte de las personas duermen mal y poco. Hay que tratar de evitar el stress, la soledad, la depresión, la angustia. Tenemos que preocuparnos más por tener una vida social, con amistad, todo eso impacta de forma positiva, sin ninguna duda.”.

La buena noticia es que si adoptamos los hábitos mencionados, podemos reducir significativamente la enfermedad cardiovascular. Los dos pilares básicos son la alimentación saludable y la actividad.

“Las caminatas son fundamentales –agregó Zapata–.  En un estudio con más de 110.000 sujetos a los que se les midió cuántos pasos daban por día, se observó que a partir de 2500 ya había una reducción significativa de muerte cardiovascular. Y cuando alcanzaban un promedio de 8700, ésta se reducía hasta en un 40%”.

Por último, destacó el especialista, hay que recordar que las enfermedades cardiovasculares afectan tanto a las mujeres como a los hombres. “En la Argentina, una de cada tres fallece por un infarto o un accidente cerebrovascular, y por cada mujer que muere de cáncer de mama, ocho lo harán por una enfermedad cardiovascular –afirmó–. Aunque ellas tienen algunos factores de riesgo específicos [como preeclampsia o presión alta en el embarazo], el resto son similares a los que inciden en la salud masculina”.

Una encuesta realizada también por la SAC en más de 3300 mujeres de todo el país reveló que el 63% cree que la principal causa de muerte son los tumores ginecológicos y solamente el 34% reconoce la enfermedad cardiovascular como un problema de su salud y causa de muerte.

Y concluyó Majul: “Podemos ganar o podemos seguir perdiendo. Cuando aparece el síntoma ya es tarde, porque la persona ya está teniendo un evento grave o es muy probable que lo tenga. De allí, la importancia de tratar de modificar factores de riesgo, para no llegar al infarto, al ACV o terminar en insuficiencia cardíaca”.